"-¿Pero el Gran Hermano existe?- preguntó Winston Smith.
-Por supuesto que existe.
-¿Existe como tú y como yo?
-Tú no existes".
George Orwell. 1984.
Una de las principales señales de la inteligencia es la sensación de control. La autoconsciencia, que es la constatación de nuestra propia existencia, no deja de ser un primer mecanismo de control: controlamos lo que hacemos sin dejarnos llevar por el instinto.
Desde que existe la civilización, hemos generado artefactos de control.
Si la inteligencia se define por la capacidad de proyectar, de predecir el desenlace de los acontecimientos, es lógico que el ser humano planee y construya mecanismos que le permitan anticipar los resultados antes de que se produzcan.
Construimos carreteras para controlar el lugar en el que circulan los coches. Construimos puertos para controlar dónde amarran los barcos. Construimos puertas para controlar por dónde se entra y se sale y construimos ventanas para controlar por dónde entra el sol.
Y como vimos en el capítulo del Dagen H, ya sabéis lo difícil que es modificar un artefacto de control tan engrasado como son las carreteras:
Controlar nos relaja, nos tranquiliza. Queremos que todo salga según el plan, que todo salga bien y tenerlo todo bajo control. El problema surge cuando necesitamos tenerlo todo bajo control. Entonces la tranquilidad se convierte en angustia.
Porque intentamos controlar cosas que no pueden ser controladas: el tiempo atmosférico, las catástrofes naturales o a las demás personas. Desde el tiempo de la última conexión del chat de Facebook o el doble check del Whatsapp hasta los anchos de las avenidas.
El ancho de las calles de nuestras ciudades también acaba siendo un mecanismo de control. El ejemplo más paradigmático es el del Plan Haussmann de París. Llevado a cabo a mediados del XIX por Napoleón III y el barón Haussmann.
Los Campos Elisios:
El nuevo trazado parisino mejoraba las condiciones de iluminación y salubridad de las zonas afectadas, pero quizá más importante, permitía un mejor control de las posibles revueltas y manifestaciones ciudadanas.
Porque las avenidas y los bulevares son anchos y están libres de cualquier obstáculo visual y, a menudo, confluyen en un único punto. Permitiendo así una visión total desde ese punto central. Como se ve perfectamente en esta imagen de la plaza del Arco de Triunfo.
Desde una única rotonda se pueda llevar a cabo la vigilancia de kilómetros urbanos. El urbanismo la plaza radial es un urbanismo perfecto para el control, tanto el bueno como el malo.
Esto es La Plata, en Argentina.
Con todo, la manifestación por antonomasia de la arquitectura del control son, lógicamente, las prisiones.
La arquitectura carcelaria SE DEFINE por la necesidad de la vigilancia de los presos. Las cárceles son la autoridad y la observación construidas. Son espacios para el control.
Y el caso más evidente de espacio para el control es el panóptico.
El ojo que todo lo ve.
Introducing el filósofo británico Jeremy Bentham.
Este señor con greñitas entre dieciochescas y decimonónicas porque vivió a caballo entre los siglos XVIII y XIX.
Bentham, entre otras cosas, fue el fundador del "utilitarismo", corriente que se define, más o menos, porque un acto es bueno si produce bienestar a las personas y los actos mejores son los que producen más bienestar a un mayor número de personas.
Bentham también fue uno de los fundadores del University College de Londres y, pidió expresamente que, una vez muerto, su cuerpo fuese momificado y expuesto en una especie de vitrina dentro de la universidad. A esta vitrina, también diseñada por él, le llamó Autoicono:
Se decía que el propio Bentham, antes de morir, llevaba en el bolsillo los ojos de cristal que quería que pusiesen a su cabeza.
Lo malo es que la momificación quedó regulinchis y la cabeza parecía más bien una mojama inexpresiva.
Así que, al final, vistieron a su esqueleto y le pusieron encima una cabeza de cera que van renovando periódicamente.
También se cuenta que aún hoy en día llevan al cuerpo a las reuniones importantes del University College, avisando, eso sí, que "El señor Bentham no tiene voto".
Sea como fuere, más allá del utilitarismo y su simpática momia, la aportación más importante de Bentham al mundo fue el desarrollo del panóptico. La arquitectura carcelaria definitiva.
Este es el Presidio Modelo en la Isla Juventud, Cuba.
El panóptico es un tipo de diseño carcelario circular que subvierte el concepto del anfiteatro romano o la plaza de toros. Si en el coliseo todos los espectadores pueden ver cómodamente el ruedo desde cualquier punto de la grada...
... en el panóptico las celdas se colocan alrededor de una torre central. Así, el guardián guarnecido en su garita puede observar a todos –A TODOS- los presos de un solo vistazo.
Este tipo de estructura carcelaria mejoró realmente la vida de los presos, pues sus celdas ya no eran mazmorras oscuras sino que estaban bien iluminadas y bien aireadas.
Sin embargo, produjo un terrible efecto de distorsión psicológica.
Porque los reos no tienen constancia factual de si el guardia les está vigilando en ese preciso instante, pero SABEN con absoluta certeza que están siendo observados en todo momento desde ese gran ojo central.
A este fenómeno se le llama "dictadura de la mirada".
De hecho, la palabra panóptico significa etimológicamente «que todo lo ve», y procede del griego panoptes que servía para nombrar a Argos Panoptes, el gigante de los cien ojos.
Así, las cárceles panópticas crecieron como monstruos que conquistarían el mundo. Desde Lancaster en Inglaterra hasta Pittsburgh en Estados Unidos o Sídney en Australia, desde Canadá hasta Sudáfrica pasando por Hungría, Vietnam, México, Cuba, Polonia o España.
Las prisiones panópticas se convirtieron en ejemplo de arquitectura carcelaria hasta el punto de que se terminaron llamando "cárceles modelo". Sí, como la Modelo de Barcelona o el Presidio Modelo de la Isla Juventud en Cuba, donde estuvo preso Fidel Castro durante dos años.
Con el avance tecnológico y la aparición de las cámaras de vigilancia y los circuitos cerrados de televisión, el panóptico arquitectónico perdió vigencia y acabó desapareciendo. Sin embargo, la filosofía sobre la que se construye el concepto sigue teniendo plena validez.
Lo dijo Michel Foucault en su libro de 1975 Vigilar y castigar: "El panóptico no debe ser entendido como un sueño construido: es el diagrama de un mecanismo de poder reducido a su forma ideal".
Quizá ahora, esa forma ideal sea otra.
El mecanismo de poder permanece aunque su forma ideal haya mutado. Quizá las cámaras, los datos que alimentan la publicidad personalizada o la hora de nuestra última conexión al Whatsapp no sean más que un nuevo panóptico de mil ojos que siempre nos tiene bajo control.
Y con estas cuatro fotos que resumen muy bien el episodio de hoy, vamos a despedirnos del panóptico, de la momia de Jeremy Bentham y del episodio de #LaBrasaTorrijos de hoy.
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(Es la hora de pasar la gorra!)
Nos vemos en un nuevo capítulo el próximo jueves a la misma hora.
Si queréis conocer más territorios improbables, todos los episodios de #LaBrasaTorrijos están archivados en mi tuit fijado, que es este hilo de hilos de hilos:
Josh Hallett, Eliza Snow, Jacques Perriand, Ian Muttoo, Friman, Michael Ulrich, UCL, DC Comics, Marvel Comics, Atlantic Entertainment, Stanley Kubrick Productions, Paramount Pictures y Google.
(Fin del HILO 👁️🏢 )
(Y en el próximo episodio vamos a viajar por todo el mundo a probar algunos de los sabores más exóticos y cómo las marcas se las apañan con ellos)
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Todo el mundo ha emitido ya su opinión PERO OS FALTABA LA MÍA, que es la que verdaderamente necesitáis para cuñadear a gusto en la cena de Navidad.
¿POR QUÉ LA RESTAURACIÓN DE NOTRE DAME ES EQUIVOCADA?
(Y no es porque esté muy limpia).
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Lo primero es lo primero: este hilo es una respuesta a este otro que escribió mi buen amigo @itineratur, en el que afirma que a él le gusta mucho como ha quedao Notre Dame.
Aquí es importante señalar que a @itineratur le gusta mucho todo lo francés: la Torre Eiffel, el Arco de Triunfo, las baguettes, rendirse a los nazis a la primera de cambio...
A veces se nos olvida que los pueblos y ciudades donde vivimos no existen porque sí.
La mayor parte de nuestra experiencia como habitantes depende del territorio donde se construyó el lugar donde vivimos hace cien, quinientos, mil o dos mil años.
¿Sabéis quien fue el segundo español que tocó suelo lunar?
Luis Carrero Blanco.
Sí, en serio. Y esto no es un chiste; es una historia sobre la condición humana y el territorio (y la Guerra Fría).
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Decir que una historia trata de la Guerra Fría, la condición humana y el territorio es básicamente un pleonasmo porque, en mi opinión, la Guerra Fría fue la época de la historia en la que el control del territorio se trató de una manera más sofisticada.
Como entrar en guerra abierta era impensable, las dos superpotencias se dedicaron a tocarse los huevos mutuamente mediante operaciones más o menos en la sombra: espionaje, propaganda, intervenciones militares en terceros países, financiación de revueltas y golpes de estado...
Para solucionarlo, construyeron TRES ESPEJOS COLOSALES que reflejan su luz y la llevan hasta allí durante todo el invierno (y hasta juegan a vóley-playa).
En #LaBrasaTorrijos, Sam Eyde y los Tres Espejos de Rjukan.
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Voy a aprovechar el hilo de esta semana para hacer una pequeña reflexión sobre por qué Gehry condensa todo lo bueno y todo lo malo de los arquitectos-estrella y también por qué esta es mi obra favorita suya (junto a una de las primerísimas).
A Gehry le conocemos todos por el Guggenheim de Bilbao. De algún modo, es su puesta de largo.
Sin embargo, Gehry ya tenia 60 años cuando le encargan el museo de Bilbao. Es más, ya había recibido el Pritzker en 1989, por una carrera que era esencialmente potencial.
En 1989 (con 60 años), apenas había construido un puñado de cosas.
Dicen que cuando a Gehry le encargaron proyectar un edificio en Elciego, un pueblo alavés de menos de mil habitantes, no accedió inmediatamente porque, bueno, su obra pertenecía a las grandes ciudades.