HILO CONTRA EL PROGRESO
Como últimamente he tenido rifirrafes con adalides del progreso, de la ciencia y de la modernidad, voy a montar un hilo sobre el asunto para insistir en lo obvio: vivimos en el Kali Yuga y el devenir humano no se desarrolla de forma lineal, sino cíclica.
Todavía hoy, todavía en esta miserable situación a la que nos ha traído el progreso ese, existen personas que siguen creyendo que la humanidad avanza hacia sus más altas cotas de perfección, que siguen creyendo que nunca se ha vivido mejor, que siguen creyendo en el [super]hombre
Todavía hay quien cree que 'juntos lo conseguiremos', quien cree en su ombligo, en la técnica y en los medios y en la democracia y hasta en todos y cada uno de los miembros del gobierno y la presunta oposición y sus respectivas y reptantes parentelas buscando piso en Alcobendas.
Por eso sigo dando la matraca con el Kali Yuga, sigo recordando al personal que nos encontramos al final de la Edad Oscura, que vamos cuesta abajo sin marcha atrás y que no pasa nada porque así debe ser, pero que eso no quita lo aberrante y atorrante de la situación.
Por eso, me veo obligado a repetir kaliyugakaliyugakaliyuga como si cantara un mantra hindú. Y por eso, he seleccionado un nuevo texto que habla sobre el asunto: en este caso, un texto del perennialista gabacho Jean Hani, el discípulo más occidentalista y crístico de René Guénon.
Se trata de un fragmento del epílogo de su ensayo ‘La realeza sagrada’ [publicado en España por la editorial Olañeta], donde se vuelve a repetir lo que ya hemos comentado más de una vez por aquí, lo que está escrito con sangre y fuego en las escrituras sagradas orientales.
Esta vez, Hani sitúa y contextualiza el Kali Yuga en la cronología occidental, donde el simbolismo de los metales resulta mucho más potente y palpable, doloroso como el golpe de una espada. A ver si así los progresistas y los materialistas lo entienden de una puñetera vez.
Lo más llamativo es que, para Hani, el cristianismo no ha supuesto sino un leve enderezamiento en la caída, casi como una rara anécdota o una especie de interferencia en la línea descendente o putrescente que caracteriza a esta época, o, si queréis, a este ciclo histórico.
Una reflexión que demuestra que el perennialismo, la Tradición Unánime, como escuela comparativa entre distintas religiones, puede resultar muy revelador para no llamarnos a engaño y situarnos en punto que legítimamente nos corresponde en el Orden Cósmico Fundamental.
Y ahora el texto de marras, desgajado en píldoras tuiteras profusamente ilustradas:
«El tiempo no se desarrolla, como creen los modernos, de forma lineal, conectada con la existencia del progreso indefinido. El devenir humano y el devenir cósmico se desarrollan de forma cíclica, como se ha enseñado siempre y en todas partes».
Jean Hani
«Una humanidad como la nuestra se desarrolla a lo lago de un gran período que en la terminología hindú recibe el nombre de 'manvantara', y que cubre 64.800 años. Este período se divide en cuatro subperíodos, yugas o ‘edades’, Krita yuga, Dwapara yuga, Treta yuga y Kali yuga».
«En la tradición grecolatina, los 'yugas' se llaman edad de oro, edad de plata, edad de bronce y edad de hierro. La sucesión de estas cuatro edades constituye el proceso de descenso cíclico: la humanidad no sigue una línea ascendente de progreso, sino una evolución descendente».
«Este proceso es el descenso de la manifestación desde su polo esencial hasta su polo sustancial; es un proceso de materialización progresiva. En la primera edad, la más larga con mucho, la humanidad vive en un estado de santidad y felicidad; es el Paraíso terrenal».
Jean Hani
«Luego, poco a poco, ese estado se va degradando, y la última edad —6.480 años— y que es la nuestra, constituye su fase más baja: su nombre hindú, Kali yuga, significa ‘edad oscura’, porque es la del oscurecimiento de las verdades principales».
Jean Hani
«El nombre grecolatino del Kali yuga, ‘edad de hierro’ no significa otra cosa, pero le añade esa nota de dureza que necesariamente acompaña a toda materialización. Sólo que esta decadencia no es ni total ni homogénea».
«La Edad oscura es resultado de dos fuerzas, la fuerza descendente y la fuerza ascendente, que actúan en concomitancia, con predominio de la fuerza descendente en la Edad de hierro, pero con la posibilidad de enderezamientos más o menos duraderos debido a la fuerza ascendente».
«El Kali yuga se subdivide en cuatro períodos que corresponden analógicamente a las cuatro edades del 'manvantara'; y la subdivisión se repite en fracciones mucho más cortas; tenemos ahí el esquema dinámico que condiciona la evolución de todo período de manifestación histórica».
«Esta evolución descendente de la humanidad se define por una pérdida de la intelectualidad y de la espiritualidad, que son sustituidas por una filosofía humanista, limitada a la razón individual, y un estado de espíritu que se limita al estudio empírico de los hechos sensibles».
«En resumen, el Kali yuga se caracteriza por la búsqueda de un progreso puramente material, y por un ideal limitado exclusivamente al hombre y a sus necesidades más inferiores».
Jean Hani
«Pero el Kali yuga, la gran caída, se ha visto interrumpida de cuando en cuando por enderezamientos, y el más espectacular es el que operó el cristianismo, que sin embargo no detiene la evolución descendente general».
Jean Hani

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26 Dec 18
San Antonio de Padua (1195-1231) predicó contra los abusos sociales, mostrándose muy duro con los ricos avaros y con los usureros, a quienes tachaba de «pajarracos rapaces», «reptiles al acecho», «gentuza maldita» o «raza de ladrones que roba y despoja a los pobres indefensos».
En cuanto a ciertos leguleyos y abogados, los calificó Antonio de Padua de «sanguijuelas que chupan la sangre de los pobres (...) Como los que trabajan en la lana, cardan y tejen sutilezas y argucias» para engañar a sus clientes.
Contra los banqueros, dijo San Antonio de Padua que «no tienen corazón en el pecho. No ven la angustia de las lágrimas. Carecen de piedad. Sus manos chorrean sangre de los pobres, viudas y huérfanos. Aplastad a esos ladrones infames bajo las piedras de la maldición».
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