Una de las esculturas más peculiares de la arqueología mexicana es sin duda la que conocemos con el nombre de Chac Mool, encontrada principalmente en las zonas de Chichén Itza y Tula.
El nombre maya con el cual se le conoce fue asignado por el viajero Auguste Le Plongeon. Dicho personaje, en sus excavaciones en Chichén Itzá, encontró una de estas esculturas y la trasladó a Mérida a finales de 1874.
Posteriormente, se han encontrado otras esculturas de este tipo en diferentes lugares de Mesoamérica. Aunque, si bien son más abundantes en Tula, Hidalgo, y en Chichén Itzá, Yucatán y el centro de México.
Entre las interpretaciones que se han dado acerca de este personaje están aquellas que lo identifican con un dios específico, como un intermediario entre los ofrendantes y los dioses, o como un guerrero.
Quizá no siempre tuvo el mismo significado, pues bien sabemos que una determinada representación puede cambiar con el paso del tiempo. Por ejemplo, entre los belicosos toltecas hubiera podido representar a un guerrero, pues posee atributos muy similares a los de los atlantes:
está armado, luce el pectoral de mariposa y lleva un navajón atado en el brazo. Aunque algunos otros aluden a una conexión con el Dios de la lluvia.
Fuente: Anonimo. (25-06-2010). Chaac Mool, Más que una escultura mesoaméricana.. 22-10-2020, de México Desconocido. Sitio web: mexicodesconocido.com.mx/el-enigma-de-l…
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El mamey o tezonzápotl
(fruto que tiene color de piedra de tezontli) o tetzápotl (Pouteria sapota) fue descrito por Francisco Hernández: “con frutos de pulpa blanca al principio y luego de color escarlata, que encierra un hueso grande, liso y lleno de almendra…
con fruto muy semejante al sabor de los membrillos en conserva… cuya almendra contenida en el hueso suele agregarse a la bebida de cacaoatl y untarse en los cabellos para que no se partan…”. Se consideraba de uso medicinal para varias afecciones.
También se le creía medicinal en el Códice De la Cruz-Badiano. Hoy en día es uno de los frutos “finos” que se consumen en varias partes del trópico y es utilizado por la industria alimenticia en la fabricación de helados y pasteles.
Si bien su figura y algunos atributos variaron con el paso del tiempo, el dios viejo, señor del fuego y del año, Huehuetéotl-Xiuhtecuhtli, estuvo siempre presente en el Centro de México desde tiempos muy remotos hasta el Posclásico.
Varios siglos más tarde vemos al dios presente entre los mexicas. Aquí ha sufrido una transformación tanto en los atributos como en la figura misma. En efecto, el dios representa mayoritariamente su asociación con aspectos de la vida cotidiana, como lo señala Sahagún.
Dice el franciscano:
Este dios del fuego llamado Xiuhtecuhtli tiene también otros dos nombres, el uno es Ixcozauhqui, que quiere decir “cariamarillo”; y el otro es Cuezaltzin, que quiere decir “llama de fuego”.
Cabeza de estuco
Maya
Clásico tardío (600-900 D.C.)
Palenque, Estado de Chiapas
Museo Nacional de Antropología, Ciudad de México.
El modelado de estuco alcanzó un impresionante nivel de desarrollo entre los mayas y la cúspide de este tipo de trabajo se dio en la antigua ciudad de Palenque, en donde el estuco parece haber sido el medio preferido por los artistas para retratar a sus personajes importantes.
Esta espléndida cabeza, de sugestivos volúmenes y sosegada expresividad, es una de las muchas obras maestras que se han encontrado en este sitio.
Es posible que su nombre se deba a que los edificios, con numerosos cuartos, recordaron a los españoles sus conventos. El gran conjunto de las Monjas cuenta con estructuras tipo palacio, un juego de pelota y una muralla baja.
El edificio principal tiene por lo menos seis etapas constructivas, con modificaciones en la edificación, la decoración y el estilo, indicios de un largo periodo de ocupación. Tiene tres pisos en los que se combinan el estilo maya-tolteca y el Puuc.
En el segundo piso se ven largas inscripciones en los dinteles y está ricamente decorado con pintura mural y mosaicos de piedra de estilo Puuc tardío.
Considerado por sus súbditos como Hijo del Sol, y, por lo tanto, divino, cuando un soberano inca moría, su cuerpo debía ser cuidadosamente momificado y conservado para la eternidad. Conocemos el cuidado y la reverencia que se prestaba a estas momias reales gracias a varios (...)
cronistas que, tras la conquista, dejaron detalladas descripciones sobre ellas y los rituales que las rodeaban. Es la única información que poseemos, ya que, desafortunadamente, las momias de los reyes incas fallecidos nunca han sido localizadas.
Estas momias estaban ocultas a la vista de todos, excepto en ocasiones especiales, que eran sacadas en procesión y llevadas al Coricancha o templo del Sol, en Cuzco, la capital, donde se las disponía en un pequeño trono.
¿Piensas que lo que comían era puro maíz, frijol y chile? estos don solo algunos ejemplos de lo que te podrías encontrar en el mercado de Tlatelolco👇👇👇