Y esta que sigue es su vida (bueno, una parte de ella).
HILO.
2. El año que los nazis invadieron Hungría, George Soros lo recuerda como el más feliz de todos. Y eso que al ser judío su vida corría peligro, sin importar que fuera un niño.
3. Si no lo enviaron a un campo de exterminio fue porque su padre le proporcionó de documentación falsa y le dejó al cuidado de un funcionario que colaboraba con los nazis.
4. Siendo este el contexto, ¿dónde queda la felicidad? En lo temprano de la convicción que ha acompañado a Soros desde entonces: que el dinero mueve el mundo.
5. Para hacer rodar el dinero primero había que amasarlo. Y antes de eso, estudiar la manera de hacerlo. Por eso el paso de Soros -con notable aprovechamiento- por la London School of Economics.
6. Soros no tardaría en instalarse en Nueva York, en concreto, en Wall Street. Desde allí, haría su primer millón, especulando. Y también el segundo. Y el tercero. Y así varios centenares, en progresión creciente todavía hoy.
7. Ojo, que el propósito vital de Soros no era hacerse inmensamente rico, que también, sino cambiar el mundo. Más aún: ser su conciencia vigilante. En el empeño, ha llegado a compararse con el Dios del Antiguo Testamento. (Menos mal que se reconoce ateo, que si no…)
8. El mundo, según Soros, ha de ser un lugar en el que ninguna sociedad sea superior a otra. Suena bien, ¿verdad? Hasta que se prueba que su objetivo es liquidar una de las más pacientes y laboriosas obras políticas de Occidente: el estado-nación.
9. Con lo que no contaba Soros es con las sólidas resistencias a sus planes, que van a terminar por convencerle, a sus 90 años, de que ni el dinero mueve el mundo ni él es el Dios de Abraham ni el de Isaac ni el de Jacob.
10. Os dejamos este vídeo resumen sobre la figura de Soros:
¿Harto de no encontrar series de dibujos para la edad de tus hijos, salvo la Patrulla Canina? Te recomendamos estas de Claudio Biern Boyd, el Walt Disney de la EGB. A ti te supondrán un chute de nostalgia y a tus hijos, un mundo nuevo por descubrir.
1. Se ha cumplido un año del sonado combate -dialéctico, entiéndase- entre dos pesos pesados del conservadurismo en Estados Unidos: David French y Sohrab Ahmari.
2. David French. Abogado. 51 años. Blanco. Protestante. Curtido en decenas de pleitos defendiendo la libertad religiosa. Veterano de guerra. Colaborador de la National Review. De biografía intachable.
3. Sohrab Ahmari. 35 años. Inmigrante iraní. De familia progre. Ex corresponsal del Wall Street Journal en Londres. Ex fiestero. Ex marxista. Ex ateo. Católico desde 2016.