Marx criticó a Bakunin diciéndole "Mahoma sin Corán". Ayer, atinadamente, alguien dijo que el anarquista le podía decir a Marx "profeta sin Torá". Una de las primeras representaciones de Marx fue justamente la de presentarlo como un Moisés Moderno. Un profeta de la nueva verdad. 
La utilización de la imagen de Moisés permitía mostrar a Marx como profeta de la liberación de la clase obrera. La liberación del "Egipto del capital". Los socialistas franceses lo mostraron de ese modo. Era él quien le hablaba a los desposeídos desde la zarza ardiente.
El Manifiesto Comunista y El Capital reemplazaban a la Biblia. Y al hacerlo, algunos socialistas (aunque afirmaran que el marxismo era una ciencia) daban cuenta del contenido "profético" y teológico del movimiento. El socialismo era una "verdad", pero había que "creer" en ella.
La utilización de la imaginería judeo-cristiana siguió presente durante un buen tiempo. Los socialdemócratas alemanes presentaban a Bebel como otro profeta. Lejos de una idea de "pura gestión", la socialdemocracia quería hacerse cargo de esa "profecía" para el proletariado.
En Alemania, donde se produjo fuertemente este fenómeno de cruce entre imaginería religiosa y tradición de izquierda, también los espartaquistas presentaron el asesinato de Rosa Luxemburgo y Karl Liebcknecht como el asesinato de Jesús. El Gólgota de 1919
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