En Chicago hay un rascacielos con cien ventanas. Pero no es un edificio de oficinas ni de apartamentos: es una prisión. Una cárcel vertical de hormigón, sin rejas y prácticamente inexpugnable. (Y con un patio en la azotea).
En la confluencia de la calle Van Buren con Clark, en el distrito histórico del Loop de Chicago, hay un rascacielos de casi 100 metros. Una máquina arquitectónica brillantísima, pero que, no figura en las guías de la ciudad.
Es el Metropolitan Correctional Center.
Claro, no está en las guías y apenas hay documentación interior porque claro, como dije en la presentación, no es un edificio que se pueda visitar: es una prisión federal. De mínima seguridad, sí, pero prisión federal.
Para contar la historia del MCC de Chicago habría que hablar de ENORME cantidad de prisiones que hay en USA. De hecho, aunque la mayoría son recintos en zonas alejadas de las ciudades, la de Chicago no es la única prisión urbana. También hay en Buffalo (iz.) o New York (dr.)
También las hay en otras ciudades como San Diego y, por cierto, en NYC hay OTRO rascacielos de hormigón y sin ventanas del que hablaré en otro episodio. Y no es una cárcel.
Este de aquí abajo.
Con todo, lo que convierte el MCC de Chicago en especial es que es el más esbelto. Con 92 m de altura y 28 plantas es un verdadero rascacielos.
Lo cual tiene todo el sentido, porque Chicago fue la cuna mundial de los rascacielos.
Chicago es la ciudad del Monadnock Building, primigenio rascacielos de ladrillo construido hace 120 años; del lobulado Marina City de Bertrand Goldberg, de los elegantísimos Lake Shore Drive apts, de Mies, y de la Torre Willis, de Skidmore, Owen y Merrill.
Es más, el MCC está tan en el centro de la ciudad, que el Monadnock y la Willis son prácticamente sus vecinos.
¿Los distinguís?
Pero es que, además, el MCC de Chicago es un edificio inteligentísimo y también una máquina de precisión.
Cuando, en 1969, el Departamento de Justicia encargó al arquitecto Harry Weese el proyecto, Weese tuvo claro que aprovecharía la condición de altura.
Por ejemplo, las ventanas del MCC tienen más de 2 m de alto pero no tienen rejas porque miden SOLO 13 cm de ancho.
Pero es que, además, en el caso de que alguien cupiese, le esperaría una caída imposible. Pensemos que un preso cuya celda esté en el piso 14 se encuentra a apenas 50 metros de la libertad, pero claro, son 50 metros insalvables.
50 metros en el plano no son 50 metros en altura.
(Y aún así, ha habido un par de fugas. Supongo que de reos MUY delgados)
Por su propia naturaleza arquitectónica, en el MCC no hay módulos ni grandes patios vigilados con torretas, sino que todo el edificio se estructura según plantas que funcionan como compartimentos estancos.
Tal es así que es uno de los escasos presidios mixtos de los Estados Unidos; los hombres y las mujeres viven, sencillamente, en pisos distintos.
En el "bloque" superior, los hombres. En el inferior, las mujeres.
Y en realidad, daría igual, porque aunque están separados por el comedor, a media altura, las plantas masculinos y femeninos podrían estar incluso mezclados porque, con solo 18 celdas en cada uno, se comportan de manera independiente.
Aquí se ven las plantas tipo del edificio.
Y aquí los croquis iniciales de Harry Weese.
Los únicos momentos críticos de la vida en el MCC se producen cuando los reos tienen que salir, no de sus celdas, cuyas puertas suelen estar abiertas, sino de su planta. Para bajar al comedor, la enfermería, la lavandería o la biblioteca.
Se toman cuatro ascensores con controles externos de seguridad y guardias armados en cada salida. Es difícil comprender la sensación que se puede tener cuando algo tan cotidiano como tomar un ascensor, se convierte en una experiencia vigilada y, a la vez, de liberación.
Porque, sí, el aspecto brutalista del edificio es un poco distópico (sobre todo por la noche). Además, es MUY probable que la gente de WarnerBros se inspirase en el MCC cuando imaginó la prisión de Azkabán para las pelis de Harry Potter.
Y sin embargo, tomar esos ascensores puede ser una experiencia liberadora porque esos ascensores conducen al patio, y como todo en el MCC, el patio no es igual al de las demás cárceles. El patio del Metropolitan Correctional Center está a 90 metros de altura.
En la cubierta.
Estar preso es una putada pero, aunque solo sea un par de horas al día, aunque solo sirva como mínima maniobra de ensoñación contemplada a través de una malla metálica, esas horas se pueden disolver jugando al voleibol...
...levantando pesas o haciendo sentadillas...
simplemente mirando a la ciudad de Chicago, al Millenium Park y hasta al lago Míchigan desde donde nadie puede hacerlo.
Y con estas tres fotos que resumen muy bien el episodio de hoy, vamos a despedirnos del Weese, de Chicago, del MCC y de #LaBrasaTorrijos de esta semana.
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(Es la hora de pasar la gorra!)
Nos vemos en un nuevo capítulo el próximo jueves a la misma hora.
Si queréis conocer más territorios improbables, todos las temporadas y todos los episodios de #LaBrasaTorrijos están archivados en mi tuit fijado, que es este hilo de hilos de hilos:
Ellisa Rolle, MONT, Joshua Mellin, Victor Hilitsky, Pillippe Ponchaux, ChicagoModern, ShyCutyNXR, Bill Zbaren, Hedrich Blessing, YoChicago, MiggityMac, Arkiteck, Joe Lekas, Kevin Ku, Jonathan Choe...
...Smisthsonian Channel, Angie Castells, Google, Warner Bros Pictures y quiero agradecer especialmente a @watery79 que fue ayer mismo a hacer unas cuantas fotos exclusivas para el episodio de hoy 🤗🤗🥰
(Fin del HILO 🏙️🪟🏀)
(Y en el episodio del próximo jueves vamos a conocer la historia de dos pueblos que están a 2 kilómetros de distancia pero llevan 70 años en guerra. Eso sí, no se atacan con armas sino con banderas, bafles y K-Pop)
Vamos con las codas, peticiones del oyente y saludos a mi mamá.
En el videojuego Watch Dogs aparece un edificio claramente inspirado en el MCC de Chicago. Lo llaman Palin Correctional Center y la entrada es bastante parecida a la del edificio real.
Jeffrey Epstein se suicidó en un MCC, pero no en el de Chicago sino en el de Nueva York.
En este.
Las fachadas del nuevo edificio de la Asamblea Legislativa de Costa Rica se parecen bastante a las del MCC de Chicago.
Es cierto, pero no creo que haya influencia; ese tipo de composición de fachada es relativamente frecuente en la arquitectura contemporánea.
Y una última cosa, esta vez personal.
Ha habido algunas respuestas al capítulo en el que califican al edificio como "horrible", mientras que alguna otra (sobre todo al ver el interior), han dicho que parece un hotel.
Pues ni lo uno ni lo otro.
El edificio es un edificio excelente que funciona como una máquina muy precisa para el objeto para el que ha sido proyectado: estancias breves en prisión.
El edificio no es culpable de que su función esencial sea privar de libertad.
Y, efectivamente, una cárcel funciona como artefacto para privar de libertad. No es un hotel. Nunca es un hotel.
Que te priven de libertad NUNCA es como pasar una temporada en un hotel.
Y la última. Una errata POR SUPUESTO.
La firma de arquitectura SOM es Skidmore, OWINGS & Merrill.
(Había escrito 'Owen' porque vete tú a saber por qué 🤦♂️🤦♂️🤦♂️)
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En 2022 apareció en Nueva Zelanda una biblia prohibida.
Tiene 4 siglos, le costó la vida a su creador y en sus páginas pone "Cometerás adulterio" y "Contemplad a Dios en su Gloria y su Culo Gordo".
Esta es la historia de la Biblia Malévola:
—¡Quemen todas las copias! ¡Apresen a ese hombre!— dijo el Arzobispo de Canterbury cuando leyó por primera vez la nueva impresión de la Biblia que le acababa de presentar Robert Barker, Impresor de la Corona Británica.
Era 1631 y el asunto era MUY serio.
Habían pasado ya dos siglos desde que Gutenberg crease el artefacto más importante de los últimos mil años: la imprenta. Gracias al invento, el conocimiento podía expandirse por el mundo.
Y en esa época, el conocimiento era, sobre todo, la Biblia.
De hecho, se dice que, incluso en la actualidad, la Biblia es el libro más impreso en todo el mundo. Pero claro, en el siglo XVII, imprimir la Biblia significaba mucho más. Significaba estatus y poder.
Y también significaba mucha pasta.
Los impresores eran gente que hacía mucho dinero, más aún si se trataba de impresores con acuerdos con la Corona, pues eso les garantizaba que sus tiradas siempre se iban a agotar.
Por eso, cuando Robert Barker y Martin Lucas llegaron al cargo de Impresores Reales, sabían que su destino iba a cambiar...
...aunque no cómo ellos pensaban.
Su primer encargo desde la Corona fue una nueva impresión de la Biblia del Rey Jacobo, la Biblia autorizada por la Iglesia Anglicana. Por supuesto, el encargo venía con muchas condiciones, la más importante era que fuese escrupulosamente fiel a la versión original de 1611.
Barker y Lucas se pusieron manos a la obra y, tras meses de durísimo trabajo, de repasar y repasar y repasar las planchas, entregaron a la Corona 400 copias de su nueva y flamante Biblia.
Pero cuando el libro llegó a los ojos del rey Carlos I, todo se fue a la mierda.
En el Éxodo 20:14, o sea, en los Diez Mandamientos, además de "No matarás", "No robarás" y otros siete habituales, el Sexto Mandamiento rezaba: "COMETERÁS ADULTERIO". Así, a la brava.
Pero aún había más, en el Deuteronomio 5, donde debería decir: "Behold, the Lord our God hath shewed us his glory and his greatness", lo que ponía era "Behold, the Lord our God hath shewed us his glory and his great-asse".
O sea: "CONTEMPLAD A DIOS NUESTRO SEÑOR EN SU GLORIA Y EN SU CULO GORDO".
Además de blasfemia, cachondeito.
En realidad, ninguno de esas dos blasfemias era intencionadas, claro, eran erratas. Pero eso importó poco al rey Carlos y a George Abbot, Arzobispo de Canterbury, quienes pillaron un cabreo monumental.
Tan monumental que llevaron a juicio al impresor Robert Barker, acusándole de una gravísima falta de cuidado en tarea tan importante como la que se le había encomendado.
El juicio fue bastante pantomima y, al final, a Barker le retiraron la licencia de impresor y le condenaron a una multa de 300 libras (aproximadamente un millón de euros en la actualidad). Una cantidad tan alta que Barker acabó ingresando en prisión por las deudas, donde murió en 1643.
Pese a los esfuerzos de la Corona Británica, no se destruyeron todas las copias de la Biblia Malévola (Wicked Bible), que es como se la empezó a conocer en el siglo XIX, por su historia, digamos, blasfema y malévola. Han aparecido varios ejemplares a lo largo de los siglos, que se conservan como oro en paño y que llegan a subastarse por cantidades astronómicas. El último de ellos apareció en Nueva Zelanda hace solo dos años.
Y si lo pensáis, es una putada para la memoria del pobre Robert Barker que la Biblia que acabó arruinándole y llevándole al trullo sea ahora un objeto de coleccionista que hace ricos a quienes se lo encuentran.
Si os gustan mis historias (y como las cuento), mi próximo libro es "La Pirámide del Fin del Mundo".
50 historias como no las he contado nunca: más improbables, más extensas y mucho más divertidas.
Cuando el misionero Francisco Álvares llegó a la capital del Imperio Etíope, se encontró con un edificio imposible:
Una iglesia subterránea, pero no escondida ni excavada; ESCULPIDA DE UNA SOLA PIEZA EN UN ÚNICO Y COLOSAL BLOQUE DE ROCA.
Esta es la historia: En 1520, el explorador portugués Pêro da Covilhã fue invitado por el emperador etíope Dawitt II a dar un paseo por la capital de su reino.
A Pêro da Covilhã le acompañaba el misionero Francisco Álvares, quien hacía las veces de embajador y notario de la visita. Asombrado hasta la incredulidad, Álvares tomaba notas y hacía dibujos de lo que a duras penas era capaz de creer pese a que lo tenía delante.
Tras atravesar varios pasajes estrechos en la montaña, la comitiva llegó a un claro donde se erigía esculpida una gran cruz que era una iglesia y, a la vez era, inequívocamente, un signo de la existencia de Dios.
Los etíopes lo llamaban Biet Ghiorgis: la Casa de San Jorge.
Álvares no daba crédito. Todo estaba esculpido en un mismo bloque de roca basáltica. Todo. La fachada, la cubierta, la decoración, el interior. Todo.
¿Quién había hecho eso? ¿Quién había tenido la voluntad, la fuerza y el tesón de construir —de tallar— semejante maravilla? "Fueron los ángeles y el Santo Gebre Mesqel. Lo hicieron en una sola noche, hace cuatrocientos años" respondió Dawitt, orgulloso. Y comenzó a contar una historia:
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En el año de nuestro señor de 1187, nuestro gran emperador, Gebre Mesqel Lalibela, rezó durante cien días y cien noches para que se le concediera la gracia de visitar Jerusalén, la ciudad santa, que en aquel entonces estaba tomada por infieles.
Al cabo de todo ese tiempo, una mañana plácida, las nubes se abrieron y del cielo descendieron veinte ángeles. "Te concederemos un deseo mejor, rey. Pues antes que rey, eres el mayor de los cristianos. Te ayudaremos a construir una Nueva Jerusalén aquí, en Roha".
Y esa misma noche, los ángeles, bajo la dirección del emperador Lalibela, esculpieron en la roca once iglesias a mayor gloria de todos los santos. Al día siguiente, el pueblo etíope se rindió a la magnificencia de las iglesias y la ciudad de Roha fue bautizada con el nombre del emperador. La capital del imperio etíope se llamaría, de una vez y para siempre, Lalibela.
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El misionero Francisco Álvares era un hombre piadoso, pero eso de que las once iglesias se hubiesen esculpido de la noche a la mañana, y con mano de obra angelical le sonaba un poco raro. Así que preguntó y repreguntó sobre la verdad de las iglesias esculpidas y lo máximo que sacó de unos cuantos párrocos etíopes es que no se habían construido en una noche, sino a lo largo de 24 años. Eso sí, lo de los ángeles era cierto.
Álvares no le apetecía mucho dar fe de la intervención divina en el asunto, por si acaso la curia no se lo tomaba a bien, ya sabéis. Así que dejó más o menos claro que lo de los ángeles era una leyenda. También dejó claro es que las iglesias existían y eran tan asombrosas que desafiaban a la razón: "No quiero escribir más sobre estos edificios porque me parece que no me creerán si escribo más... Juro por Dios, en cuyo poder estoy, que todo lo que he escrito es la verdad".
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Cinco siglos después de la visita de Francisco Álvares, las iglesias de Lalibela siguen allí, intactas. También la imposible Casa de San Jorge.
Aunque se han realizado estudios arqueológicos contemporáneos, no se ha podido precisar con exactitud cómo se construyeron. Solo que se esculpieron con martillos y cinceles.
Empleando únicamente martillos y cinceles.
Ángeles con las Manos Negras es uno de los capítulos de mi nuevo libro: "La Pirámide del Fin del Mundo".
50 historias como no las he contado nunca: más improbables, más extensas y mucho más divertidas.
¿Sabíais que en Madrid hubo una piscina en una isla EN MEDIO DEL MANZANARES?
Se llegaba por un puentecito y la piscina tenía playa, zonas deportivas y un precioso edificio racionalista.
Ya decían "The Refrescos" que aquí no hay playa, vaya vaya, pero lo cierto es que, hasta que decidimos que la playa de Madrid iba a ser Gandía, en Madrid hubo un montón de intentos de inventarse una playa.
En la 2ª Guerra Mundial, el gobierno británico quiso acabar con TODAS las vacas de Alemania. Pero tenía que probar que su operación funcionaría, así que antes ARRASÓ CON ÁNTRAX una de sus propias islas.
Esta es la historia de la Isla Gruinard: En 1981, el Glasgow Herald recibió una carta que decía: "Cuando lean esto, la operación ya habrá empezado. Hemos enviado una libra de tierra de la isla Gruinard a Porton Down.
Solo tenemos una petición: limpien la isla. Firmado: Comando Cosecha Oscura".
En efecto, poco antes de recibir la carta, un pequeño contenedor de máxima seguridad había llegado al centro secreto de investigación biológica militar de Porton Down en Wiltshire, Inglaterra.
Dentro había algo que no debería estar allí. Algo que no debería saber nadie.
En 1942, el gobierno de Churchill había planeado una operación extrema para ganar la 2ª Guerra Mundial: envenenarían con ántrax todas las vacas de Alemania.
La llamaron Operación Vegetarian.
La cosa era tan sofisticada como extremadamente truculenta porque, además de envenenar a las vacas, la bacteria se transmitiría a los soldados que comiesen la carne de esas vacas y, de paso, provocaría una carestía de alimentos en todo el país.
La idea era bombardear Alemania con balas de pienso y forraje contaminado, que las vacas se las comieran y, a partir de ahí, iniciar una reacción encadena que diezmase al ejército nazi. Era algo inimaginable, pero estaban dispuestos a hacerlo.
Así que decidieron testear la operación en una pequeña isla de 2 km2 al norte de Escocia llamada Isla Gruinard. Como la isla estaba deshabitada, unos cuantos científicos y militares fueron allí con 80 ovejas y, sencillamente, las bombardearon con una nube de ántrax.
Pensaban que las ovejas morirían en dos o tres semanas, pero el problema es que la cepa que habían elegido —Vollum 14578— era tan virulenta que todas las ovejas murieron en tres días. Autopsiaron a unas cuantas y el resto de cadáveres fueron quemados y enterrados.
Sin embargo, las ovejas no fueron las únicas afectadas. Tras hacer varias catas, comprobaron que la mayor parte del suelo de la isla estaba contaminado por ántrax e incluso se había traspasado a zonas de la costa de Escocia.
Así que, en 1944, prohibieron terminantemente el acceso a la isla. Nadie podía ir porque nadie podría regresar.
Todo permaneció oculto a la opinión pública durante décadas. Lo más que se sabía eran habladurías locales, cuentos para asustar a los niños.
Hasta que, en 1981, un grupo de científicos y activistas se colaron en Gruinard, tomaron 150 kilos de tierra y comenzaron una operación semiterrorista para obligar al gobierno a limpiar la isla. Se hicieron llamar "Dark Harvest Commando". Comando Cosecha Oscura.
Tras el envío al centro de investigación militar de Porton Down, Cosecha Oscura mandó otro contenedor con tierra contaminada a Blackpool. Justo a la recepción del hotel donde se celebraba la convención anual del Partido Conservador.
Y entonces sí que saltaron las alarmas.
Una vez que el gobierno supo que otros sabían lo que había pasado en Gruinard, en 1986 enviaron a un equipo de descontaminación con 280 toneladas de formaldehído diluido que esparcieron por la isla.
También arrancaron toda la capa superior del suelo de las zonas más contaminadas y volvieron a llevar allí a un pequeño rebaño de ovejas. Al cabo de un mes, comprobaron que las ovejas seguían vivas y saludables y, al fin, dieron por terminada la cuarentena de la Isla Gruinard.
Habían pasado 48 años desde el experimento y, de hecho, hasta 1996, seis años después de reabrir la isla, no se desclasificaron todos los documentos relacionados con el bombardeo de Gruinard.
54 años de la historia de una isla.
Por fin llega "La Pirámide del Fin del Mundo", el libro oficial de #LaBrasaTorrijos
50 historias como la de Gruinard.
50 historias como no las he contado nunca: más improbables, más extensas y mucho más divertidas.
En 1976, radioaficionados de toda Europa comenzaron a recibir un extraño sonido desde las proximidades de Chernóbil: tac-tac-tac-tac-tac.
No sabían qué era, pero luego se descubrió que era un radar del tamaño de un rascacielos.
Salvo que no existía.
Esta es la historia: en algún momento del primer trimestre de 1976, las emisoras de onda corta de toda Europa comenzaron a recibir un extraño sonido. Una serie de golpes marcados, uno tras otro, en una cadencia repetida sin fin.
Tac-tac-tac-tac-tac-tac-tac-tac-tac-tac.
El ruido se metía en todas las ondas y era capaz de interferir e interrumpir frecuencias legales y piratas. Llegaba a entorpecer hasta la radio de los aviones comerciales. Enseguida, los radioaficionados de todo el mundo lo llamaron "El pájaro carpintero".
Tac-tac-tac-tac-tac-tac-tac-tac-tac-tac.
Intentaron combatir el sonido con señales sincronizadas de onda continua, pero nada parecía alterar al pájaro carpintero.
Pronto se detectó que la señal provenía de la República Soviética de Ucrania así que enseguida aparecieron teorías conspiratorias: que si un sistema de control del clima, que si un sistema de control mental, que si un anticipo de una invasión de la URSS...
Pero, en realidad, lo que casi todos los aficionados a la radio intuían es que se trataba de un sistema de radar OTH (Over The Horizon).
Y eso es lo que era exactamente: un COLOSAL sistema de radar cuya detección se extendía muy por encima del horizonte. Se llamaba Duga-3.
Los radares OTH son sistemas de largo alcance capaces de avanzar miles de kilómetros sobre el límite de un radar convencional porque la señal no es directa sino que rebota en la ionosfera. Y claro, el DUGA-3 no era una instalación civil; era un escudo antimisiles. O más bien, un sistema que permitiese detectar los misiles intercontinentales Minuteman III con cabeza nuclear que, supuestamente, pudiesen lanzar los USA contra la madre patria soviética.
La Guerra Fría fue una época muy, ejem, especial, así que los soviéticos negaron la existencia del Pájaro Carpintero y, por su parte, los yanquis negaron que ellos supieran que el Pájaro Carpintero existía.
Pero seguía martilleando cada día en todas las radios de onda corta del mundo. Tac-tac-tac-tac-tac-tac-tac-tac-tac-tac.
Una matriz de miles de antenas, que media un kilómetro de largo y se alzaba a la altura de un rascacielos de 50 plantas, sencillamente, no existía.
Con todo, el DUGA-3 permaneció activo hasta 1989 y, a día de hoy es un lugar de acceso restringido, pero no por su actividad pasada, sino porque se encuentra en la zona de exclusión de Chernóbil, pues la ciudad fantasma de Prípiat está a solo 20 kilómetros.
El Pájaro Carpintero es uno de los capítulos de mi nuevo libro: "La Pirámide del Fin del Mundo".
50 historias como no las he contado nunca: mucho más improbables, mucho más extensas y mucho más divertidas.
Cuando los Estados Unidos comenzaron a construir el escudo antimisiles de Nekoma, no sabían que solo iba a estar en funcionamiento durante 3 días.
No fue ningún fallo; es que su propio diseño podía matar a miles de personas.
Esta es la historia de la Pirámide del Fin del Mundo: en 1972, los USA y la URSS firmaron el Tratado de Misiles Antibalísticos, según el cual, ambos podían elegir solo un área para proteger de misiles nucleares CON misiles nucleares.
Los soviéticos eligieron Moscú. En cambio, los yanquis eligieron una pradera en Dakota del Norte. Allí construyeron la Pirámide del Fin del Mundo.
En realidad, la pirámide, de 30 metros de alto y alzada desafiante sobre la pradera, no tenía nombre oficial; se la conocía como Pirámide de Dakota del Norte o Pirámide de Nekoma (porque Nekoma es el pueblo más cercano). En sí mismo, el edificio era un sistema de detección mediante Radares de Adquisición Perimetral o Radares de Matriz de Fase (PAR, en inglés), que estaban instalados en los ojos de cada cara de la pirámide y oteaban los 360º del cielo día y noche.
Sin embargo, la pirámide no era lo verdaderamente importante, porque los radares solo eran una parte del escudo antimisiles. Todo el conjunto pertenecía al Stanley R. Mickelsen Safeguard Complex e incluía 100 silos con 100 misiles con cabeza nuclear. 20 LIM-49 Spartan de largo alcance y 80 Sprint de corto alcance.
Además, los 100 silos estaban muy cerca de la pirámide y DIRECTAMENTE conectados al radar.
¿Cómo funcionaba el escudo? Pues si los radares PAR, capaces de identificar posición, dirección y velocidad de múltiples objetivos, detectaban algún misil intercontinental de largo alcance, inmediatamente lanzaban los Spartan de 5 megatones; y si los Spartan fallaban, era el momento de los Sprint de 1 kilotón.
La idea era hacer explotar a los misiles rusos lo más alto posible en la atmósfera, para comprometer lo mínimo posible las poblaciones que estuviesen bajo la explosión nuclear. Y esta era la explicación de por qué los americanos decidieron colocar el escudo en Dakota: Se trataba de alejar las posibles explosiones de las grandes ciudades.
Pero claro, por mucho que estuviese en medio de la nada, la explosión nuclear SIEMPRE iba a afectar a núcleos de población. Teniendo en cuenta que los misiles soviéticos vendrían desde el ártico, los núcleos de población afectados estarían EN CANADÁ, lo cual es un poco feo, pero bueno, Canadá formaba parte del NORAD, así que también estaban en el ajo.
Sea como fuere, y en vista del desmán presupuestario (costó seis mil millones de dólares) y de que el sistema Safeguard sacrificaría cientos de miles de vidas (aunque salvase millones), la Pirámide apenas estuvo en funcionamiento completo durante 3 días de 1975.
En la actualidad, el Complejo Stanley R. Mickelsen es una instalación abandonada que funciona como reclamo turístico de una zona con muy pocos atractivos para visitar.
El resto de un pasado en el que el miedo dominaba a la especie humana.
Las ruinas de cuando todos creíamos que mañana sería el fin del mundo.
"La Pirámide del Fin del Mundo" es mi nuevo libro.
Y es una de los 50 historias que cuento como no las he contado nunca antes: mucho más curiosas, mucho más improbables, mucho más extensas y mucho más divertidas.