A todos los que me han mandado DM preguntándome cosas sobre mi ceguera etc, primero, amo leerlos. Gracias por preguntar, por querer informarse- amo responderles, también! Pero disfruto mucho democratizando las conversaciones.
Todos somos diferentes, y pensamos de forma distinta, y con las personas ciegas no es la excepción, así que tal vez alguna respuesta que yo dé al privado no se corresponda con lo que piensa o vive gran parte de la comunidad.
Hoy me preguntaron si sueño, por ejemplo. Yo sí lo hago, y como dato random les cuento que en mis sueños es imposible que me choque con nada. Tampoco veo en ellos, porque nunca vi en mi vida, pero no sé cómo será para los demás.
Así que nada, amo responder sus preguntas (y nunca voy a tener un problema con ninguna, por más rara que pueda parecer) pero mis respuestas no siempre van a coincidir con las del resto de personas ciegas.
Dicho esto, también dejo la puerta abierta a cualquier pregunta que quieran hacer. Yo siempre disfruté charlar e informar sobre estas cosas, porque creo que así se rompen un montón de barreras, normalizándolas.
Además, en Twitter también hay un montón de gente ciega súper abierta, así que si preguntan por acá seguro tengan más de una respuesta interesante.
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Cuando escribí sobre la educación, les dije que tenía historias lindas para contar, y la de Gerardo Menéndez, mi profe de geografía en primero y segundo de liceo, es una de las que más me marcaron. Con su permiso, acá les va.
Hasta que entré al liceo, no era muy fan de la geografía. Entendía todo, pero me aburría muy fácil porque me costaba asociar los países a un lugar en el espacio. Sabía que Uruguay estaba entre Argentina y Brasil, por ejemplo, pero se me hacía difícil interpretarlo mentalmente.
Como ya les conté, en la escuela mi madre pasaba las noches transcribiendo todos mis trabajos, así que el tema de los mapas estaba complicado. Habían intentado adaptar algunos con madera, pero no había funcionado muy bien.