Acabo de llegar a casa después de presenciar algo bastante impactante. Vais a flipar, abro hilo.
Resulta que he salido con la perra a dar un paseo por el barrio. Normalmente a ella le gusta tirar para el parque porque tenemos uno muy grande enfrente de casa y a los perros les gusta ir allí a oler el culo de los otros perros.
Pero en esta ocasión, Suri, que así se llama mi perra, ha decidido innovar y ha comenzado a caminar en la dirección opuesta, hacia el polígono industrial que está a las afueras de donde vivo.
En la puta vida había tirado tan fuerte de la correa. Yo estaba flipando en plan, esta se ha debido de quedar viendo esta noche las reposiciones de Rex. Al principio me han entrado ganas de obligarla a volver a casa, pero, joder, me podía la curiosidad.
Hemos llegado al polígono y ella seguía tirando y tirando hasta llegar a una nave muy vieja en la que ha decidido entrar y yo detrás, por supuesto. Olía como a lejía y a jamón, rarísimo. Un señor con una bata blanca me ha visto y yo me he quedado cortada. Pero entonces, flipa.
Pensaba que me iba a llamar la atención, pero me ha dicho: pasad, os estábamos esperando. Yo he pensado que me estaba volviendo loca, en serio. El tío se ha agachado, le ha quitado la correa a Suri y la ha cogido en brazos mientras me ha pedido que lo acompañara.
Por ahí había más gente con bata blanca y un montón de máquinas que no te sabría decir qué cojones son. Es que ni idea. Hemos llegado a una sala que tenía las paredes pintadas de un blanco que hacía daño a los ojos. En el centro había una banqueta donde ha colocado a Suri.
Después me ha dado unas gafas como de 3D y me ha pedido que me las pusiera. En este punto he dudado de si alguien me había echado droga en el café, o si me había muerto. El tío ha pulsado un interruptor y del techo ha caído una pistola láser gigante que apuntaba a Suri.
Yo he querido correr hacia ella, pero mis pies estaban literalmente pegados al suelo. No me podía mover. Entonces un láser azul la ha traspasado y ella ha empezado a ladrar. Yo estaba de los nervios, y el tío de la bata me ha dicho “tranquila, acabamos enseguida”.
¿Pero el qué acabamos, joder? No me digas por qué pero me he acordado de que tenía las lentejas al 4 y que lo mismo se me quemaban.
Unos segundos después, el láser se ha apagado y con lágrimas en los ojos he corrido a abrazar a Suri. Parecía que estaba todo bien, pero entonces, al apretarla contra mi pecho he escuchado un murmullo.
Al principio me he imaginado que era el señor de la bata que me miraba tan satisfecho, pero resulta que no. Que era mi perra. Es que es muy fuerte el tema.
Mi cara ha tenido que ser un poema cuando la he escuchado decir en un perfecto castellano: tía, soy yo. Me cago en la puta, ¿qué es esto? Yo me he quedado en shock y el señor de la bata me ha acompañado a la puerta con Suri todavía en brazos.
Mientras salía, de refilón he podido leer un cartel que decía algo como: porque los perros también tenemos algo que decir. He salido de ahí cagando ostias y cuando ya estábamos fuera Suri me ha dicho: a ver si te crees que eres tú la única que quiere decir gilipolleces.
Después hemos vuelto a casa en silencio. Yo me he tomado una tila doble y estoy algo mejor, pero en serio, vaya historia. Las lentejas están bien también.
Así que nada, si tú o tu perro tenéis algo que decir, decidme por privado y os mando la dirección. No tengo ni idea de lo que cuesta porque ha sido cosa de Suri. La movida está en Móstoles.
Estamos bien. 
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