HILO: Como alguien que vivió hace 5 años el horror de que se obligara a que mi padre (tras 7 años en cuidados máximos, sin cordura y casi vegetal) pasara por 1 doble cirugía y torturas en el hospital, porque no hacerla era “dejarlo morir”, no puedo estar más feliz hoy. #Eutanasia
Mi padre llevaba con Párkinson y Alzheimer avanzado 7 años. Mucha complicación digestiva. Su vida era que lo llevasen de una butaca a la cama y viceversa. No hay palabras para describir la pesadilla suprema que era que sus intestinos evacuasen. 7 años diariamente así...
Y la que se acabó cargando toda esa responsabilidad fue mi pobre madre, 20 años separada de mi padre pero aún en su vida, ya que mi hermana y yo vivíamos ambos fuera de Mallorca en esa época y ella no quiso ponerle en un centro que le cuidaran. Mi madre se quemó cuerpo y alma.
Cuando no había NADA que hacer, ninguna solución médica, ningún alivio ni apoyo. Nos habían dicho que era situación “terminal” y por eso mi madre eligió el sacrificio pensando que sería un año. Fueron 7 años. 2300 días sin salir de esa situación que cada día era más cuesta arriba
Los dos últimos años de esa vida que no era vida, mi padre se pasó saliendo y entrando en hospitales cada tanto porque al no tragar bien, aún con dieta blanda su cuerpo desarrollaba neumonía aspirativa (parte de la comida le iba al pulmón y se lo infectaba).
Y nos “obligaron” a llevarle a quirófano e instalarle un tubo para alimentarlo por ahí y una colostomía porque si no, iba a morir por inanición y “en España la eutanasia no existe, no puedes dejar morir a alguien”. No quiero ni recordar el horror que fue lo que vino después.
Una negligencia de enfermeras con el catéter le dejó a mi padre casi muerto y necesitando transfusiones de sangre. Hizo obstrucción intestinal el tubo tras la cirugía. Y aún así, el cirujano, que era un señor católico, decía que de esto “se recuperaría”. Que había que esperar
¿Recuperarse de qué? ¿Para volver a ser un vegetal que pasa los días en una silla esperando a la muerte? Un señor como había sido mi padre, orgulloso, elegante, viajero, un lince para los negocios. ¿Qué vida era ahora eso que tanto había que preservar?
Mi padre, si hubiera podido verse acabar así y recuperar la cordura un simple segundo, hubiera preferido tirarse por la ventana de su edificio que vivir un segundo más así. Pero la ley le obligaba a (mal)vivir porque en España NO había muerte digna.
Toda la vida le agradeceremos a un chico enfermero que lo atendía, que al ver lo desesperante de la situación, dijo que si fuera su familiar él también quisiera poder darle paz, y nos trajo a otro doctor de guardia que SÍ estuvo de acuerdo en iniciar el proceso de sedación.
3 días más tarde, al lado de mi madre, fui testigo de la muerte de mi padre. Una noche que jamás olvidaré mientras viva. Una noche que me hizo activista en pro del derecho a la #eutanasia y la #MuerteDigna.
¡Me enorgullece que POR FIN España haya dado un gran paso adelante hoy!