Thread by @Indomation1

El hablar con la gente de la calle, gente necesitada de verdad, que duerme en la misma, me ha enseñado mucho.
Quiero seguir hablando de esto porque es necesario.
Me están sorprendiendo algunos seguidores míos, que no los tenía como tan apáticos con los indigentes.

Nadie, absolutamente nadie que duerme en la calle tiene comodidades. Pasan frío, calor, humedad, dolores, hambre, falta de higiene etc....
Hay quién lo hace por voluntad, hay quién lo hace por problemas mentales, hay quién lo hace porque no tiene nada más, y se ven en el arroyo.

Y esas personas pueden terminar con problemas mentales o no. Pero lo peor que puede tener quién esté en la calle, es la soledad. El estar rodeados de gente, pero que miren hacia otro lado, o no se dirijan nunca a ti. Que pases lo que pases, te veas solo.

Eso no se lo deseo a nadie.
Le he hablado a alguien de una persona que conocí que vivía en la calle, para intentar abrirle los ojos, pero no ha entendido nada.
Y se lo hablaba porque me ha puesto un ejemplo de alguien que decidió vivir así, para ser más libre.

Os hablo de este ejemplo, que lo mismo incluso algun@ le habéis visto alguna vez ya que se ponía en un lugar muy concurrido.
Salustiano. Un señor con pinta de capitán de barco de los de antes, con poco pelo por arriba, patillas blancas como la nieve y que solía llevar un gorro.

Y que solía fumar en pipa. Se ponía en la calle Serrano, en la acera de en frente, del Corte Inglés.
A Salustiano lo conocí muy bien, fué albañil, tenía varias hermanas en un pueblo, al que cuando iba por ciertas fiestas, nunca las dijo que vivía en la calle.

Se limpiaba en una fuente de Castellana, y dormía cerca en una zona con resguardo de un banco cercano, en el que los vigilantes le dejaban que lo hiciera, ya que no ensuciaba. Salustiano era feliz en la calle, porque se acostumbró a la dureza de la misma.

Al frío, a la lluvia y a su libertad. Una vez le llevaron a una residencia momentaneamente solo, porque tuvo un problema de salud. Fuí a verle allí, y me dijo que se sentía como un pájaro en una jaula, y que quería volver a la calle. Y volvió, pero solo un tiempo y desapareció.

Pero hay que conocer más de la vida en la calle de Salustiano para entenderle. Y esto es lo que quiero que entendáis.
Salustiano seguramente ya haya fallecido, hace 2 años y 5 meses que no le veo, y no se nada de el.

Cuando me paraba a hablar con el al salir del trabajo, le llevaba algo de comer, latas de conservas, algún vino que se que le gustaba mezclar con gaseosa y le daba algo de dinero. Incluso tabaco una vez, para su pipa. A Salustiano, alguna gente como yo, le ayudaba bastante,

y podía sobrevivir. Pero muchas veces como el mal que tenía en los dedos de un pie infectado, se lo tenía que pagar el con ese dinero, comprando en la farmacia su tratamiento de 30 euros. Cuando hablabamos, se le acercaba gente conocida y le saludaban,

alguna chica incluso le daba un beso, aunque estuviera algo sucio. Porque eran como decían el abuelo de tod@s nosotr@s. Y todo eso es lo que le hacía feliz y libre a Salustiano, aunque estuviera en la calle. El cariño y amor de todos los que le queríamos.

Sin eso, Salustiano nunca habría sido libre, nunca le habría gustado la calle, y hasta el último momento mantuvo su cordura y su dicho de que "le daba lo mismo por donde saliera el sol". Quería las justas preocupaciones.

Otras personas que no son tan sociables, o tienen otras pintas que gustan menos, o problemas mentales y se ven obligados a vivir en la calle, no tienen tanta suerte. Y la gente no les presta tanta atención, los rechazan o los dejan solos.

Para ellos esa libertad de Salustiano, es una condena. Sin amor, da lo mismo, que tengas dinero, techo y comida, pero si encima estás en la calle, pasando penurias, morirás amargad@, aviejad@ y solo en un mundo deshumanizado

en el que quién no corre, o es suficientemente espabilado, está condenad@.
Y mientras los que podemos terminar un día así, no nos compadezcamos de esa injusticia, los políticos y administraciones, nunca harán nada de verdad por ell@s. Ya que no valen votos.