Thread by @EC_es

#DejandoHuellaEC

▶️ #AlbertHofmann nació en 1906 en Baden (Suiza) y desde muy joven mostró extrema curiosidad por los misterios espirituales y materiales de la naturaleza.

Los muchos interrogantes que quería resolver sobre la realidad le llevaron a desarrollar su carrera académica en Química…

Especialidad en la que se doctoró con honores en 1929 en Zúrich tras describir la composición química de la quitina, un carbohidrato estructural muy resistente presente en animales y hongos.

Tras doctorarse, Albert pasó a formar parte de la plantilla de los laboratorios Sandoz de Basilea, donde comenzaría su trabajo con los alcaloides del cornezuelo de centeno (Claviceps purpurea).

Esto le permitió sintetizar la LSD en 1938 a través de la transformación del alcaloide llamado ergina (LSA). Sin embargo, su potencial le pasó desapercibido durante años.

El 16 de abril de 1943, Hofmann ingirió una minúscula cantidad de LSD de forma accidental que le permitió darse cuenta de sus efectos. El 19 de abril del mismo año, Albert ingirió por primera vez LSD de forma intencionada.

Su viaje psicodélico comenzó mientras volvía a casa desde el laboratorio montando en bici, lo que ha terminado por identificar al 19 de abril como el #DíaDeLaBicicleta dentro de la comunidad psicodélica.

Tras la comercialización de la LSD bajo el nombre Delysid (Sandoz, 1947) , Albert pasó a dirigir el Departamento de Productos Naturales del laboratorio, donde continuaría estudiando otras sustancias psicodélicas.

Esto le llevó, entre otros avances, a aislar la psilocibina como principio activo de los hongos del género Psilocybe (1953).

En 1971, Hofmann se retiró abandonando Sandoz. Durante el resto de su vida fue claro en su opinión sobre la LSD, que había sido prohibida en 1966: la consideraba una sustancia de gran utilidad terapéutica; pero también declaraba que debía utilizarse con cuidado.

Albert Hofmann murió en el año 2008 a los 102 años de edad por un paro cardiaco. Sin embargo, su legado como renovador de la psicofarmacología y la cultura del siglo XX es eterno.

¡Gracias, Albert!