Habrá quien no recuerde ya el accidente de tren de Galicia en 2013 que dejó 80 muertos y 144 heridos, uno de los episodios más siniestros de la cloaca infecta que es el Estado español, que, como todo régimen burgués, necesita de actores principales y actores secundarios.
No voy a extenderme demasiado en lo sabido y consabido sobre las causas del accidente. Baste recordar las repetidas advertencias, desoídas por los capos del Estado, sobre el grave peligro a la seguridad que suponía no instalar el sistema ERTMS en el tramo final del recorrido.
O la adulteración de la composición del tren deliberada y ocultada por el PSOE y el PP en comandita, de esa joya de la Corona que el AVE ha sido y es para la burguesía española, que agravó aún más el accidente y que contravenía las normas más básicas de seguridad vial.
Si algo nos enseña este caso respecto al concentrado de la economía que es la politiquería burguesa (particularmente la española, e incluyo por supuesto a sus necesarios cómplices periféricos vasco-catalanes de PNV y la vieja CiU), es recordar cómo se las gasta la burguesía.
Un recordatorio siempre necesario de a qué clase de enemigo nos enfrentamos, de que la revolución es de todo menos un juego, de que la clase capitalista y sus gestores están dispuestos a todo y contra quien haga falta con tal de hacer respetar la ley sagrada de valorizar capital.
Una clase que no duda ni dudará en hacer valer y velar sus intereses por todos los medios que sean necesarios, y que además tratará siempre de imponer sus códigos morales y las condenas necesarias, a las que por supuesto accederá gustoso también el oportunismo (Operación Cetme).
Todo lo impersonal y abstracto que es el sistema de dominación burgués cobra una asombrosa concreción personificada cuando se trata de endilgar el muerto, nunca mejor dicho, al último eslabón de la cadena. Con la anuencia cómplice de la burocracia sindical, naturalmente.
Para un repaso de esta hazaña de la burguesía patria:
Cuando algunos denunciamos, en práctica minoría dentro del campo comunista por ahora, que el feminismo del capitalismo maduro es el campeón actual en la estabilización y el encuadramiento corporativo de masas, lo decimos por políticas concretas como esta:
Cuando, además, exponemos y fundamentamos que el feminismo es una concepción del mundo que reclama su sustantividad propia (la perspectiva de género, en oposición antagónica a la visión universal del proletariado revolucionario), lo decimos también por argumentaciones como esta:
Y ello está puesto negro sobre blanco en los escritos teóricos de las más conspicuas figuras del feminismo, sobre todo entre aquellas que, como he dicho más de una vez, menos necesidad tienen de utilizar fraseología marxista.
A propósito de la reflexión de @VonKoutli, un mando militar de la burguesía española enfatizó en una entrevista, poco después de la invasión rusa de Ucrania, la relevancia estratégica de fortalecer lo que llamó una cultura y conciencia nacional de defensa.
Insistió en la necesidad de fortalecer la cohesión y la paz social en este momento de intensificación de las contradicciones entre Estados capitalistas, en la necesidad de que las grandes masas sientan que el Estado y las fuerzas armadas son su Estado y sus fuerzas armadas.
Dicho trasfondo pone de relieve la dinámica acentuada con la pandemia, que pocos comunistas han denunciado: la creciente militarización de las sociedades capitalistas occidentales en particular, y cómo unidades como la UME han cumplido ese propósito de masas para la burguesía.
Una cosa es la necesidad de acometer un Balance —la columna vertebral de la reconstitución ideológica y política del comunismo— integral de la experiencia soviética a propósito de la cuestión nacional . Otra muy distinta, aceptar la propaganda burguesa al respecto.
Cada uno sabrá qué referente elige como punto de partida: la praxis revolucionaria bolchevique y la entera historia de la Unión Soviética (hasta su etapa abiertamente socialchovinista), o la academia de la burguesía y el jefe actual del Estado Mayor de la gran burguesía rusa.
Al respecto de lo último, tampoco es casual (en política y en la vida nada lo es) que lo más "granado" del socialfascismo patrio se apoye en la "autoridad" del más descarado chovinismo gran-ruso para impugnar lo más avanzado de la experiencia soviética sobre el problema nacional.
Dosier con valiosa información sobre la guerra civil tayika (1992-1997), que estalló en el país poco después de la implosión y disolución de la URSS socialimperialista.
Sin quitarle importancia al factor étnico y religioso, este tipo de conflictos armados han constituido la forma de expresión principal de los choques entre fracciones de clase dominantes y fracciones desplazadas o con una menor cuota de poder (fragmentos de Olivier Roy).
Dos datos reveladores de Michèle Kahn ("Les Russes dans les ex-républiques soviétiques") acerca de la realidad social del Tayikistán y el Asia central durante los 80: menor tasa de matrimonios mixtos de la URSS; en 1989, solo un 3,5 % de rusos conoce la lengua tayika.
El desarrollo de los últimos acontecimientos en Ucrania y el este de Europa exige, para quienes aún no hemos renunciado a la superación de un régimen social de esclavitud y barbarie, una toma de posición proletaria, independiente. Unas breves consideraciones al respecto.
1/ Tres principios primordiales sin los cuales es imposible adoptar una postura, desde la perspectiva y la 𝗰𝗼𝗻𝗰𝗲𝗽𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗱𝗲𝗹 𝗺𝘂𝗻𝗱𝗼 del marxismo revolucionario, acerca del conflicto que sacude hoy a uno de los puntos más calientes del sistema imperialista mundial:
2/ En un momento de derrota del comunismo mundial, de interregno entre un Ciclo de Octubre clausurado y un nuevo ciclo revolucionario mundial aún por abrir, el centro del tablero lo sigue ocupando la contradicción interimperialista y entre distintas fracciones burguesas.
La contribución de Bermudo Ávila a la controversia en torno a la cosmovisión revolucionaria y el papel en ella del marxismo kantiano y del austromarxismo "anti-Engels" merece, como poco, ser tenida en cuenta. Ahí va un brevísimo hilo con algunos fragmentos de interés.
), Bermudo expone cómo una “buena parte del debate antiengelsiano ofrece formas típicas del marxismo kantiano”.
Así, en el marxismo de base kantiana, un "momento del marxismo [que] es poco conocido [y] que toma fuerte arraigo a finales del XIX en las filas de la socialdemocracia alemana", hallamos "buena parte de la crítica posterior a Engels".