La deuda eterna (Dedicado a los que ayudan).
"Cuando yo era pequeña me gustaba mucho entrar en la cafetería para ver las cosas ricas que vendían; rara vez podía comprarme algo, porque mi papá no me daba dinero para comprar nada en la calle.
"Cuando yo era pequeña me gustaba mucho entrar en la cafetería para ver las cosas ricas que vendían; rara vez podía comprarme algo, porque mi papá no me daba dinero para comprar nada en la calle.
Un día estaba como abobada mirando las galletas con mantequilla (que aún hoy en día son mi mayor debilidad) cuando se acerca un señor de cabeza blanca y rizada con un bastón de madera que lo ayudaba a caminar; Bichí lo llamaban y era buen amigo de una tía mía.
-¡Quieres unas galletas?, pues tómalas que yo te invito. Y sacó de su bolsillo una moneda de veinte centavos y me la entregó.
Yo sentí mucha pena, pero con ese dinero podía comerme tres pares de galletas saladas con mantequilla y un refresco gaseado.
Yo sentí mucha pena, pero con ese dinero podía comerme tres pares de galletas saladas con mantequilla y un refresco gaseado.
La tomé y le dije "Gracias. Te lo devolveré cuando sea grande y trabaje".
Bichí sonrió dulcemente y me dijo "Claro, no hay problema. Yo espero".
Bichí sonrió dulcemente y me dijo "Claro, no hay problema. Yo espero".
Casi tres veces por semana se repetía el mismo ritual, porque él era ya jubilado y por eso solía sentarse siempre en el parque con su periódico, y exactamente allí estaba la cafetería.
Y cada vez yo repetía la misma promesa...
Y cada vez yo repetía la misma promesa...
Pasó el tiempo y tuvimos que mudarnos a otra ciudad muy lejana, allí terminé la escuela, mis estudios, después me fui del país; aunque siempre trataba de preguntar por Bichí mi tía me decía que hacía mucho que no lo veía.
Un día que volví de visita me decidí yo misma averiguar su paradero, porque no había olvidado mi promesa; yo no quería devolverle el dinero que en aquel tiempo mucha alegría me causó, sino regalarle la misma comprensión y empatía que él me había regalado a mí.
Desgraciadamente nunca lo encontré, por su avanzada edad lo más probable es que haya muerto, pero a lo largo de los años, nunca dejé de pensar en él, en su sonrisa y en mi promesa.
Hoy siento que tengo una deuda eterna que nunca podré saldar, pero creo que desde el cielo él me esté observando con una sonrisa y pensando "Ya eres una mujer adulta y tu golosina preferida sigue siendo las galletas con mantequilla".
Mi consejo: Nunca esperen mucho tiempo para salir a devolver el amor que han recibido.
¡Nunca sabremos cuando una persona querida se marchará para siempre!"
Marbelis Lobaina Pérez
¡Nunca sabremos cuando una persona querida se marchará para siempre!"
Marbelis Lobaina Pérez
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