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May 6, 2021 34 tweets 15 min read Read on X
En la calle 42 se esconde el lugar más genuinamente extraño de Nueva York. Privado pero libre. Bajito pero tan alto como una catedral gótica.

Porque no es un edificio; es un bosque guardado dentro de un edificio.

En #LaBrasaTorrijos de hoy, la Fundación Ford.

HILO 👇
(Se recomienda la lectura del episodio de hoy acompañado de esta DELICIOSA banda sonora)

open.spotify.com/track/6YKaMiBl…
New York, New York.

La ciudad que nunca duerme, la ciudad de Woody Allen, la ciudad que cantó Sinatra y Liza Minelli y Tony Bennet.

La capital del mundo. Imagen del skyline neoyorquino
La Gran Manzana es, aparte de una ciudad enorme, una colección de tópicos culturales bien enraizados en el subconsciente colectivo.

Algunos son clichés, pero hay uno absolutamente inapelable: Nueva York es la ciudad de los rascacielos
Desde principios del siglo XX, las calles de Manhattan se forman entre las fachadas más altas del planeta. Desde el Flatiron, el Empire State, el Seagram y las trágicamente destruidas Torres Gemelas, los iconos de Manhattan siempre han sido rascacielos.
Así, aunque Central Park es un pulmón de más de tres kilómetros cuadrados, la imagen de Nueva York sigue estando asociada a los rascacielos. Central Park desde el cielo.
Por eso, es curioso que uno de los mejores edificios de Nueva York tenga tan solo doce plantas.

Pero resulta que esas doce plantas contienen el espacio más interesante y también más esbelto de la ciudad. Porque la sede de la Fundación Ford es un bosque dentro de un edificio.
En 1963, la Fundación Ford encargó al arquitecto Kevin Roche y al ingeniero John Dinkeloo el proyecto de su sede, que debía ocupar un solar en el este de la calle 42, junto al recientemente terminado cuartel general de las Naciones Unidas y los muelles del East River.
Sin embargo, la Fundación Ford no es una corporación convencional, es una organización sin ánimo de lucro creada "para recibir y administrar fondos para propósitos científicos, educativos y caritativos, para el bienestar público", según reza su acta fundacional.
O sea, que trata de generar y financiar proyectos centrados en la lucha contra la pobreza, la educación, los derechos humanos o el desarrollo de las artes.

No es un edificio privado al uso porque la empresa que lo ocupa ni siquiera es una empresa.
Posiblemente por eso el edificio de Roche y Dinkeloo evitaba la silueta más o menos reconocible y más o menos impositiva de un edificio empresarial en Manhattan. O sea, de un rascacielos.

En cambio, la Fundación Ford huye conscientemente de la imagen del rascacielos.
De hecho, huye casi de cualquier imagen característica externa, y concentra todas sus intenciones en crear un espacio común de relación. Desde el exterior, la construcción es apenas un cubo con dos caras de vidrio.

Las FORMIDABLES fotos de Ezra Stoller lo explican muy bien.
El edificio ni destaca especialmente pese a los 44 metros de altura que alcanza, entre otras cosas, porque el entorno urbano de Manhattan está plagado de construcciones mucho más elevadas.
Roche y Dinkeloo querían escapar de la concepción estilística del Movimiento Moderno y regresar a sus principios humanos y espaciales. Es decir concebían la arquitectura moderna como el camino para proporcionar el mejor espacio posible a los ciudadanos.
Y eso hicieron.
Regalaron un bosque a Manhattan.

Un bosque guardado en un precioso cofre de vidrio, escondido al final de una calle.

Tan alto como una catedral gótica, y abierto a todo el mundo.
La Fundación Ford es un edificio de oficinas donde las oficinas no ocupan ni la mitad del espacio, tal y como se en la MARAVILLOSA sección.
Y cuando he dicho que el bosque está abierto a todos, es que, pese a ser un entidad privada, el acceso al gran atrio acristalado siempre ha sido libre y público.

Por eso, el gran paisajista Dan Kiley se encargó de que fuese el jardín más bello de Manhattan.
Y por eso, en la reciente rehabilitación, el paisajista Raymond Jungles (sí, es su nombre de verdad) se ha encargado de que siga siendo un oasis en ese rincón de Manhattan.
Y cuando las vistas apenas alcanzarían al edificio de enfrente, en la Fundación Ford tienen un bosque al alcance de los ojos. Un bosque tranquilo que mezcla con divertida extrañeza sus ramas y sus hojas con la ruidosa urbe que sigue agitándose al otro lado del gran ventanal.
Pero es que además hay otro regalo. Uno que es imposible de conseguir en Nueva York.

Pensad que, aunque un rascacielos tenga 50, 80 o 100 pisos y llegue a los 200 o 300 metros, solo son una acumulación de plantas, de espacios horizontales convencionales.
Así, la experiencia espacial de un rascacielos se reduce a los tres metros de altura libre de una oficina o, todo lo más, el lobby de acceso que, como mucho, alcanzará unos 15 metros.
Sin embargo, el patio de la Fundación Ford ocupa la totalidad de la sección del edificio. Los 44 metros.

La altura de una catedral gótica.

La altura del Panteón de Roma. El interior del patio, con su monumental altura. En la otra
La sede de la Fundación Ford se inauguró en 1968 y, tras una reciente rehabilitación, sigue en plena forma bajo el nombre "The Ford Foundation Center for Social Justice"
Sé perfectamente que hay mil lugares para visitar en Nueva York pero este esconde una de las más formidables experiencias de la Gran Manzana.

Una experiencia imposible de encontrar en ningún otro edificio de allí.
Solo hay que acercarse (el acceso al patio sigue siendo libre), sentarse junto al estanque central y escuchar unos instantes el murmullo del agua...
...y después levantar la vista hacia ese bosque que crece en el interior de un cofre disfrazado de edificio en un rincón de Manhattan.
Y con estas tres fotos que resumen muy bien el episodio de hoy, vamos a despedirnos de Roche y Dinkeloo, de Kiley y Jungles, de la Fundación Ford, de Manhattan y de #LaBrasaTorrijos de esta semana.

Si os ha gustado, hacedme RTs, FAVs, follows o cantadme "New York, New York"!
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O también podéis hacer una aportación puntual en este enlace TAN fácil: paypal.me/pedrotorrijos

(Es la hora de pasar la gorra!)
Y si os apetece, podéis veniros a mi Instagram, donde también cuento historietas muy chulas 😊

⚡️instagram.com/pedrotorrijos_/
Nos vemos en un nuevo capítulo el próximo jueves a la misma hora.

Si os habéis quedado con ganas de viajar a más territorios improbables, todos los episodios de #LaBrasaTorrijos están archivados en mi tuit fijado, que es este hilo de hilos de hilos:

Las imágenes del capítulo de hoy son de:

Library of Congress, Richard Barnes/Ford Foundation, Ezra Stoller, Simon Luethi, Shutterstock, KRJD y Google.
#LaBrasaTorrijos se escribe en directo todos los jueves desde el soleado barrio de Villaverde.

(Fin del HILO 🌳🌲🌲🌴🏢)
(Y en el próximo episodio vamos a viajar al pueblo que se bajó de un monte para dar 120 vueltas alrededor de su plaza)

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Aug 21
"¿Por qué ya no construimos maravillas como las de antes?"

Pues por la misma razón por la que estáis leyendo esto en un teléfono móvil o un ordenador. Parece una relación extraña pero, en realidad, es algo muy sencillo:

La gran mayoría de las maravillas arquitectónicas del pasado eran tan obscenamente caras que solo podían construirse gracias a una estructura social compuesta por un porcentaje mínimo de gente MUY rica y una inmensa mayoría de gente MUY pobre. Y, aún así, tardaban siglos en construirse.

(Aquí vendría bien señalar que muchos nostálgicos de las arquitecturas del pasado creen que vivirían en el Palacio de Versalles cuando lo más probable es que vivieran en una casucha oscura, maloliente y sin ventilación, pero eso lo dejaremos para otro rato).

El caso es que, más o menos a partir del XVII y el XVIII, el progreso tecnológico y el aumento poblacional que trae aparejado, hacen que esa estructura social se tambalee y acabe viniéndose abajo, con revoluciones y guillotinas de por medio.

A partir de ese momento, el pueblo comenzó a dejar de ser escoria sacrificable y empezó a ser ✨personas✨

Esto fue avanzando paulatinamente a lo largo del XIX y, con la llegada de la modernidad, el mundo entendió que esas personas tenían que vivir con unos estándares que, hasta hacía no demasiado, eran esencialmente lujosos: luz natural, ventilación, agua corriente, saneamiento...

Así, construir algo que costase más o menos lo mismo que un millón es viviendas era (y es) algo impensable porque la sociedad, sencillamente, no lo aceptaría. Más aún cuando esas personas también quieren tener acceso a otras cosas que también se consideraban lujosas, como coches, televisores, equipos de música y sí, ordenadores. (Y aquí también cabría una reflexión sobre el poder y la importancia de la publicidad en el denominado "homo consumista" pero eso sería larguísimo y yo no soy un experto).

Sencillamente, los recursos de la sociedad están mucho más atomizados como para plantearse un gasto tan descomunal en un edificio. Y entre esos recursos atomizados están, lo habéis adivinado, nuestros teléfonos móviles. Un smartphone tiene una capacidad computacional colosal comparada con los primeros ordenadores de los 50 y los 60, pero todos tenemos uno.

Y si a la sociedad le dijésemos que, para construir algo análogo a una catedral gótica, el 95% de la población debería renunciar a su teléfono móvil y su coche y su casa con ventilación y luz natural, ya te digo que la sociedad iba a mandar esa catedral de vuelta al Gótico de una patada en el culo.Image
Probablemente, si a un maestro de obra del Gótico le dices que seríamos capaz de construir un edificio de 300 metros de alto que costase una mínima fracción del dinero que costaría una catedral gótica, daría por hecho que, efectivamente, la Humanidad ha encontrado a Dios. Image
Por cierto, cuando digo una construcción análoga a una catedral gótica digo exactamente eso: análoga.

Si lo que queremos son imitaciones del Shein de las arquitecturas del pasado, también hay unas cuantas, con, ejem, erótico resultado.


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Aug 11
¿Sabíais que las mujeres tenían PROHIBIDO correr maratones hasta 1972?

La excusa es que lo hacían por su bien, porque "su frágil organismo no resistiría un esfuerzo tan enorme".

Esta es la historia de las mujeres que lo cambiaron todo:
🧵⤵️
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Es 19 de abril de 1967 en Boston y Bobbi Gibb sonríe, siempre sonríe cuando corre.
Lleva unas bermudas, un bañador de tirantes y unas Adidas azules que repiquetean leves mientras arden y a la vez queman el asfalto. Image
No hace mucho que las compró pero ya están deformadas por kilómetros de entrenamientos. Por mil zancadas campo a través y otras mil por el borde del río Charles, por el campus de Harvard en Cambridge, por los parques de Emerald Necklace y por el resto de las calles de Boston.
Read 29 tweets
Aug 8
Este tipo es esencialmente un superhéroe en la vida real.

En 1974 salvó a 30 personas de morir en un accidente; 2 años después salvó a OTRAS 20 de morir ahogadas; y 9 años después SALVÓ A OTRAS 35 de un incendio.

Esta es la historia de Shavarsh Karapetyian.
🧵⤵️ Image
La natación olímpica es una de las disciplinas estrella de los Juegos y sus héroes ocupan las pantallas en ese montón de modalidades que engloba: espalda, braza, estilos, artística, saltos... Image
Y aún podría tener más. De hecho, si buceo de competición hubiese sido disciplina olímpica, todos recordaríamos a Shavarsh Karapetyan, nadador armenio que batió el récord del mundo once veces y fue campeón mundial en diecisiete ocasiones. Image
Read 31 tweets
Aug 3
En México 68, Bob Beamon aniquiló el salto de longitud.

La foto de su vuelo, que daría la vuelta al mundo, no la hizo un fotógrafo profesional, sino un contable londinense con mucho morro y el talento para encontrar el instante perfecto.

Esto es lo que pasó.
🧵⤵️ Image
Durante los Juegos Olímpicos del 68, Tony Duffy estaba en México de vacaciones para olvidarse de su aburrido trabajo de contable. Chapurreaba cuatro palabras en español e iba haciendo fotos aquí y allá con su Nikkormat.
Apenas era un fotógrafo amateur y no tenía acreditación de prensa pero, a cambio, tenía un morro descomunal, lo cual unido a las, digamos, laxas medidas de seguridad de las instalaciones, le permitieron colarse en más de un lugar restringido. Image
Read 31 tweets
Aug 1
En 1983, un granjero de 61 años se presentó al ultramaratón Sídney-Melbourne ataviado con un chándal y unas botas de goma.
Con esa pinta y doblando la edad al resto de participantes, no parecía un competidor serio.

Pero tenía un arma secreta: ser pobre.

Esta es la historia ⤵️ Image
un ultramaratón es probablemente la prueba atlética más exigente que puede acometer un ser humano. Técnicamente un ultramaratón cubre cualquier distancia superior a los 42,195 km. del maratón, pero en realidad, suelen ser carreras de 100 o más km. Image
El de Sídney-Melbourne del 83 cubría 875 kilómetros y, aunque era la primera vez que se disputaba de forma oficial, se venía corriendo informalmente desde 1976 y el mejor tiempo superaba los 7 días.
Read 19 tweets
Jul 26
El encendido del pebetero de Barcelona 92 no es solo uno de los momentos más emocionantes de la historia del olimpismo, es una lección en narrativa que deberían estudiar todos los escritores, guionistas y publicistas.

¿Por qué?
🧵⤵️
Todos conocemos la estructura narrativa aristotélica clásica: Planteamiento, Nudo, Desenlace.

Así se contaron prácticamente todas las historias hasta más o menos el siglo XIX.
Sin embargo, desde hace ya casi 200 años y más aún tras la modernidad, esa estructura se ha ido vulnerando y sofisticando.

Probablemente la versión moderna más extendida es la que introduce otros dos puntos: Planteamiento, Nudo, GIRO, CLÍMAX, desenlace.
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