Lucho se subió al andamio y un puñado de excelsos veteranos tuvo cinco meses buenos. Los suficientes para levantar la Champions y para que Bartu se parapetase en el poder y siguiese embarrancando al Barça pagando la cuenta el mismo socio que le acababa de votar en masa. Poesía.
Este Barça está acabado, y no es de ahora. Culpables son los que inculparon al club, ahuyentaron a Neymar, hastiaron a Messi, pagaron 430 millones por Coutinho, Dembélé y Griezmann y colocaron un amasijo de facturas por 200.000€, pero también los 26.000 que lo validaron en 2015.
No basta con que hayáis cambiado el sentido del voto. No. Eso no os exime de culpa, mentecatos. Le entregásteis el Barça a los que estaban acabando con él sólo porque una conjura de cracks otoñales acabó en triplete. No tenemos el más espíritu crítico. Y así nos va.
Y ahora le queríais entregar el equipo y las llaves de casa al amigo de Canut porque es una leyenda y puso a los niños cuando no quedaba otra. Un técnico que lleva 25 años intentando entrenar al Barça y sólo el Bartu más desesperado resistió la presión del lobby.
Ni al final de temporada ha resistido la mentira Koeman, que ni sabe plantear los partidos, ni leerlos, ni mucho menos modificarlos. Una mentira que nos ha llevado a palmar todos los partidos importantes del año... menos la final de Copa.
Eso es a lo que aspiraríamos con Koeman al mando. Normal que sean precisamente los levantaRecopas los que más han tifado por la ratificación del holandés. Son los mismos que se pasaron las primeras semanas de Jan hablando de #LaHerenciaDeBartu. Ya no lo hacen, pero volverán.
• • •
Missing some Tweet in this thread? You can try to
force a refresh
4-0. Este trance histórico ya lo vivió el Barça. Antes de un Anfield’19 hubo un Atenas’94. También con Liga ganada y con superclases campeones de todo, también barridos de principio a fin. La diferencia fue el día después: ahí había un valiente dispuesto a tomar decisiones.
Johan Cruyff se puso a ello esa misma noche griega. Empezó por Laudrup y Zubi, nada más y nada menos, y luego les siguieron los otros. No llevaban en la cúspide ni la mitad de tiempo que la generación actual y no habían ganado ni una tercera parte, pero juntos ya no servían.
Los mismos que atizaron entonces (y hasta el fin de sus días) a Cruyff por pasar página y limpiar cuadras llevan cuatro años contando accidentes y asegurando que con Paulinho no se pierde en Roma. Están los que no quieren ver y también los que no quieren que miremos.
Si de mí dependiese Valverde no se sentaría el próximo año en el banquillo culé. Cierto es que en sus dos años aquí se ha ganado con creces la continuidad, y que ha gestionado el presente como pocos, pero no me parece la suya la mejor filosofía para encarar el futuro.
El mismo club que ficha a De Jong bajo promesa de vender a un medio titular -y todos los tiros apuntan a Rakitic- renueva a Valverde bajo promesa de retener al croata. Por ahí ya empezamos mal. Habrá que ver a quién engañamos.
Con Rakitic y Arturito en la plantilla y el enterrador en el banquillo los minutos van a escasear para Arthur y De Jong, y no digamos ya para Riqui y Aleñà. Todo esto contando con que, efectivamente, a Coutinho se le dé salida.