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May 13, 2021 41 tweets 17 min read Read on X
En la provincia de Zaragoza hay una joya del barroco que no se construyó para reyes ni nobles. Se hizo para los campesinos.

Una FORMIDABLE plaza ochavada donde se disputa un mundial y que tiene una iglesia tan estrecha como una casa.

En #LaBrasaTorrijos de hoy, Chodes.

HILO 👇
Es 29 de septiembre de 1985, domingo, y una pequeña multitud se arremolina en el centro de una peculiar plaza de doce lados.

Junto a las fachadas de la plaza se ha delimitado una curiosa pista para correr. Allí calienta un pequeño grupo de atletas.
En medio de ese grupo está un joven de 21 años, que es internacional con España en 1.500 y 5.000 m2. Viene invitado y es casi una estrella.

Se llama Abel Antón.
Se da la salida.

Por delante restan nada menos que 120 vueltas a una plaza que tiene 90 m. Casi 11 kilómetros dando vueltas.
En el centro de la plaza, un animador con megáfono va lanzando primas y apuestas: "¡Al que doble al tercero, le damos mil pesetas!", "¡El que gane la siguiente vuelta, se lleva dos mil pesetas!"
La gente grita. La charanga toca pasodobles.

No parece una prueba deportiva pero es una de las carreras más antiguas del país.

Se trata del Campeonato Mundial de Carreras Pedestres, también conocido como Mundial del Pollo de Chodes.

Y se disputa en una joya del barroco.
A principios del siglo XVII, Chodes ni siquiera existía.
Bueno, existía pero no donde está ahora.

El pueblo de Chodes, de amplia población morisca, se levantaba en la escarpada peña de Lodos, junto al valle del río Jalón.
Tras la expulsión de los moriscos en 1610, el viejo Chodes quedó casi abandonado.

Además, las escasas 15 familias que allí vivían, debían lidiar con una gran dificultad: en el risco tan escarpado no se podía cultivar, así que los campos quedaban a casi un kilómetro en el valle.
Para evitar la desaparición del pueblo, el jurista Francisco Sáenz de Cortes, que había comprado el título de Conde de Morata (historia que da para otro capítulo), decidió construir un nuevo pueblo de nueva planta donde se trasladarían los vecinos de Chodes.
El Conde le encargó el proyecto al arquitecto francés Juan de Marca.

Y Marca levantó un pueblo como no había ninguno en el mundo. Un pueblo ochavado.

Un círculo en medio de los campos de Aragón.
Juan de Marca ya había trabajado para el Conde de Morata en su magnífico Palacio en Morata de Jalón y, sobre todo, en el puente de Capurnos. Un precioso puente de un ojo que uniría Morata con el nuevo pueblo.

Es una preciosidad.
Sin embargo, su mejor obra sería ese pueblo nuevo que discurría TODO en torno a la plaza. No es que el pueblo tuviese una plaza, es que Chodes ERA LA PLAZA.

Imaginad ese lugar, como un OVNI barroco posado a la orilla del Jalón.

Era un artefacto imposible. Un lugar del futuro
Ahora, Chodes es así...
...pero pensad en como era a finales del XVII, recién terminado.
Pensad en lo que debió significar para los primero colonos de Chodes, acercarse por el camino, entre las casas...
...pasar bajo esa bóveda con lunetos...
...y desembocar aquí.

En esa plaza de 40 metros de largo por 40 de ancho por 40 en cada uno de sus doce lados.

En este lugar que era teatro y vida.
Porque, aunque sea modesto y rural, Chodes es una joya del barroco.

Una plaza que solo se entiende LLEGANDO a ella. Que, al acotar un fragmento del mundo, se convierte en el escenario de un teatro arquitectónico.

Algo que también pasa, por ejemplo, en la Plaza de San Pedro.
Pero quizá lo más fascinante de Chodes es que no hay una jerarquía. La plaza se dividió en 24 parcelas prácticamente iguales para 20 familias. Otras tres parcelas se ocuparían por los tres arcos de acceso.

En el MARCIANÍSIMO plano catastral se ven los 24 números y los 3 accesos.
Y la última parcela se dejó vacía para, unos años después, levantar la iglesia.

Por eso, en esta anomalía rural tan delicada, la fachada de la iglesia tiene el mismo ancho que las demás.

La iglesia tiene el ancho de una casa.
Los tres accesos de los hombres a la plaza y el acceso desde la plaza hacia Dios.

Es una preciosidad calibrada con la precisión de un cirujano del urbanismo. De alguien que entendía que, para abandonar tu pueblo por un pueblo nuevo, tenías que ofrecerle algo único.
Durante tres dos siglos, Chodes fue creciendo poco a poco, añadiendo edificios tanto a la plaza como a los aledaños. Creando nuevas calles y transformando el camino en carretera.
La carretera permitía el paso a, bueno, a carretas, y luego a coches y hasta a camiones.
Por fortuna, el año pasado se inauguró la nueva circunvalación del pueblo y los camiones ya no tiene que pasar bajo los arcos, poniendo en peligro una plaza que fue declarado Bien de Interés Cultural en 2002.
Sí, este pequeñísimo rincón de poco más de cien habitantes es un bien patrimonial protegido y, como dije al principio, una joya escondida del barroco.

Pero también es la sede de una de las pruebas deportivas más antiguas del país. El Mundial del Pollo.
Hay crónicas que documentan carreras de pollos en Chodes desde 1907, si bien es muy probable que se disputasen mucho antes, al menos desde 1880...

...desde antes de los primeros Juegos Olímpicos modernos.
Durante todos el siglo XX, el último domingo de septiembre, día grande de las Fiestas de Chodes, unos cuantos atletas pelean para llegar el primero a la vuelta 120.

La prueba es tan famosa que la disputan atletas profesionales, españoles y también africanos y magrebíes.
Y, en 1985, la disputó Abel Antón.

Y no ganó, por cierto, ganó el andaluz Fernando Díaz, pollero experto que, además, llevaba unas cuñas especiales en las zapatillas para compensar el giro corto y constante a la izquierda.

Alta tecnología de los 80.
Desde hace diez años, el dominador de la carrera es Said Aitadi.

A mí me parece una serendipia muy curiosa que, 400 años después de que los moriscos fuesen expulsados del Chodes viejo, el rey del Chodes nuevo sea un marroquí nacionalizado español.

Es un círculo.

Como Chodes.
Y con estas cuatro fotos que resumen muy bien el episodio de hoy, vamos a despedirnos del Juan de Marca, de Abel Antón, de los pollos, del barroco, de Chodes y de #LaBrasaTorrijos de hoy.

Si os ha gustado, hacedme RTs, FAVs, follows o regaladme un pollo asado!
Si queréis conocer más territorios improbables, todos los episodios de #LaBrasaTorrijos están archivados en mi tuit fijado, que es este hilo de hilos de hilos:

Las imágenes del capítulo de hoy son de:

Diego Delso, Periodico de Aragón, Arainfo, Google (maps, earth y street view), Ecelan, Jaostariz, El cado de Chorche y Alejandro García @boto_glo a quien agradezco muchísimo que haya ido hasta allí a hacer las fotos.
El episodio de #LaBrasaTorrijos de hoy es una colaboración con la Dirección General de Patrimonio de Aragón, a quienes agradezco, de nuevo, que hayan apostado por el proyecto.

Y también agradezco de veras que me estén enseñando maravillas como la que he contado hoy.
#LaBrasaTorrijos se escribe en directo todos los jueves desde el soleado barrio de Villaverde.

(Fin del HILO ⭕️🏠🏠🏠⛪️🏃‍♂️🏃‍♂️)
(Y en el próximo episodio vamos a viajar al otro lado del mundo para conocer el archipiélago donde las casas se mueven tiradas por bueyes)
LAS CODAS, SEÑORAS Y SEÑORES, LAS CODAS.

1. Como nos dice él mismo, Abel Antón tiene dedicado uno de los arcos de la plaza de Chodes.
2. El arco dedicado a Abel Antón es el del Ayuntamiento, porque, efectivamente, El ayuntamiento también da a la plaza. Y también lo hace con una fachada muy similar a las demás.
3. Las pruebas que corría Antón en esa época eran el 1.500 y el 5.000 *metros lisos*. No "m2" como puse porque esto lo escribo siempre en directo y las erratas son marca de fábrica.

(¿Cómo sería una prueba de atletismo de 5.000 m2?)
4. Para quien ha preguntado: esta imagen es una captura de Google Earth modificada por mí para destacar la plaza inicial del resto de entorno construido.
Al fin y al cabo, al principio no había ningún otro edificio al lado.
5. Y la última: si vais por Chodes, haced porfa una foto y me la enseñáis, que me hace ilusión.
Perdón, una sexta y última coda: Las carreras de pollos se llaman así porque, al principio, el premio consistía en uno o varios pollos (no porque corran como pollos sin cabeza 🙃).

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Oct 24
En Viena hay seis torres nazis de hormigón: colosales, indestructibles. Fueron fortalezas antiaéreas, pero hoy son acuarios o miradores.

Porque la ciudad ha entendido lo que hacer con su pasado: transformar la máquina de guerra en memoria.

Os lo cuento en #LaBrasaTorrijos 🧵⤵️
Si paseáis por Augarten, uno de los preciosoS parques al norte de Viena, enseguida os vais a encontrar, aunque no queráis, con una estructura que desafía la lógica: es la Flakturm G.

La Torre Flak G.
43 metros de diámetro, 55 de altura. Muros de hormigón de DOS METROS Y MEDIO DE ESPESOR Y UN TECHO DE TRES METROS Y MEDIO.

Una máquina de matar. Un símbolo nazi que aún sigue en pie. Image
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Oct 20
Estos son los Gasómetros de Viena, uno de los conjuntos más fascinantes de la arquitectura europea reciente. ¿Por qué? Pues porque es arquitectura industrial —y de hace un siglo— transformada en viviendas.

Son cuatro cilindros gigantes de ladrillo —setenta metros de diámetro, ojo— que fueron en su día depósitos de gas, construidos a finales del siglo XIX para alimentar la red de alumbrado público de la ciudad. Estructuras industriales, apenas utilitarias, y pensadas para desaparecer cuando el gas dejara de arder.

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Y el resultado es brillante. Porque aquí no solo se conserva una fachada: se recupera una memoria de la ciudad. Se demuestra que los restos industriales, tan olvidados, pueden convertirse en lugares para vivir, para estudiar, para encontrarse. Que el pasado no tiene por qué ser siempre un museo, puede ser una estructura útil.
Las viviendas —en su mayoría de alquiler asequible— se agrupan en torno a enormes patios circulares abiertos al cielo, donde la luz entra con una precisión casi teatral. En el exterior se conserva la piel de ladrillo original; dentro, todo se reinventa. Rampas, galerías metálicas, pasarelas suspendidas.

Un corazón nuevo latiendo dentro de un cuerpo antiguo.Image
El Gasómetro B, de Coop Himmelb(l)au, es el más audaz: un edificio inclinado, de acero y vidrio, que se acerca al muro histórico sin tocarlo. Apenas lo roza, como si entendiera que el respeto no consiste en quedarse quieto, sino en moverse con cuidado.
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Oct 15
Esto redondo que tengo detrás en el video no es una galería de arte ni una casa. Es, oficialmente, el país más pequeño del mundo. Se llama Kugelmugel, y está en medio del Prater de Viena. Su historia, aviso, parece una broma muy elaborada, pero es completamente real:

En los años setenta, en el otro extremo de Austria, un artista llamado Edwin Lipburger decidió construirse una casa esférica. Una bola de madera habitable, de unos veinticinco metros cuadrados, que iba a usar como estudio para sus cosas de artista (que, por lo visto, requerían mucha superficie curva).

Hasta que apareció la burocracia. Le dijeron que necesitaba licencias, permisos, sellos, tasas… y él, muy digno, contestó que no, que el arte no paga licencias. Que si Austria no lo entendía, se independizaba. Y se independizó.

Proclamó la República de Kugelmugel —que significa algo así como “la bola en la colina”—, y se declaró soberano. Diseñó una bandera (la austríaca, pero con los colores del revés), escudo propio, incluso sellos.

Austria, en un nada inesperado giro, no lo reconoció. Le cayeron diez meses de cárcel, aunque luego lo indultaron porque todo el asunto se había vuelto demasiado absurdo hasta para los austríacos.
Eso sí, Lipburger accedio al indulto (tócate las narices) con una condición: él cedía la bola, pero esta debía convertirse en galería de arte.

Y así, la Kugelmugel fue trasladada al Prater, con una última exigencia del artista: que su dirección oficial no fuera de Viena, sino de la Antifaschismusplatz, la Plaza del Antifascismo. El Ayuntamiento, probablemente ya un poco hasta las narices de todo, accedió.
Hoy sigue ahí, una esfera de madera rodeada de árboles y turistas, a pocos metros de la noria de "El Tercer Hombre".

Un país de un solo habitante que decidió que, si el mundo era cuadrado, lo más revolucionario era construirse una casa redonda.
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Oct 10
En 1915, una mujer le pidió a su marido que le comprase unas cortinas.

—Cariño, ¿traes lo que te pedí?
—No, pero he comprado otra cosa: un círculo de piedras que, por cierto, es el monumento más famoso de Inglaterra.

En #LaBrasaTorrijos, el tipo que regaló Stonehenge.

🧵⤵️
Ah, Stonehenge.

Lugar de mitos, de leyendas.

De reencontrarse con los dioses arcanos, con el poder sanador del sol y la luna, con los misterios de civilizaciones antediluvianas... Image
..y también con hostias de la policía, por cierto. Image
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Oct 7
En este video estoy en Viena, en la Michaelerplatz, y este edificio que tengo detrás es donde empezó todo. Aquí nació la arquitectura moderna.

Se terminó en 1909, hace más de un siglo, y es obra de Adolf Loos. Lo verdaderamente revolucionario no era su forma ni su función, sino su ausencia: fue el primer edificio del mundo sin decoración. Nada de molduras, guirnaldas, relieves o florituras. Solo piedra, proporción y ventanas.

Hoy se lo conoce como la Looshaus, la “Casa de Loos”, y tiene el más alto grado de protección patrimonial en Austria —y, siendo honestos, debería tenerlo en el planeta entero—. Pero en su momento fue detestado. Lo llamaron “un montón de estiércol”. El emperador Francisco José, que vivía justo enfrente, decía que era tan feo que prefería correr las cortinas para no tener que verlo desde el Hofburg.
Y algo de razón tenía si uno lo mira con ojos de su tiempo. En 1911, cuando se inauguró, las ventanas eran simples huecos rectangulares en una fachada completamente desnuda. Ni jardineras ni adornos. Nada. La ciudad de Viena obligó a Loos a añadir “algo”, lo que fuera, y él accedió con ironía: colocó unas jardineras con flores, que aún hoy sobreviven ahí arriba como una especie de concesión sarcástica al gusto burgués.
Abajo, en cambio, sí hay ornamento. La planta baja —entonces un banco, hoy una joyería— está revestida de mármol verde y tiene columnas dóricas. Loos lo hizo deliberadamente: quería marcar el contraste. La parte baja, ligada al espacio público, podía dialogar con la tradición; la superior, dedicada a la vida doméstica, debía ser limpia, racional, sin artificio.

De esa tensión —entre lo clásico y lo moderno, entre la plaza decorada y la vivienda desnuda— surgió uno de los textos fundacionales de la modernidad: “Ornamento y delito”, el ensayo en el que Loos proclama que el adorno es una forma de atraso moral. Desde aquí, desde este edificio que un emperador consideró insoportable, empezó el siglo XX arquitectónico.
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Oct 3
En la costa chilena hay un lugar donde la gente no se cambia de casa. MUEVE LA CASA DE SITIO.
Y la mueve tirada por bueyes, por tractores y hasta por barcos.

Pero no es solo eso. Es la expresión del lazo de una comunidad.

En #LaBrasaTorrijos, la minga de Chiloé.
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En 1993, el cineasta colombiano Sergio Cabrera estrenó uno de los filmes más interesantes, más combativos y también más divertidos de la década: "La estrategia del caracol" Image
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