La Península del Peloponeso debe su nombre a un personaje de la mitología griega llamado Pélope por conquistar la región y víctima de un crimen de su padre Tántalo. Y menudo crimen.
Engañar a los dioses trae consecuencias.
¿Qué hizo Tántalo para enfadarlos?
Tántalo era muy querido por los dioses, se contaba que era hijo de Zeus, y por ello asistía a sus festines. Un día invitó él a los dioses y como no tenía mucho que ofrecerles, mató a su hijo Pélope, le cortó a trozos, cocinó y se lo ofreció a los dioses.
🎨 Gioacchino Assereto
Los dioses de inmediato se dieron cuenta, todos excepto Deméter que se comió su hombro.
Los dioses, enfadados, reconstituyeron el cuerpo de Pélope y le devolvieron la vida; el hombro se lo fabricó Hefesto de marfil. Poseidón le hizo su amante y le enseñó a conducir su carro.
Pero le expulsaron devolviéndole a la Tierra ya que Tántalo se servía de él para robar el néctar y la ambrosía de los dioses y dárselo a los hombres.
Todo esto y que contaba sus secretos además de otras cosas que hizo, llevaron a Zeus a precipitarle a los Infiernos y ponerle un castigo ejemplar; su suplicio fue pasar hambre y sed eternamente.
Sumergido en agua hasta el cuello, esta se retiraba cuando iba a beber; sobre él había ramas repletas de frutos que al querer comer, se retiraban poniéndose fuera de su alcance. Fin.
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Me llamo Asterión, poca gente conoce mi nombre aunque todo el mundo ha escuchado hablar de mí.
Monstruo me llaman, y ¿qué culpa tengo yo de ser víctima de un castigo?
Me conoces, soy el Minotauro y hoy te voy a contar mi historia.
En la época en la que Asterio era rey de Creta, Zeus raptó a Europa en Fenicia y se la llevó a Creta montada en un toro manso blanco que era el mismísimo Zeus y uniéndose a ella engendró tres hijos: Minos, Radamantis y Sarpedón.
🎨 Gustave Moreau.
El rey Asterio se casó con Europa y adoptó a los tres hijos de Zeus.
Al morir Asterio sin descendencia, Minos pretendió reinar en Creta, pero los otros hermanos no estaban de acuerdo.
Convenció a sus hermanos de que había recibido el trono de los dioses y que se lo demostraría.
Mi nombre es Fedra, a lo mejor nunca has escuchado hablar de mí, pero seguro que sí de mi familia.
Soy la hija del rey Minos y Pasífae; mi madre lo es también del Minotauro y de Ariadna, la que ayudó a Teseo a terminar con la vida de nuestro hermano y luego la abandonó en Naxos.
No tuve ningún remordimiento en casarme con Teseo a pesar de haber abandonado a mi hermana, aunque también es verdad que al final salió ganando, y matar a mi hermanastro, el Minotauro.
En mi defensa diré que todo fue culpa de Afrodita, maldita sea esa terrible diosa.
Avergonzada por mi comportamiento, os voy a contar mi historia, pero antes os tengo que poner en situación para que me entendáis mejor.
"Yo no soy inferior a Atenea en el arte de tejer la lana".
Y probablemente no lo era, pero contra los dioses no se puede competir.
Mi nombre es Aracne y hoy os voy a contar mi historia.
Llegó a oídos de la diosa que todo el mundo se deleitaba con la belleza de mi arte y que hasta las ninfas de Tracia abandonaban sus aguas para verme utilizar el huso con gran destreza.
"Aracne, eres digna alumna de Palas", decían.
Yo lo negaba, no era alumna de nadie; era única y osé pronunciar:
"¡Que compita conmigo! A nada me negaré si vence".
Mi nombre es Eurídice, soy una dríade, una ninfa encargada de la protección de los árboles.
Me casé con mi amado Orfeo y los auspicios de Himeneo, dios que preside el cortejo nupcial, se cumplieron.
Hoy vengo a contaros mi historia y la catábasis de mi querido Orfeo.
Rodin.
A los pocos días de la boda iba paseando por un prado acompañada de mis amigas las náyades cuando una serpiente me mordió en el talón y encontré la muerte.
🎨 La muerte de Eurídice, Erasmus Quellinus.
Orfeo, roto de dolor, se atrevió a descender hasta el Estigio a través de la puerta del Ténaro, un promotorio en Laconia donde había una de las entradas al Infierno.
Hoy vamos a visitar el Museo de Orsay de París.
Ubicado en una antigua estación de tren, alberga una maravillosa colección de obras de arte de los siglos XIX y principios del XX.
Vamos a entrar.
Se trata de un museo fácil de ver, no es tan grande como el Louvre que está muy cerca.
Al entrar hay una nave central iluminada con luz natural que emana de la bóveda de cristal con esculturas de la segunda mitad del siglo XIX y pequeñas salas a ambos lados.