Las conmemoraciones oficiales por el halconazo me dejaron satisfecha por el cambio de política institucional respecto a los crímenes de Estado del pasado. Los historiadores institucionales hicieron una gran labor divulgativa, mi reconocimiento desde aquí. Abro hilo.
El presidente AMLO pidió perdón de forma vaga y superficial, pero no nombró a las víctimas del 10 de junio, un hecho básico en cualquier política de la memoria y los derechos humanos. Identificar a las víctimas debe ser una prioridad de un Estado que busca romper con el pasado.
En la sociedad civil también debemos nombrar a las víctimas, ciudadanos comunes y corrientes, como nosotros. Sólo así podemos construir una conciencia colectiva para reaccionar ante cualquier tentativa violenta del Estado.
El hostigamiento del que fui objeto por parte de la SEGOB cuando empecé a investigar movimientos armados en 2003, determinó que no buscara tener una presencia mediática. Oportunidades no me faltaron pero preferí la investigación seria, rigurosa, solitaria y en silencio. Abro hilo
A lo largo de 18 años he recogido una enorme cantidad de información acerca de los represores de la guerra sucia y la guerra contra las drogas de los 1970. He convivido con esos personajes en la soledad del archivo y los he padecido como servidores públicos en funciones.
Hay mucho qué decir acerca de represores que se han reciclado hasta la ignominia en las instituciones, pero a veces el poder y la impunidad totales de esos individuos limita drásticamente el margen de maniobra de quienes queremos denunciarlos y hacerlos pagar por sus crímenes.