¿Qué es la cultura? ¿Hay animales, además de los archiconocidos primates, que tengan cultura (al menos material)? Cada vez hay más biólogos y biólogas que apuestan por ello. Muchos animales muestran conocimientos de fabricación y construcción que han aprendido de su grupo social.
Estos conocimientos los adquieren bien de su familia, bien de su grupo social, y se transmiten de generación en generación por aprendizaje. Además, los individuos muestran las facultades intelectuales para construir y manejar una herramienta, por ejemplo.
Es más, dentro de una metapoblación de una especie podemos encontrar variaciones en el uso de esos conocimientos materiales. En Córcega, por ejemplo, cada población de herrerillo común posee su propia cultura en cuanto a la construcción del nido se refiere.
En unas zonas ponen ciertas plantas aromáticas, y en otras zonas o no las ponen o cambian de especie de planta. Lo increíble es que este comportamiento lo aprenden socialmente, y se ha comprobado que las hembras copian el diseño de la primera hembra que construyó el nido.
Vaya, que una vez un individuo crea un diseño de nido, el resto de herrerillos de esa población lo copia y lo transmiten socialmente a otros individuos. De esta manera, podemos encontrar diseños diferentes de nidos en cada población de Córcega. Y todo producto de la cultura.
Y algo muy similar ocurre con las aves del género Icterus. Cada grupo social construye sus nidos con una gama de color específica, diferente de la gama de color de otros grupos. Mientras que un grupo muestra preferencia por hilos blancos, otros ponen hilos naranjas, etc.
Los conocimientos materiales para construir sus nidos se transmiten socialmente dentro de cada grupo. Y, por supuesto, cada grupo es un mundo y tiene su preferencia de color. A principios del siglo XX el naturalista Henry Smith Williams (1863–1943) representó este comportamiento.
En conclusión, gracias al avance científico estamos comenzando a conocer mejor el comportamiento de los animales y cómo la cultura, en su acepción más esencial, se distribuye ampliamente por el reino animal. La construcción de nidos es un ejemplo. royalsocietypublishing.org/doi/full/10.10…
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El paradigma de la inteligencia ha cambiado drásticamente en los últimos años. La inteligencia ha pasado de ser una cualidad casi exclusiva del ser humano a estar ampliamente extendida en el reino animal. Uno de los mejores ejemplos donde podemos observarla es en las aves.
Se han realizado muchos experimentos en distintas especies de aves y se ha visto que cada grupo posee un tipo de inteligencia (o varias) que puede estar muy desarrollada. Aunque definir y medir la inteligencia es complicado, sí que se pueden medir algunos de sus componentes.
Por ejemplo, hay especies que son capaces de innovar y crear herramientas, otras capaces de reconocer huevos parásitos ajenos y otras que desarrollan nuevas habilidades.
Se acaban de publicar dos artículos en @ScienceMagazine que cambian la visión de la evolución de los homínidos en África durante el Mioceno. En la parte superior tenéis cómo eran los ecosistemas predominantes hace más de 10 m.a. Abajo, cómo sabemos que eran realmente.
Estos dos nuevos artículos han encontrado evidencias (paleontológicas, biogeoquímicas, etc.) de cómo era el hábitat predominante hace más de 10 m.a. donde los primeros homininos evolucionaron: no era una selva frondosa, sino una sabana con parches boscosos.
Ese estereotipo de sabana africana donde evolucionaron nuestros ancestros surgió no hace tantos millones de años en África. Hasta ahora, el límite eran 10 m.a., pero estos nuevos estudios sitúan el origen de la sabana africana en hasta 21 m.a.
Mary F. Lyon descubrió cómo hacen las hembras de los mamíferos para evitar la sobreproducción de proteínas ligadas al cromosoma X. Y un ejemplo muy conocido lo encontramos en estos gatos. nature.com/articles/51803…
Al tener dos copias del cromosoma X, las hembras deben desactivar uno de los dos para producir la misma cantidad de proteínas que los machos (XY). El cómo lo hacen fue el descubrimiento de Lyon: desactivando al azar uno y otro según la línea celular proveniente del cigoto.
Esto da lugar a un mosaico de expresión: habrá zonas del animal donde un cromosoma X esté inactivo, y otras donde el opuesto esté inactivo. En el ejemplo de los gatos carey, por ejemplo, el gen para el color seguirá ese mosaico.
La evolución no siempre es sinónimo de ganancia, también de pérdida. Un maravilloso ejemplo lo podemos encontrar en los colibríes, esas diminutas aves que baten sus alas a velocidad récord.
Esa increíble velocidad requiere, como intuiréis, de aportes de energía brutales y constantes. Y la vía más rápida para conseguirla es la glucólisis, el proceso metabólico que obtiene energía de la descomposición de la glucosa.
Pues bien, un reciente estudio ha secuenciado los genomas de distintas especies de colibrí y ha encontrado que carecen de la enzima fructosa-bifosfatasa-2 (FBP2). Esta enzima está codificada por el gen homónimo e interviene en la gluconeogénesis.
El sistema CRISPR-cas9 fue inventado por las bacterias para defenderse de los virus bacteriófagos, degradando su ADN. Luego nosotros le encontramos un uso increíble: la edición genética. Pero no todas las proteínas cas9 funcionan igual. ¿Cómo hacemos para encontrar las idóneas?
Las proteínas cas9 de bacterias que han coevolucionado con humanos no sirven para la edición genética porque son detectadas por nuestro sistema inmune. Hay que buscarlas en bacterias ajenas a nosotros, en períodos geológicos en los que aún no existíamos como especie.
Esa fue la loca idea de un grupo de científicos españoles que se planteó buscar las configuraciones ancestrales de proteínas cas9, para luego reconstruirlas en el laboratorio y usarlas como herramientas de edición genética. Y sí: fue plantearlo y lograrlo.
Las ranas de Chernóbil, un maravilloso ejemplo de evolución reciente. Tras el accidente nuclear de 1986, se liberó al ambiente una gran cantidad de radiación. Desde entonces, dicha radiación parece haber actuado como una fuerte presión selectiva para los anfibios.
En la zona de exclusión es donde se puede encontrar la mayor contaminación por radiactividad. Allí, en esos territorios, las ranas son ahora muy diferentes de las ranas que viven fuera de la zona de exclusión. Su apariencia externa ha cambiado en apenas 35 años.
Un estudio llevado a cabo por @pabloburraco y @GOrizaola en Chernóbil ha analizado la radiación ionizante, el melanismo y el estrés oxidativo sufrido por ranas de la especie Hyla orientalis. Todo en un gradiente radiactivo que va desde la zona de exclusión hasta las afueras.