El otro día me topé con esta joya en @soydelacuesta: los retratos a vuelapluma que Alberti hizo de algunos escritores. Os cuento algunos cotilleos maravillosos. @EditorialTurner
Cuenta Alberti que Juan Ramón Jiménez se reía mucho de Azorín. El segundo le envió al primero (dedicado) su libro “El chirrión de los políticos”. A JRJ el título le pareció una horterada y se fue a su casa a devolvérselo. La cosa no termina aquí.
Juan Ramón contaba que la casa de Azorín olía a “pis de gato” y que el escritor tenía en su mesilla un “negrito de escayola” que regalaba una marca de cafés.
Juan Ramón rompió relaciones con Pérez de Ayala porque éste le enseñó una habitación de cuyo techo colgaban chorizos y longanizas. Y se mofaba de Ortega porque tenía sobre el piano una figurita de la Venus de Milo que vendían en Cibeles.
Juan Ramón hacía algo maravilloso. Cuando iban a verle y no quería hablar, contestaba él mismo a voz en grito: “De parte de Juan Ramón Jiménez, no está en casa”.
Vamos ahora con Antonio Machado. Alberti lo admiraba mucho, pero al principio le daba un poco de vergüenza acercarse. Un día se sentó a su lado en el Café Varela. Alberti le enseñó un libro de Rimbaud que le había costado mucho conseguir. Lo acababa de comprar y…
Machado lo tomó en sus manos, lo ojeó, le dio su aprobación. Pero era muy despistado y, en vez de devolvérselo a Alberti, lo apoyó en una silla a su derecha. Machado comenzó a fumar y echaba la ceniza donde hasta hacía un momento no había nada…
El pobre Alberti se temió lo peor y acertó. ¡Pero cómo le iba a preguntar a don Antonio si estaba quemándole el libro! Espero al final del café… y sí, encontró su libro como imaginan. Lo guardó hasta el final de sus días y lo enseñaba como el mejor de sus tesoros.
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Cada año, cuando llega San Fermín, me acuerdo de esta foto. El joven que está caído en el suelo, indefenso ante una manada de toros, es mi bisabuelo. 10 de julio de 1922. Primera imagen internacional de #SanFermín. ¡Antes que Hemingway! Va hilo con esta pequeña gran historia.
Por aquel entonces, se corría a las 6 de la mañana, y no a las 8. Mi bisabuelo José Mari -siempre me lo cuenta mi abuelo- había estado con gastritis. "Iba muy flojo". Cayó y quedó solo ante los Miura.
Eran otros tiempos. Fijaos en la foto: apenas hay espectadores. Muchos balcones vacíos! Apenas corrían veinte mozos cada mañana. Mi bisabuelo lo hizo durante décadas. Y no dejó de hacerlo después de este lance. Le pasaron por encima. Ni un rasguño.