Esto es un desastre. La ciudad está a merced de una clase política (nunca antes mejor dicho) parroquiana.
Una sociedad plural necesita consensos. Pero querer autoridad por la estúpida necesidad de tener que solventar la ansiedad que genera un futuro incierto es retrotraernos a Hacienda, y no a democracia .
Estamos HARTOS DE VENDEDORES DE HUMO que derivan en una izquierda populista con propuestas vacías o en los reaccionarios de toda la vida que siempre, pero siempre, terminan volviendo más fascistas que antes.
La respuesta no está en el pasado. Ni en rechazar el presente. Hay que solucionar esto ya.
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Vivir en Quito se ha vuelto un espectáculo inconcebible. No hay forma racional de entender cómo hemos creado el desastre que llamamos ciudad en este momento. Una mezcla de mala gestión histórica, problemas estructurales e incapacidad de tomar decisiones hace esto invivible.
Jane Jacobs lo decía clarito: “Las ciudades tienen la capacidad de proporcionar algo para todo el mundo, sólo porque, y sólo cuando, se crean para todo el mundo”. 1/2
Las lecciones de un sobreviviente de la crisis del 99 respecto a los que nos pasa ahora son las mismas. Estas cosas pasan. Lo que importa es cómo lo manejas.
1. El día del cierre del feriado Bancario, iba con mi papá a la clase de francés. Nos fuimos comprar un helado en el Jardín, recién abierto. Valía 5.000 sucres y era caro. Al volver 3 horas después valía 16.000 sucres.
2. El día siguiente cerró el Banco del Progreso, y con el los ahorros de mi padre, mi madre, mi abuela y mi tía. Básicamente TODA MI CASA se quedó sin circulante.