Sobre la situación de Quito, mi hilo personal.
Vivir en Quito se ha vuelto un espectáculo inconcebible. No hay forma racional de entender cómo hemos creado el desastre que llamamos ciudad en este momento. Una mezcla de mala gestión histórica, problemas estructurales e incapacidad de tomar decisiones hace esto invivible.
Jane Jacobs lo decía clarito: “Las ciudades tienen la capacidad de proporcionar algo para todo el mundo, sólo porque, y sólo cuando, se crean para todo el mundo”. 1/2
El modelo de Quito no es para todo el mundo. Existen Bolsas de Primer Mundo (el eje Eloy Alfaro — Gonzalez Suarez-Naciones Unidas), Espacios de Segundo Mundo. Y la Latinoamérica Real: jodida, insegura, sin servicios.
Existe un factor adicional: el Centro Histórico, la joya que nadie quiere arreglar. Se puede dar un proceso perverso de gentrificación, o de abandono del centro o de un inmenso museo en el que la gente no viva, solamente admire sin volverlo parte de su propia cotidianeidad.
Entonces, nuestra situación es que tenemos una ciudad parásita. Quito ya no es una ciudad. Es un cáncer que amenaza al equilibrio sistémico de fuentes de agua, acceso a alimentos, calidad de vida y posibilidades de desarrollo de todos los involucrados.
Todo es Culpa de este Alcalde? SI. Culpa de los anteriores? SI. Culpa nuestra? Total.
Antes de cambiar una ciudad o intervenir en ella hay que conocerla a fondo. Quito debe ser entendido por los quiteños. Hay que entenderla y “ponerse en los zapatos de la ciudad”. Asumirla como una experiencia orgánica
Los nostalgiosos de la Ciudad Franciscana también deben irse lejos de la las Alcaldías. Nuestra ciudad del futuro de implica una ciudad eficiente: principios de sustentabilidad, justicia social, respeto a las diferentes culturas urbanas y equilibrio entre lo urbano y lo rural.
Lo siento amigues, el Edén de Maravillasestá muerto. No hay que ser nostalgiosos de una ciudad que NUNCA fue buena para las minorías o los diferentes.
Por otro lado, también tenemos las reflexiones de una serie de gentes que plantean a la ciudad como un experimento de acciones basadas en teorías postmodernas y visiones globalistas, que esperarían ver que la ciudad se vuelva una fantasía hípster. Eso también es nocivo.
La ciudad del futuro, no es parásita, es humanista: una relación adecuada entre los edificios públicos y privados, la ubicación adecuada de los árboles en las calles, el transporte público integrado y el materiales no perecederos.
Y en el fondo del problema, resulta que Quito, como todas las ciudades del Ecuador son un cúmulo de jorgas de amigos que tratan de captar el poder político.
En fin: estamos en la encrucijada. Las ciudades son el artefacto más hermoso y terrible que hemos creado. Podemos hacerlas mejores. Podemos hacerlas humanas. Podemos crecer en y con ellas. Pero debemos hacer cambios. Ahora.
Sobre Yunda: considero (yo, que soy un nadie), que no tiene ninguna autoridad moral ni capacidad operativa o alguna posibilidad legal de salir de su entuerto. Veremos que sucede. Por el bien de todos nosotros.
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