¡Regresamos con un episodio más de #CómoOcultaralasMujeresenlaHistoria! Hoy descubriremos una estrategia que nos enseñará a darle un nuevo sentido a esas incómodas imágenes femeninas que estropean las teorías más misóginas. Vamos a hablar sobre la iconografía de la “Paz de Dios”.
En primer lugar veamos a qué se suele llamar la “Paz de Dios” en el románico. Se trata de una escena recurrente en algunos capiteles de iglesias en los que se representan dos caballeros cuya lucha es detenida por una figura mediadora que para a los contendientes en su ataque.
En estas representaciones de gran belleza la intención de la figura central es, claramente, la de imponer la paz y detener la batalla, como vemos en el ejemplo de Fruiz y en el de los anteriores tuits, procedentes de Cezura y de Boada de Villadiego.
La primera vez que alguien analizó estas escenas y las identificó bajo el nombre de “La paz de Dios” fue en este libro de 1986, en el que se describe su supuesto sentido y se vincula con una serie de normativas eclesiásticas denominadas la Paz de Dios y la Tregua de Dios.
La Pax Dei o Paz de Dios tendría que ver con la prohibición de atacar los bienes de la Iglesia, los templos, a los sacerdotes y a los labradores, mientras que la Tregua de Dios impediría la guerra en algunas fechas señaladas y en festividades religiosas. Se explica de este modo.
Para relacionar estas normativas de mantenimiento de la paz se citan a continuación varios concilios y sínodos tanto franceses como peninsulares en los que se aludía a la necesidad de pacificar y de detener la violencia contra algunos bienes o por un espacio limitado de tiempo.
Aunque parezca que los obispos, tanto con la Tregua de Dios como con la Pax Dei parecían buscar la pacificación de su sociedad os puedo garantizar dos cosas: 1) que fueron los primeros en recurrir a la violencia cuando la necesitaron, también sobre bienes de la Iglesia y clérigos
y 2) que el caso que les hacía la sociedad civil en estas cuestiones era relativo, por no decir nulo. Que un lejano obispo dijese alguna vez que no había que pegarse no impedía que los nobles (y no nobles) se siguieran pegando, como es obvio.
Pero la autora del texto deja entender que el mantenimiento de la paz en la Edad Media era una tarea propia del estamento eclesiástico y, para trasladar esta idea a imágenes, en el libro en cuestión se identifican varios de estos capiteles con la Paz de Dios, como el de Resoba.
Aquí tenemos un pequeño problema, y es que, si nos fijamos, en esta iconografía veremos que lo que la autora denomina “el personaje mediador”, incidiendo en su género masculino, es SIEMPRE una figura femenina, identificable por el atuendo, incluso en los casos más esquemáticos.
¿Cómo solucionar el problema de que para representar la Paz de Dios aparezcan damas que están separando a los guerreros en vez de un obispo o un sacerdote? En primer lugar, negando la presencia de mujeres, a pesar de que veamos que llevan tocas, briales e indumentaria femenina.
Únicamente hay un caso en el que la autora reconoce que la figura mediadora es una mujer, quizá porque la calidad del capitel no deja ningún lugar a dudas y decir lo contrario sea quizá demasiado llamativo. Se trata del preciosísimo capitel de Retortillo, en Cantabria.
Pero no basta con negar la evidente presencia de mujeres en estas escenas de paz. Algun@s otr@s autor@s las identifican con damas, por lo que nos dice, para que estas imágenes casen con su teoría teocéntrica, que estas mujeres se deben entender como una ALEGORÍA.
Y aquí nos topamos de lleno con una nueva estrategia de #CómoOcultaralasMujeresenlaHistoria, la nº 4, que se puede resumir de este modo: si la presencia de una mujer arruina tu teoría, conviértela en alegoría de otra cosa.
Así, a las imágenes de las mujeres que molestan porque contradicen el discurso misógino de la Historia, muchas veces se las oculta bajo el manto de la alegoría, convirtiendo su presencia real y social en un símbolo que refuerce el poder masculino, en este caso el eclesiástico.
Convirtiendo a las mujeres de estos capiteles en alegorías evitamos destacar el papel de las damas medievales como juezas y árbitras, administradoras de justicia en sus señoríos y, sobre todo, su papel como mediadoras en conflictos entre linajes, villas y concejos o particulares.
Tras este libro inaugural en el que se explica cómo debe entenderse esta iconografía, nos encontramos con infinidad de réplicas de esta teoría que perpetúan esta idea de la Paz de Dios, sumiendo en un pozo cada vez más profundo de invisibilidad a las damas mediadoras.
Por ello, propongo renombrar a esta iconografía de aquí en adelante “La paz de las Damas”, para devolver a estas mujeres del pasado el reconocimiento que les corresponde y que les llevó a mostrarse como pacificadoras y mediadoras en los capiteles de algunas iglesias románicas.
Para las personas que queráis saber más sobre la paz de las mujeres medievales y su función de mediadoras, cuento algunos casos en este programa de @radio_vitoria que hice junto a @GemaEspinosaDz. eitb.eus/es/radio/radio…
Estoy leyendo demasiado en esta red sobre violencia verbal y psicológica ejercida en las mesas de Navidad en el seno de la familia, y como persona que decidió poner fin a ese tipo de agresiones me gustaría daros un consejillo.
No tenéis que tolerar que nadie os trate mal. Si en vuestra familia se protege al agresor y os mandan aguantar y callar huid y no miréis atrás. Hay personas que aprovechan los lazos familiares para echártelos al cuello y ser auténticos maltratadores y tiranos.
Yo rompí con mi familia más cercana por este motivo hace ya unos cuantos años. Me harté del maltrato continuado de mi padre y de su misoginia y lo único que lamento es haber aguantado tanto para hacerlo. Lo soporté por otros miembros de la familia, pero fue un gran error.
En un capitel de la iglesia de la Magdalena de Vézelay nos encontramos esta curiosa estampa de un monje perfectamente tonsurado que muestra sus exuberantes pechos y lo que parece la apertura de su vagina ante dos estupefactos personajes. ¿Cómo podemos explicarnos esta escena?
Hablemos de hagiografía, de ruptura de roles de género e incluso de realidades trans medievales que se mostraban a través de las imágenes y de las historias de la cultura popular. Y todo ello además en el contexto de la severidad de un monasterio de la orden cluniacense.
Comencemos por presentar al personaje central: el monje con atributos corporales femeninos. Nacida bajo el reinado del emperador Cómodo con el nombre de Eugenia, de joven se sintió fascinada por la vida monástica que se desarrollaba en un monasterio a las afueras de Alejandría.
Cuando pensamos en los talleres de cantería medievales que construyeron nuestras iglesias, murallas, castillos y torres, solemos figurarnos a un maestro de obras dirigiendo un grupo de fornidos obreros golpeando la piedra o acarreando material. ¿Pero es esta imagen cierta?
Realmente, hasta los siglos finales de la Edad Media no contamos con mucha información sobre el funcionamiento de estos talleres, siendo muy difícil, por ejemplo, encontrar datos fiables en los siglos del románico.
Por ello, la mayor parte de información de la que disponemos para esta época son problemáticos autorretratos en las propias iglesias...
Hay ocasiones en las que la vida te va marcando caminos que te hacen cerrar etapas y abrir otras nuevas. Y recientemente ha habido acontecimientos (algunos de ellos muy ilusionantes) que me han llevado a tomar la decisión de desvincularme completamente del proyecto @AlavaMedieval
Ésta ha sido una decisión muy difícil, puesto que, desde que ese proyecto era sólo una idea he trabajado hasta la extenuación por convertirlo en una realidad. Lo he luchado, defendido, he tratado de superar todas las trabas (que no han sido pocas) y todo ello cargada de ilusión.
Por ello se me hace muy dura esta partida, aunque frente a mí tengo una etapa muy ilusionante llena de nuevos proyectos en los que podré centrarme exclusivamente en lo que realmente me interesa y con lo que disfruto: la investigación y la divulgación.
En el capítulo de hoy de #CómoOcultaralasMujeresenlaHistoria os contaré el misterioso caso de la reina que se volvió invisible sólo porque su nombre aparecía en un documento junto con el de un noble que no le llegaba a la suela de sus regios zapatos.
Para ello nos vamos a trasladar al siglo XI, a una pequeña localidad alavesa llamada Batxikabo, conocida por su interesante templo renacentista y por su magnífico retablo fingido descubierto en una restauración reciente.
A pesar de que es una maravilla poder contemplar el retablo escultórico y el pintado de forma simultánea y a que se realizan visitas guiadas allí, en esta ocasión no nos interesa su pasado moderno, sino su pasado medieval.
En el capítulo de hoy de #CómoOcultaralasMujeresenlaHistoria veremos cómo una mujer de la que no sabemos prácticamente nada se fue convirtiendo progresivamente en la mala de la película para enaltecer la imagen de un hombre muy conocido. Os presento a la griega Jantipa.
Posiblemente no conozcáis a Jantipa, y es que sólo ha pasado a la historia como una nota a pie de página dentro de la biografía de uno de los más importantes pensadores del canon de la Filosofía. Y es que Jantipa fue la esposa de Sócrates.
Una mujer de la que no se habla en los libros de historia, de la que apenas podemos esbozar una biografía, pero que protagonizó algún chistecito bastante machista por parte de alguno de mis profesores cuando estudié la carrera de Filosofía.