La disonancia cognitiva es una variable de particular importancia en tiempos presentes. Explica la tendencia de las personas a justificar hasta la muerte las decisiones tomadas, sin importar lo catastrófico de sus resultados.
Así, por ejemplo…
Así, por ejemplo…
-Muchos evitan divorciarse; para ellos, es preferible prorrogar una vida de padecimientos, antes que reconocer un fracaso.
-Otros negarán que su opción electoral derivó en un desastre épico. Se justificarán siempre, pues para nadie es grato reconocer que ha sido engañado.
-Otros negarán que su opción electoral derivó en un desastre épico. Se justificarán siempre, pues para nadie es grato reconocer que ha sido engañado.
Entendidos en psicología de masas comprenden bien el fenómeno: es explotado concienzudamente para comerciar productos, servicios y plataformas políticas.
Aún cuando un partido fracase una y otra vez, siempre se podrá convencer al votante para que vuelva a elegirlo en las urnas.
Aún cuando un partido fracase una y otra vez, siempre se podrá convencer al votante para que vuelva a elegirlo en las urnas.
En tal virtud, la disonancia cognitiva es extremadamente importante para los cientistas políticos: gracias a ella, se puede incentivar al votante/target para que jamás considere datos concretos; sólo emociones.
Eventualmente, todo ello conduce a la consolidación de un caleidoscopio de dirigentes y plataformas que jamás son elegidos por resultados, sino por costumbre -o propiciándose en el votante un sentido de lealtad que, en realidad, lo idiotiza (‘zombificación’, se dirá -en sorna).
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