Reflexiones de un graduado. Ha llegado septiembre y, por primera vez desde que tengo memoria, no voy a empezar algún curso en un centro educativo. Siendo sincero, eso me genera un poco de ansiedad, así que voy a soltar algunos de mis pensamientos por aquí.
Con tres años entré al colegio, terminándolo con 12. El siguiente paso fue directo, finalizar la ESO e iniciar Bachillerato. De ciencias siempre, esa elección fue automática. Siempre he sido una persona de ciencias.
Y luego la Universidad, un paso que puede resultar difícil para muchos, pero que, en mi caso, fue un paso más. Fue en cuarto de la ESO cuando decidí meterme a Física, lo tenía muy claro. Cuatro años después, lo conseguí.
Por fin soy físico. Bueno, no ejerzo como tal, pero así me siento. El sacrificio de estos cuatro años no lo olvidaré. Es complicado desligarte de una experiencia semejante. No ha sido un camino fácil, ha tenido muchos momentos duros y también muchos buenos.
Un camino en el que no dejé de plantearme opciones acerca del futuro. Siempre amenazante, esperando a que entregase el TFG para cernirse sobre mi. Y, al igual que ocurre a muchos, tuve multitud de opciones durante esos años.
Entré en la universidad con la idea de ser astrofísico y convertirme en doctor. Qué iluso... Luego descubrí la verdad que esconde ese mundo y menos mal que me eché atrás. Respeto y admiro a los compañeros que se quieran dedicar a eso, pero definitivamente no es para mí.
Mi fase investigadora no fue muy larga, a finales de primero y principios de segundo ya sabía mi realidad. Así que opté por lo que más me apasiona, un campo al que me he dedicado de una y otra forma desde que empecé el instituto. La divulgación científica.
Pero seamos realistas. Los divulgadores son como los futbolistas. Sólo unos pocos pueden vivir de eso. Me gusta muchísimo, pero labrarse un camino es arduo complicado. Luego llegó la pandemia y mi sueño se esfumó.
El confinamiento me anuló por completo. Mis planes de futuro desaparecieron de la faz de la tierra y me desorienté por completo. Así que, más bien fruto de un capricho, tomé otro camino: la radiofísica. Todo ello a finales del verano del año pasado.
Me lancé de tal manera que decidí dedicar mi tfg a eso, a pesar de no tener ni idea del tema. Física Médica es una asignatura que ya no existe en mi carrera. Era un completo novato. A pesar de ello, mis jornadas en el hospital fueron de lo mejor de la carrera.
Aún así, no lo veo como una salida de futuro. Está ahí, pero no me termina de convencer. Es entonces cuando se presenta otra alternativa. Profesor y divulgador en mi tiempo libre. Estabilidad y dedicarme a lo que me apasiona, que, al fin y al cabo, es enseñar.
Desgraciadamente, terminaba en julio y el calendario no me cuadraba para entrar al máster. Por lo que este año se quedó desierto. Y ahí está el problema o el pseudoproblema, es justo eso lo que me genera ansiedad. La incertidumbre y el no saber qué hacer.
Quiero dar clases particulares, eso seguro, y quizás buscar un trabajo en alguna librería. Adoro hablar, adoro los libros y adoro hablar de libros. Creo que soy un buen candidato. Si alguien sabe de algo, soy todo oídos.
Aunque aún no sé qué será de mí este año. Por ahora tengo que organizarme, ver qué sale y, en función de eso, hacerme un calendario con el que ocupar mi tiempo. El vacío dejado por los estudios es muy grande y lo noto. La situación es rarísima.
Nada más, sólo quería desahogarme un rato y compartir mi experiencia actual. Gracias por leer hasta aquí. Todos los que estén en una situación similar, sé que es complicado, así que muchísimo ánimo. Espero que todo vaya genial.
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Durante la vida se pueden tomar malas decisiones. A veces pocas, a veces muchas. Pero ninguna tan mala como la que tomó Thomas Midgley. Un ingeniero mecánico que un día decidió dedicarse a la química, con nefastas consecuencias para nuestro planeta. Esta es su historia. #hilosdc7
Thomas Midgley Jr nació en 1889 en Pensilvania, EE.UU. Pronto se mudó a Ohio, graduándose en ingeniería mecánica en la Universidad de Cornell con 22 años. Desde pequeño vivió en un entorno que fomentó su afán inventor, lo que le llevó a obtener hasta 170 patentes.
Sin embargo, quizás es mejor que nunca lo hubiese tenido. Tal como veremos a continuación, los inventos de Midgley perfectamente se pueden contar entre los peores de la Humanidad. Un hombre que cambió el planeta donde vivimos. Sin exagerar.
Messi, Cristiano Ronaldo, David Beckham, Roberto Carlos… Todos ellos tienen dos cosas en común: auténticos golazos y un aliado inesperado, la Física. Aprovechando la Eurocopa, vamos a hablar de la herramienta más útil para los lanzadores de falta: el Efecto Magnus. Abro hilo.
Un lanzamiento de falta desde la frontal del área en los pies de estos jugadores es mortal para cualquier portero. El balón describe trayectorias imposibles de prever, asegurando casi el gol. ¿Por qué se comporta así el esférico? ¿Tienen los futbolistas algún poder mágico?
Para explicarlo, tenemos que recurrir a la Dinámica de Fluidos. Sinceramente, uno de los campos que más miedo me da de esta ciencia. Por suerte, no vamos a entrar en cuestiones matemáticas. Dentro de lo que cabe, el efecto Magnus es bastante intuitivo.
El agua líquida es fundamental para la vida tal y como la conocemos. En Ganímedes se encuentra el mayor océano del Sistema Solar, mucho más grande que todos los de la Tierra juntos. ¿Será allí donde descubramos por primera vez vida extraterrestre? Abro hilo.
Este hilo es la segunda parte del que publiqué la semana pasada. En él hablamos sobre algunos misterios del mayor satélite del Sistema Solar. Hoy, por petición popular, continuamos. Ambas piezas se pueden leer de forma independiente. Espero que les guste!
Ganímedes es la luna más grande de Júpiter, con un tamaño superior al de Mercurio. Sin embargo, dada su baja densidad, su masa es una tercera parte de la del planeta. ¿Qué se esconde en su interior?