LA LLORONA
(I)
De ella cuentan los aztecas,
a ella temieron los españoles.
¡Hace tiempo que sus penas
lamenta entre los hombres!
Quien fue bella dama en la Colonia,
después trágica sombra,
tiene una dramática y triste historia
de pasión, dolor y deshonra: #Panico Siniestro
(II)
Ella fue su siempre fiel amante
y nunca nada le exigió.
Y de esta unión secreta
a tres hijos luz les dio.
Dizque ella se resistía:
«¡No, por favor! ¿Qué dirán de mí?
¿Que será de mi honra
si yo me entrego a ti...?»
¡Ay, llorona, ay llorona…!
(III)
«Nada tienen qué decir
pues te lo digo, y escúchame bien:
por esposa sólo te quiero a ti.
Pero bien: si de mí desconfías
entonces digámonos adiós»
¡Ay, llorona, ay llorona
tú misma labraste tu dolor!
Nunca una mujer a un hombre
se confíe sólo por amor… #PanicoSiniestro
(IV)
Después, muchos días pasaron
antes de que ella se decidiera esa noche fatal
a escapar de su voluntario encierro
para salirle a buscar.
En cada hombre le parecía
encontrar a ese amante tan traidor
que hacía mucho ya no la veía
sin importarle su aflicción. #PanicoSiniestro
(V)
Pasó por donde una boda
se celebraba en ese momento
¡Vio salir a una desposada
y que él era el novio! (¡cruel tormento!)
Su mente se perdió en los recuerdos
y la enloquecieron los remordimientos
por haberse entregado sin miramientos
a quien así la abandonaba. #PanicoSiniestro
VI)
«De él no quiero tener nada
que a él le pertenezca:
ni sus juramentos, ni sus palabras
mucho menos sus hijos ¡Que mueran!»
Con daga asesina fue a sus cunas
mientras los veía dormir
bajo el único testigo: la luz de la luna
decía: «morir. Ellos deben morir» #PanicoSiniestro
(VII)
Los ángeles, horrorizados,
no podían esta abominable visión resistir
y a la horrenda voz del crimen, atemorizados
respondían: «¡Déjales, por Dios, vivir!».
¡Ay! ¡Ellos, los que tanta vida tenían delante
ahora de sus pechos la sangre se ve escurrir! #PanicoSiniestro

(VIII)
Ni sus cuerpos quería cerca de ella,
ni un recuerdo, ni una huella.
Enloquecida de odio enfermo
al río encargó sus almas y sus cuerpos.
Sin embargo Dios no le permite, y dice
«Si bien por tu pena al cielo se te admite
no entrarás sin tus hijos.» #PanicoSiniestro
(IX)
Aún los busca, aún vaga sin destino
por la ciudad a las doce de la noche
¡Cuídense cuando la escuchen, aun los hombres
tiemblan de miedo al escuchar sus alaridos
y se les hiela la sangre
al escuchar este fúnebre y tortuoso quejido!:
«¡Ay mis hijos…!» #PanicoSiniestro
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#PoéticaVagabuda
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Melodrama en México.
Existe una tendencia en nuestro país a reflejar las actitudes sentimentaloides de las series (antes llamadas telenovelas), caracterizada por una división entre «buenos» y «malos». En estas series, el “bueno” suele ser víctima de las asechanzas del “malo”, (1)
quien busca a toda costa hacerle daño al “bueno”. Ello implica cierta victimización del “bueno”, quien dolido y lastimado, lleva como una medalla su tolerancia con el malo para que se le admire su bondad. Esto último no es sino una manifestación de lo que para muchos en México(2)
forma parte de nuestra idiosincracia: el ser “aguantadores”, y saber “sobrellevar nuestra cruz”; es decir: en México, tanto por la cuestión del patetismo en las teleseries como por una mala forma de asumir la enseñanza del catolicismo, los que se auto nombran como “buenos” (3)