En 2001, a petición de los dueños de la #GuarderíaABC y previo a su apertura, el @oficialDavila emitió dictamen aprobatorio de seguridad, con vigencia hasta el 13 de julio de 2002, que debió haberse renovado cada año.
En ninguna otra ocasión volvió a la guardería, hasta el 5 de junio de 2009 para participar en el rescate y en la extinción del fuego que inició la bodega contigua de la Secretaría de Hacienda del Gobierno del Estado.
Por ese documento, que tenía 7 años vencido al momento de los hechos, el @oficialDavila enfrenta el riesgo de ir a la cárcel, pues es de los 22 imputados con sentencia condenatoria por homicidio y lesiones culposas, con penas de hasta 28 años de prisión.
En el mismo proceso judicial se encuentran los también bomberos José de Jesús Galindo López, Rafael Flores Jáuregui, Martín Lugo Portillo (ya jubilado) y Roberto Copado Gutiérrez (quien renunció al departamento).
En mayo pasado, la SCJN ordenó al Tercer Tribunal Unitario del Quinto Circuito, revisar las condenas a la baja, pero aun así están en riesgo de cárcel.
Como un elemento de descargo, destaca el perdón que recibieron del grupo Manos Unidos por Nuestros Niños, que integran padres y madres de menores lesionados y fallecidos en el incendio, integrado ya por la FGR dentro del expediente del caso.
Yo, que conozco bien el caso, reitero que la responsabilidad no está ni en los bomberos ni en las supervisoras de zona de IMSS ni en el profesor Davis ni en los empleados de la bodega. Arriba de ellos había funcionarios que no hicieron su trabajo.
Este miércoles 8 de septiembre a las 17:00 horas, los bomberos realizarán una manifestación solidaria con sus compañeros, partiendo de la plaza Emiliana de Zubeldía a las ruinas de la guardería, en la colonia Y Griega.
#DiaMundialdelaSaludMental les voy a contar algo. Hace unos años, estaba acompañando a mi mamá en la sala de urgencias del Hospital Chávez. De repente, irrumpió una señora de unos 50 años, muy alterada. Detrás de ella venía la que resultó ser su hermana y su sobrino
Mientras la hermana hablaba con un médico, la otra señora andaba de un lado para otro en el pasillo, se sentaba, se paraba, se golpeaba la cabeza y le pedía a las voces en su cabeza que se callaran, que la dejaran en paz. Volteaba a ver al médico y le pedía ayuda.
El médico le explicaba a la hermana que no le podía dar el medicamento que necesitaba porque era controlado y como era fin de semana, estaba cerrado el almacén de la farmacia (época del padrecismo, ya sabrán)