Un 16 de septiembre de 1955 la Revolución Libertadora se ponia en marcha cuando en la provincia de Córdoba comenzaron los movimientos revolucionarios que culminaron en la renuncia de Juan Domingo Perón a la presidencia y la asunción del presidente provisional Eduardo Lonardi.
Tras una década de gobierno peronista la sociedad se encontraba partida, la economía en ruinas y los ánimos más caldeados que nunca debido a la persecución política, el conflicto entre Perón y la Iglesia y el bombardeo a Plaza de Mayo de junio de ese año.
Hacer un glosario de todas las violaciones constitucionales que se cometieron entre 1946 y 1955 se hace innecesario. Había “democracia” pero no existía la República.
Una frase pronunciada por Carlos Aloé, gobernador de la provincia de Buenos Aires entre 1952 y 1955, es mejor que mil ejemplos: "En el gobierno no hay nadie, ni gobernadores, ni diputados, ni jueces, ni nadie; hay un solo gobierno que es Perón".
Perón era un presidente que manejaba el país en términos absolutos frente a una oposición que no tenía cómo hacerse escuchar, simplemente, porque no había libertad de prensa.
Decenas de presos políticos y otros cientos más de exiliados eran el muestrario de la época. La impotencia y la desesperación de la oposición no le iban a la zaga. No tenían diarios (sí "diaruchos" de escasa circulación) pero se valían de panfletos.
De esa manera expresa la situación del país en aquel momento el dirigente socialista Alfredo Palacios en un discurso en Radio Belgrano el 15 de julio de 1955 (que luego sería censurado) durante la breve apertura política del régimen peronista.
Alfredo Palacios denuncia al régimen peronista por la falta de libertad de prensa y por la persecución que se le realiza a los que expresan su oposición al gobierno.
Palacios también denuncia la pésima situación económica del país, las violaciones a los derechos de los trabajadores, las torturas a los presos políticos y el adoctrinamiento en las escuelas y universidades.
El dirigente radical unionista Ernesto Sammartino se pronunciaba de esta forma sobre el derrocado régimen peronista:
El dirigente conservador Reynaldo Pastor opinaba esto sobre los hechos que tuvieron lugar en el gobierno derrocado de Juan Domingo Perón:
El 19 de septiembre de 1955 al mediodía, la Radio del Estado anunciaba la renuncia de Juan Perón a la presidencia. Los ciudadanos argentinos que seguían atentamente los hechos a través de la radio salieron a festejar la renuncia una vez que la noticia fue anunciada.
La prensa internacional se hacia eco de la noticia de la caída de Juan Domingo Perón y la mostraba de esta forma:
El 23 de septiembre, el general Eduardo Lonardi asumía la presidencia provisional ante una gigantesca multitud reunida en la Plaza de Mayo que lo vitoreaba. Algunas de las consignas de loa manifestantes fueron: “Argentinos sí, nazis no”; “San Martín sí, Rosas no”, entre otras.
Luego de tomar el juramento y de recibir los atributos, el presidente provisional de la Nación Eduardo Lonardi sale al balcón de la Casa Rosada y pronuncia un discurso para el pueblo que estaba reunido en la Plaza de Mayo. Una nueva época comenzaba...
En los días anteriores a la Revolución Libertadora se grabó una marcha en los sótanos de la Parroquia Nuestra Señora del Socorro llamada "Marcha de la Libertad". Esta fue distribuida clandestinamente entre los grupos civiles revolucionarios de Buenos Aires y Córdoba.
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Fotografía que retrata al doctor Joaquín V. González, rodeado de libros, en su oficina de la Capital Federal en el año 1915, cuando se desempeñaba como senador nacional por la provincia de La Rioja.
González falleció el 21 de diciembre de 1923 en Buenos Aires a los 60 años de edad. A lo largo de su vida desarrolló una extensa labor política, intelectual y académica, desempeñándose como gobernador de La Rioja entre 1889 y 1891, diputado nacional en dos oportunidades (1886-1889 y 1898-1901), varias veces ministro de gobierno, fundador del Instituto Superior del Profesorado, nacionalizador y primer presidente de la Universidad de La Plata, y senador nacional entre 1907 hasta su muerte en 1923. Fue además miembro de la Real Academia Española y de la Corte Permanente de Arbitraje internacional de La Haya.
González nació el 6 de marzo de 1863 en el pueblo de Nonogasta, en la provincia de La Rioja. Hizo los estudios primarios en la escuela de su pueblo y los secundarios en el Colegio Montserrat de la ciudad de Córdoba. Desde muy joven se vinculó al periodismo, colaborando en diarios locales como El Interior y La Revista de Córdoba, y ejerció la docencia en Historia, Geografía y Francés en la Escuela Normal de Córdoba.
En 1886 se doctoró en Derecho en la Universidad Nacional de Córdoba. De regresó en La Rioja desarrolló una intensa actividad intelectual y política. Participó en la fundación del diario La Propaganda, que sirvió como órgano político de la política de Miguel Juárez Celman en la provincia, fue miembro de la Comisión de Reforma Constitucional y redactó el proyecto de Constitución provincial. En 1887 publicó su primera obra historiográfica, La Revolución de la Independencia Argentina, ingresó al diario porteño La Prensa y fue designado primer profesor de Derecho de Minas en la Universidad de Buenos Aires.
Paralelamente, fue electo como diputado nacional por la provincia de La Rioja en julio de 1886, a los 23 años de edad, en una elección parcial para determinar al reemplazante del mandato del renunciante Francisco V. Bustos, electo gobernador provincial. En 1889 renunció a su banca como diputado tras ser electo gobernador de La Rioja. Renunció al cargo en octubre de 1891 luego de la renuncia de Bartolomé Mitre a la candidatura presidencial en la fórmula del Acuerdo con Julio Argentino Roca.
Durante los siguientes años se mantiene alejado de la política siendo designado en 1894 como titular de la cátedra de Legislación de Minas de la Universidad de Buenos Aires, y en 1896 accede al Consejo Nacional de Educación siendo además académico titular de la recientemente creada Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
En 1898 fue nuevamente electo como diputado nacional por la provincia de La Rioja hasta que en septiembre de 1901 es designado por el presidente Julio Argentino Roca como Ministro del Interior. González se convierte rápidamente en el principal asesor y colaborador del presidente Roca, desempeñándose además interinamente en los ministerios de Relaciones Exteriores y de Justicia e Instrucción Pública en distintos momentos entre 1902 y 1904.
Bajo la iniciativa de González se impulsaron reformas de gran relevancia, entre ellas la ley electoral de 1902, que introdujo el sistema de circunscripciones uninominales y abría el juego político a nuevos actores, permitiendo la elección del primer diputado socialista en América como lo fue Alfredo Palacios. Sugirió el nombre de Juan Bialet Massé para la realización del informe que estudiaría la situación de los obreros en la Argentina y sobre la base de ese informe promovió el ambicioso Código del Trabajo, un proyecto de ley con más de 460 artículos orientado a establecer una legislación laboral avanzada para su época, presentado ante el Congreso Nacional en abril de 1904, aunque nunca tratado por el mismo. Este proyecto de 1904 fue un importante antecedente en la historia del derecho laboral argentino. De allí, surgieron las leyes de descanso dominical, del trabajo de mujeres y niños, de los accidentes de Trabajo, entre otras.
El 7 de diciembre de 1874, el coronel Julio Argentino Roca derrotó al general José Miguel Arredondo en la segunda batalla de Santa Rosa, poniendo fin a la Revolución mitrista que había estallado en septiembre de ese año contra las autoridades nacionales. Debido a su decisivo triunfo contra las fuerzas revolucionarias, Julio Argentino Roca fue ascendido a General por el presidente Nicolás Avellaneda, a los 31 años de edad.
En los últimos tiempos de la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento se empezaron a barajar diversos nombres sobre quien podía ser su sucesor. Entre esos con más posibilidades se encontraba por el oficialismo el vicepresidente Adolfo Alsina y Nicolás Avellaneda, quien sirviera como ministro de Justicia e Instrucción Pública de Sarmiento. Por la oposición en un primer momento se mencionaban las candidaturas de Manuel Quintana o Carlos Tejedor, pero el candidato más fuerte era Bartolomé Mitre, del Partido Nacionalista, quien desde el senado se había convertido en una de las principales voces de la oposición al gobierno de Sarmiento.
El Partido Nacionalista como era natural propuso a Bartolomé Mitre como su candidato para la carrera hacia la presidencia. El general Mitre aceptó la candidatura el 20 de mayo de 1873, acompañado en la fórmula por el senador correntino, Juan Eusebio Torrent. La fuerza del mitrismo se localizaba en Buenos Aires, Corrientes, San Juan, Santiago del Estero y San Luis. Mitre declaró tener “consideraciones de un orden superior” para aceptar tal ofrecimiento. Veía en peligro el principio de la soberanía popular y la pureza del sufragio por parte de “ligas bastardas de mandatarios”.
El 25 de noviembre de 1936, Carlos Saavedra Lamas, ministro de Relaciones Exteriores y Culto del gobierno del presidente Agustín P. Justo, obtenía el Premio Nobel de la Paz por haber promovido la firma del Pacto Antibélico, también conocido como Pacto Saavedra Lamas, que, en 1933, suscribieron 21 países americanos y europeos, convirtiéndose en el primer argentino y latinoamericano en ganarlo.
Carlos Saavedra Lamas nació en Buenos Aires el 1 de noviembre de 1878 en el seno de una familia patricia conformada por Mariano Abraham Saavedra y la uruguaya Luisa Lamas. Por parte paterna era bisnieto de Cornelio Saavedra, presidente de la Primera Junta de Gobierno, y nieto de Mariano Saavedra, gobernador de Buenos Aires entre 1862 y 1866. Por parte materna era nieto del político y escritor uruguayo Andrés Lamas. Estaba casado con Rosa Sáenz Peña, hija del expresidente Roque Sáenz Peña y nieta del también expresidente Luis Sáenz Peña.
Saavedra Lamas obtuvo su titulo universitario en 1903 en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, con medalla de oro; su tesis versó sobre “Régimen Municipal de la Capital” y recibió por ella el Premio Facultad. También por esos años comenzó su carrera política, ocupando posiciones públicas siendo muy joven. Fue Director de Crédito Público en 1906 y luego Secretario de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, en 1907, durante la intendencia de Carlos Torcuato de Alvear.
El 25 de noviembre de 1885 falleció Nicolás Avellaneda, quien se desempeñó como presidente de la Nación entre 1874 y 1880 y como ministro de Justicia e Instrucción Pública entre 1868 y 1873. Avellaneda aseguró la soberanía argentina sobre la Patagonia, instauró la capital del país en Buenos Aires, impulsó la inmigración en la Argentina y fue uno de los grandes impulsores de la educación pública en el país.
Nicolás Remigio Aurelio Avellaneda nació en San Miguel de Tucumán el 3 de octubre de 1837, siendo hijo de Marco Manuel Avellaneda y Dolores de Silva. Su padre fue un destacado político que lideró la alianza antirosista Coalición del Norte, y que luego de la derrota de la misma, fue ejecutado y degollado por orden del coronel Mariano Maza en octubre de 1841, mientas se desempeñaba como gobernador de Tucumán. Por parte paterna era nieto de Nicolás Avellaneda y Tula, primer gobernador de la provincia de Catamarca y uno de los hombres más destacados de la Revolución de Mayo en su provincia, y por parte materna de José Manuel Silva, gobernador unitario de Tucumán entre 1828 y 1829.
Tras el brutal asesinato de su padre, su madre Dolores huyó en caballo hacia el exilio en Bolivia, en compañía de sus suegros y sus cinco hijos (Nicolás, Marco, Manuel, Eudoro e Isabel, de apenas 5 meses de edad). Durante el largo viaje hacia Bolivia, la familia Avellaneda debió soportar duras jornadas en las sendas de montaña. Dolores se mantuvo durante todo el viaje desconsolada por la muerte de su marido y aquejada por una enfermedad que la había dejado completamente débil. Y como si algo faltara, debió afrontar una nueva tragedia cuando su pequeña hija Isabel murió durante el viaje. Llegados a tierra boliviana, resolvieron quedarse en la ciudad de Tupiza.
El 19 de octubre de 1914 falleció Julio Argentino Roca en Buenos Aires a los 71 años de edad. Roca ejerció como presidente de la Nación entre 1880-1886 y 1898-1904. Fue el representante más influyente de la denominada Generación del 80, además de ser el hombre a cargo de la Conquista del Desierto y uno de los artífices de la consolidación definitiva del Estado Nacional.
Roca nació en Tucumán el 17 de julio de 1843 y era el cuarto hijo de José Segundo Roca y de Agustina Paz. José Segundo había participado en la campaña libertadora junto a San Martín, en la guerra contra el Brasil y en las luchas civiles junto a Lavalle y al general José María Paz. Por parte de su madre, era sobrino de Marcos Paz, vicepresidente de la Nación en la presidencia de Bartolomé Mitre entre 1862 y 1868, y primo de Máximo Paz, gobernador de Buenos Aires entre 1887 y 1890 y senador nacional entre 1891 y 1895.
Cuando Roca cumplió nueve años y se produjo la batalla de Caseros con la consecuente caída de Rosas, la suerte de la familia Roca cambió definitivamente. Don José Segundo se ganó la confianza de Urquiza quien le pidió que se trasladara con su familia a Concepción del Uruguay. Allí Julio Argentino, junto a sus hermanos Marcos y Celedonio, ingresó al Colegio Nacional, uno de los más prestigiosos del país. A pesar de mostrar interés por la medicina, en 1858 y sin abandonar sus estudios ingresa al ejército de la Confederación con el grado de subteniente.
El 17 de octubre de 1884, durante la presidencia de Julio Argentino Roca, comenzaba la expedición del general Benjamín Victorica, ministro de Guerra y Marina, al Gran Chaco con el objetivo de consolidar el control estatal sobre la región mediante la pacificación de los pueblos indígenas, facilitando la ocupación y colonización.
Anteriormente a 1884 la región del Chaco permanecía prácticamente fuera del control del Estado argentino. Había habido algunas expediciones para tratar de establecer el control territorial argentino, como la del general Napoleón Uriburu en 1870, que logró someter a algunas tribus indígenas y que expulsó a un escuadrón boliviano que incursionaba en territorio argentino. Pero la falta de infraestructura dificultaba la ocupación del territorio y las exploraciones eran esporádicas, realizadas a través de los ríos Paraná, Bermejo y Pilcomayo.
A esta situación se le sumaban la belicosidad de los pueblos originarios de la zona, siendo el Chaco escenario de conflictos fronterizos y de malones, lo que generaba tensiones con los asentamientos criollos de la zona. Un caso de estas características sucedió en 1882 cuando indígenas de las etnias toba y chirigüano asesinaron al médico francés Jules Creavaux y a once de sus compañeros cuando acampaban cerca del río Pilcomayo.