La historia de los sanatorios giratorios del Doctor Saidman, que curaban la tuberculosis (y a cambio te subían un montón de puestos en la lista del cáncer de piel).
La historia de como la ermita enterrada de San Adrián de Sásabe y la Estación Internacional de Canfranc pudieron (o no) estar relacionadas en la búsqueda del Santo Grial.
La historia de dos gigantescos altavoces de hormigón y de las batallas de propaganda con panfletos y música ligera que se libraron entre China y Taiwan en los años 60 y 70.
La historia de Bodie, un pueblo fantasma en el norte de California que está poseído por una maldición (pero no es el tipo de maldición que os imagináis).
Uno de los mejores edificios de la historia está construido con nenúfares. Nenúfares tan delgados que no respetaban la normativa.
Pero resistieron. Solo hubo que demostrarlo (y echarle valor).
En #LaBrasaTorrijos, la Johnson Wax y los cojonazos de Frank Lloyd Wright.
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Se suele decir que los arquitectos tenemos un problema de ego. Que creemos que sabemos de todo y siempre tenemos razón y somos interdisciplinares y sabemos de música y de literatura y de coches y de fútbol...
En definitiva, que somos unos flipaos y unos cretinos.
Y la verdad es que es verdad. Si un arquitecto de poca monta como es mi caso, se cree el puto amo de la cultura occidental, imaginaos cómo sería un arquitecto que SÍ QUE FUE (uno de los) PUTOS AMOS de la arquitectura occidental.
Como muchas buenas historias, esta comienza con algo inesperado.
En este caso, un meme. (Y sí, el meme tiene marca de agua porque si no, no sería meme ni nada).
Una ciudad donde el horizonte se recorta con las trazas exactas de un acueducto romano, la catedral se impone como su torre clavada en el cielo (y en el tiempo), y el alcázar vigila el paisaje con ese aire entre heráldico y legendario.
En 1943, los nazis bombardearon Bari. No sabían que el bombardeo salvaría cientos de millones de vidas y cambiaría la medicina para siempre.
Porque esas bombas propiciaron UN AVANCE CRUCIAL EN LA LUCHA CONTRA EL CÁNCER.
Cuando a mediados de diciembre de 1943, el Teniente Coronel Stewart Francis Alexander llegó al hospital de San Paolo de Bari, se encontró con un panorama dantesco: decenas de hombres se amontonaban en las camas llenos de quemaduras, con dificultades respiratorias y medio ciegos.
En 1980, tras una carrera estelar en la MLB, el primera base Gary Thomasson protagonizó uno de los fichajes más sonados de la historia del béisbol: se fue a Japón.