Un 19 de septiembre de 1945 tuvo lugar en Buenos Aires la Marcha de la Constitución y la Libertad. Una gran marcha que reunió 500.000 personas bajo la consigna de exigir el fin de la dictadura militar que gobernaba desde 1943 y el pedido de que la Corte Suprema gobierne el país.
Ese día en las calles de Buenos Aires se entreverarán políticos socialistas y comunistas, dirigentes del radicalismo, del conservadurismo, políticos cristianos, estudiantes, que desde hace dos años tienen las universidades intervenidas, educadores, obreros, empresarios y más.
Los ciudadanos entonaron el Himno Nacional argentino en Plaza del Congreso con carteles, banderas y panfletos en mano; y luego marcharon hasta la Recoleta al grito de “pueblo libre, prensa libre” y “el nazi de ayer no puede ser el demócrata de hoy”.
El evento generó un fuerte impacto en la gobernabilidad del gobierno de facto de la dupla Farrell-Perón. En aquellos días, Edelmiro Farrell era el presidente provisional de la Nación, militar acomodaticio y decidido a recostarse siempre a favor del viento.
El vicepresidente era Juan Domingo Perón, de hecho el poder real del régimen militar. Perón además de vicepresidente era ministro de Guerra y el titular de la Secretaria de Trabajo. Concentraba en su persona el poder militar, político, social y los fondos públicos.
El Ministro del Interior era el radical Hortensio Quijano, un correntino que los amigos calificaban de pintoresco y los adversarios de payaso. El Ministro dudó en autorizar la marcha. Consultó con Perón y evaluaron que no quedaba otra alternativa que permitirla.
El 15 de septiembre Perón envió una “orden general” al ejército en la que consideraba a los manifestantes como entregadores de la soberanía nacional, aliados al capital extranjero, oligarcas en definitiva. En la lista de enemigos del pueblo figuran los periodistas y los jueces.
En esos días se adhirieron a la manifestación democrática los gremios de la Fraternidad, Textiles y Empleados de Comercio, la UIA permitió a los trabajadores abandonar la jornada laboral y la dictadura intento sabotear los tranvías para que no circulasen.
La Marcha de la Constitución y la Libertad resultó un éxito e impacto de lleno en el poder del duo Farrell-Perón y del régimen militar. Farrell fue obligado a llamar a elecciones para abril, mientras que luego de una asonada militar fue exigida la renuncia y detención de Perón.
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El 8 de julio de 1884 se promulgó, durante el gobierno del general Julio Argentino Roca, la Ley 1.420, llamada de Educación Común, que reguló la enseñanza universal, obligatoria, gratuita y laica en el país.
Por esos días, el elenco gobernante, conocido como la Generación del 80, impulsaba reformas en distintos ámbitos que apuntaban a modernizar el Estado y ampliar y reasumir algunas funciones que la Iglesia Católica venía ejerciendo desde la época colonial.
En ambos bordes de la grieta revistaban intelectuales de alto vuelo, como José Manuel Estrada y Pedro Goyena por el lado de los católicos y los expresidentes Bartolomé Mitre, Domingo F. Sarmiento, y el ministro Eduardo Wilde, entre otros, por el de los laicistas. Los epítetos estaban a la orden del día: “Sacristanes”, les espetaban a los primeros; “Masones”, replicaban desde la otra orilla para estigmatizar a los segundos, siendo frecuente que los cruces verbales subieran de tono y terminaran a bastonazos y pedradas.
“La República Argentina, que sera algún día una gran nación porque tiene la ambición, la fe y todas las condiciones necesarias de climas, tendencias, leyes y espacio para ello, no olvidará jamás que el estado de progreso y prosperidad en que se encuentra en esos momentos se debe en gran parte al capital inglés”.
Palabras de Julio Argentino Roca durante el banquete servido en honor al día de la Independencia de la Argentina en la localidad de Richmond (en Gran Bretaña) el 9 de julio de 1887.
Ese 9 de julio de 1887 se celebró en el hotel Star and Garter un gran banquete en honor al día de la Independencia de la República Argentina, donde más de 350 personas se reunieron en un salón cuya mesa principal estaba decorada con banderas argentinas, bajo la presidencia de Edward Baring, lord de Revelstoke, el directivo más importante de la casa Baring Brothers.
La lista de invitados al banquete incluía a muchos británicos que tenían lazos con la Argentina, como los casos de Frank Parish (hijo de Woodbine Parish, quien sirviera como diplomático británico en Buenos Aires entre 1825 y 1832), John Coghlan (ingeniero que trabajó durante 30 años en los ferrocarriles de la Argentina), entre otros altos empresarios británicos. También concurrieron una docena de argentinos, entre ellos Máximo Terrero y Manuelita Rosas, hija del ex gobernador porteño Juan Manuel de Rosas, el ministro argentino en Londres, Luis Domínguez, Victorino de la Plaza, asesor económico argentino en tierras británicas, Alejandro Paz y otros.
En julio de 1943 la revista estadounidense LIFE volvió a la Argentina y fotografió la situación en la que se encontraba el país luego del golpe de estado del 4 de junio. Las primeras fotografías corresponden al acto realizado el 9 de julio, en conmemoración del día de la Independencia.
En el acto del 9 de julio se mostraban los símbolos que representarían al gobierno de la revolución de 1943, las Fuerzas Armadas y la Iglesia Católica. En la primera fotografía se lo distingue al coronel Juan Domingo Perón, en ese momento estrecho colaborador y del general Edelmiro J. Farrell y funcionario del Ministerio de Guerra.
Algunas fotografías más del acto del 9 de julio de 1943. 1/2
La Ciudad de Buenos Aires retratada por el fotógrafo suizo Samuel Rimathé hacia finales del año 1890, en una Buenos Aires aún convulsionada por los hechos de la Revolución del Parque en julio de ese año. 1/6
El 19 de junio de 1884 falleció Juan Bautista Alberdi en la ciudad de Neuilly-sur-Seine, Francia. Fue el autor intelectual de la Constitución Nacional de 1853 y uno de los mayores exponentes del liberalismo hispanoamericano.
Alberdi nació en la ciudad de San Miguel de Tucumán el 29 de agosto de 1810, siendo hijo del comerciante y político vasco Salvador Alberdi y de la criolla Josefa Aráoz y Balderrama, hija de una de las familias más importantes de la provincia, quien falleció en el parto. El padre de Alberdi participó activamente de la lucha por la independencia, desempeñando un importante papel en la defensa del norte argentino ante los ataques realistas, además de ser el "mejor amigo" del general Manuel Belgrano. Su contribución a la lucha por la independencia impulsó a que el Congreso de Tucumán acordara en su sesión del 29 de octubre de 1816 concederle formalmente la ciudadanía argentina.
Su padre falleció en 1822, cuando Alberdi tenía tan solo 11 años, por lo tanto quedó al cuidado de sus hermanos mayores. Un año después se trasladó a Buenos Aires cuando, bajo el impulso del ministro porteño Bernardino Rivadavia, se fundó el Colegio de Ciencias Morales, bajo la tutela de la flamante Universidad de Buenos Aires y fue becado para educarse en aquel colegio. Allí fue compañero de jovenes como Esteban Echeverría, Marco Avellaneda, uan María Gutiérrez, Vicente F. López, José Mármol, Marcos Paz, Félix Frías, Carlos Tejedor, Miguel Cané y otros.
El 16 de junio de 1955 tuvieron lugar los bombardeos a Plaza de Mayo que llevo a cabo la Marina de Guerra, con la dirección del contraalmirante Samuel Toranzo Calderón, con el objetivo de asesinar al presidente Juan Domingo Perón.
Pero, ¿Por qué pasó? ¿Cuáles fueron los factores que desencadenaron el hecho?
Hacia octubre del año 1954 el país vivía en una cierta paz en el ámbito de las relaciones de las fuerzas políticas luego de la política de conciliación limitada que había sido inaugurada por el presidente Perón alrededor de junio de 1953, luego de los atentados terroristas del 15 de abril del mismo año cuando militantes de partidos opositores explotaron dos bombas entre el público que había ido a escuchar el discurso de Perón en la Plaza de Mayo y de la quema, por parte de fuerzas de choque peronistas, de la Casa del Pueblo, el Jockey Club y las sedes de los partidos Radical y Demócrata.
El 11 de noviembre de 1953 el Poder Ejecutivo elevó una ley, que sería promulgada por el Congreso Nacional en diciembre, que otorgaba una amnistía a los dirigentes políticos presos desde mayo. La ley de amnistía hacia una distinción entre delitos políticos cometidos por civiles y los cometidos por miembros de las Fuerzas Armadas, al margen de otra distinción en el rubro de los transgresores gremiales. Los civiles, la mayoría de dirigentes de los partidos, recibieron una amnistía total, mientras que la de los militares era decidida por el Poder Ejecutivo y la de los sindicalistas se las consideraría individualmente. Con estas medidas Perón quería asegurarse de que ninguno de los liberados volviera a socavar su control de los sectores que más le importaban: las Fuerzas Armadas y el movimiento obrero.