🗺️Ya está aquí la segunda edición de #losmapasyelmundo. Cada dos lunes, un nuevo mapa que nos acerca a nuestro pasado, a nuestra historia, a nuestros orígenes.
Hoy, hablaremos de uno de los mapas más interesantes del siglo XV: el mapamundi de Andreas Walsperger.
Vamos allá ⬇️
Este mapa encierra un nivel de significado muy profundo, con gran detalle representativo y un sistema de referencias muy heterogéneas.
¿Qué significa eso? Pues que no podemos profundizar demasiado en él en un único y breve hilo de Twitter.
Pero vamos a analizarlo un poco. A observarlo. Y, por supuesto, a disfrutarlo. Porque, al final, ese es el objetivo final de todo esto: disfrutar de los mapas.
A ver. ¿Quién fue Andreas Walsperger? Pues no sabemos mucho de él, la verdad. De hecho, sabemos bastante poco.
Nació alrededor de 1415 en Radkersburg, una pequeña población de Estiria, en Austria (📷).
Lo poco que se sabe de él es que, de 1434 a 1442, fue monje en el monasterio benedictino de San Pedro en Salzburgo. Poco más. Ah, y que parece que era hijo de carpintero.
Su nombre pasó a la historia gracias al mapa que nos ha traído aquí hoy. Un mapa que creó en Constanza en 1448, y que pasó a adquirir el nombre de su creador: mapamundi de Andreas Walsperger.
¿Qué nos dice este mapa? Pues muchas cosas. Veamos unas pocas.
Para empezar, el propio Walsperger nos lo presenta. Un breve texto en la base inferior describe el mundo, menciona las diferentes fuentes que usó su autor (spoiler: entre otros, Ptolomeo y mucho Ptolomeo), y nos indica dónde y cuándo lo hizo. En Constanza, en 1448. Todo clarito.
El mapa en sí es todo un cúmulo de referencias, y la información que contiene es realmente extensa. Una información expresada en formato textual y gráfico. Un mapa en que la tradición convive con los nuevos descubrimientos, y lo real se funde con lo fantástico.
Este mapamundi, que mide 57 x 75 cm, está rodeado por nueve círculos concéntricos que representan las esferas celestes. También vemos doce pequeños círculos que nos indican los signos zodiacales, y otros doce semicírculos que mencionan los diferentes vientos.
Ya en el orbe propiamente dicho, el mapa está orientado hacia el sur (recordemos que la orientación en los mapas es una cuestión eminentemente cultural).
Es decir, África está situada en la sección superior del mapa. Por tanto, la cosa queda más o menos así:
Menos en el sur, el mundo está rodeado por un océano de color verde (por cierto, en la geografía árabe hubo quien llamó al océano "el mar verde de la melancolía", que me parece precioso).
Recordemos que estamos en 1448. El océano aún era innavegable, como afirma el propio mapa.
Eso no significa que no estuviera siendo ya conocido en la época. Los portugueses ya habían navegado esas aguas, y hacía décadas que los normandos Jean de Bethencourt y Gadifer de la Salle habían llegado al archipiélago canario, por ejemplo.
Es un momento crucial de la historia.
Es por ello que en este mapa, en un punto de las aguas atlánticas, aparecen las Columnas de Hércules. No ya en el Estrecho de Gibraltar, sino en pleno océano.
Porque, si estas columnas marcan el límite del mundo, el límite de lo conocido, este límite está ahora en el Atlántico.
En el mapa, hay dos elementos que llaman poderosamente la atención: un gran fragmento de color rojo, y una enorme ciudad que domina la representación.
Lo rojo es, como era habitual en los mapas medievales, el Mar Rojo. Se solía representar de esa manera por motivos obvios.
Y la gran ciudad que aparece no es otra que el Paraíso, del que fluyen los cuatro ríos que, según la tradición bíblica, riegan el mundo.
Aunque el mapa esté centrado en Jerusalén (como vemos en tantos otros mapas medievales), el referente que domina el mundo, el lugar que constituye un recuerdo de aquella utopía para el género humano, es el Paraíso. Lejano, extremo, pero maravilloso.
Estamos ante un mapa con un carácter eminentemente cristiano. Un mapa que incluye nuevas referencias (como la Geografía de Ptolomeo, fundamental para la cultura renacentista), pero, al mismo tiempo, anclado en la tradición.
Recordemos que el bueno de Walsperger era monje.
Hay muchas menciones textuales a diferentes lugares del mundo: ciudades, ríos, montañas, pueblos... Una verdadera enciclopedia visual que se puede recorrer con la mirada.
Y, por supuesto, no faltan alusiones a razas monstruosas y horribles en los rincones más remotos del orbe.
Incluso vemos una figura practicando canibalismo. No es casualidad que aparezca junto a Gog y Magog, lugar situado en los extremos septentrionales del mundo, habitado por un pueblo fiero y salvaje que había sido enclaustrado, según algunas fuentes, por Alejandro Magno.
Es habitual que las razas monstruosas habiten los desconocidos y oscuros límites del mundo.
El peso de Plinio el Viejo, con sus extensas descripciones de estas extrañas razas, estuvo presente durante siglos.
Y estas extrañas razas ocuparon su lugar en los mapas. Cómo no.
⬆️ Los fragmentos del tuit anterior proceden del maravilloso mapa de Hereford (finales del s. XIII) y del llamado mapamundi del Salterio (segunda mitad del XIII).
Por ello, el mapa de Andreas Walsperger es un ejemplo precioso de un momento de cambio fundamental en la representación y conocimiento del mundo. Un momento en que la convivencia entre elementos legendarios y nuevas referencias es clave.
Y lo será siempre.
Porque la simbiosis entre lo imaginario y lo real, entre la fantasía y el conocimiento empírico, es un elemento que siempre, siempre, siempre debemos tener en cuenta. Y no son contradictorios. Es, simplemente, una forma de ver, y de entender, el mundo.
Como decíamos al principio, a Andreas Walsperger se le conoce únicamente por este mapa. Pero vaya una manera maravillosa de pasar a la historia.
Vayamos por partes, porque hay mucho que decir sobre este mapa. Por supuesto, en un hilo no vamos a poder tratarlo todo, pero vamos allá.
¿Por qué se llama mapamundi Catalán Estense? Pues ese nombre compuesto nos indica tanto su naturaleza como su ubicación.
Catalán, porque sigue la tradición representativa de las cartas náuticas de la que se ha llamado escuela catalano-mallorquina. Y Estense, porque es ahí donde se encuentra conservado: en la Biblioteca Estense Universitaria de Módena.
Bueno, pues aquí hay novedades. Les presento #losmapasyelmundo. Un acercamiento directo, sencillo, breve, a diferentes mapas de nuestra historia. Distintas maneras de ver el mundo, que hablan de nuestra relación con él.
¿En qué consiste esto? Te lo explico ⬇️🗺️
A partir de hoy, vamos a darle un poco de salsa a los lunes. Cada dos semanas traeré un mapa diferente, de distintas épocas y contextos geográficos y culturales. Mapas que nos transportan a determinados momentos de la historia, y que nos acercan a ella.
En ocasiones serán mapas más conocidos, y en otras no lo serán tanto. No haremos concienzudas y rigurosas disquisiciones sobre ellos, sino que los comentaremos brevemente. La idea no es hacer exámenes, sino observarlos, admirarlos y comprender el valor de la fuente cartográfica.
Pleno verano. Mucha gente de vacaciones. Mucha gente de viaje (espero que con mucho cuidado), y otra mucha que no puede. Pero eso no impide viajar a través de Twitter.
Por eso te hago una propuesta.
Una pequeña guía de viaje a través de mapas antiguos. ¿Me acompañas? 🗺️✈️
Como ya es sabido, hay muchas formas de viajar. Podemos visitar parajes naturales, entornos urbanos, monumentos... Pero también podemos organizar un viaje visitando mapas en el lugar en el que estemos. Y no solo en museos y bibliotecas, sino en muchos otros contextos.
Muchas veces, al pensar en un mapa, lo relacionamos con manuscritos, libros, atlas, mapamundis en papel... Lo normal es que pensemos en un soporte documental en papel, pergamino, etc.
Pero existen lugares que albergan geniales representaciones cartográficas en otros soportes.
Unas pocas consideraciones para quien esté haciendo la tesis y se sienta agobiado, abrumado y/o perdido:
1. La tesis no es definitiva. Es tu presentación para la investigación de alto nivel. Y ya. Si fuera el trabajo definitivo, tu vida académica futura sería bastante aburrida.
2. Tu tesis va a tener fallos. Es normal. En el futuro verás que quizás la conclusión que sacaste en la página 146 no es la más acertada, o que tu análisis de alguna cuestión es erróneo. No pasa nada. Lo interesante es eso: actualizar tus puntos de vista.
Eso no quita que, en el momento, intentes hacer el mejor trabajo posible. Y lo harás. Pero no te empeñes de más en que sea un trabajo absolutamente incontestable. Lo interesante es que aporte argumentos al debate académico. Y el debate académico es justo eso, un debate.
Ese manuscrito, que casi nadie conoce, contiene una obra capital en la historia de la geografía. Y él lo sabe.
Así que lo copia y regresa con él a su monasterio de Chora.
Y todo cambia.
HILO⬇️
Ese monje se llamaba Máximo Planudes. También era gramático y traductor de obras clásicas. Un personaje fundamental.
Esta historia nos va a llevar a varios sitios: a la Alejandría del siglo I, a la Constantinopla del XIV y a la Italia del XV.
Pónganse cómodos, que empezamos.
Bueno, como decía, Máximo Planudes tenía ante él una obra que nadie conocía. Una obra que había permanecido en la sombra, casi desconocida, casi perdida.
Una obra escrita allá por el siglo II.
Hagamos la primera parada. Viajemos en el tiempo hasta ese momento.