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Oct 7, 2021 38 tweets 15 min read Read on X
Frente a China hay una islita que estuvo mucho tiempo en guerra contra el gigantesco país.

China bombardeaba con papel y ellos respondían con música. Con dos altavoces de hormigón como un edificio de tres plantas.

En #LaBrasaTorrijos de hoy, el muro sónico de Kinmen.

HILO 👇
En 1978, el arquitecto italiano Aldo Rossi comenzó la construcción de la que, para muchos, sería su obra maestra: el cementerio de San Cataldo.
En San Cataldo, Rossi formalizaba un edificio que daría la vuelta al mundo: un bloque cúbico de significado perfectamente hermético. Un hexaedro hiératico, inconsiderable, inmarcesible y todos los adjetivos pomposos del posmodernismo que se os apetezcan...
Aldo Rossi "revolucionó" el panorama arquitectónico europeo con el cementerio de San Cataldo y con las capas y capas de intelectualidad que muchos críticos pusieron encima del edificio...
...quizá no habrían sido tan entusiastas si supieran que en el otro extremo del mundo ya hacía tiempo que había construido un cubo hermético, hierático, pero cuya relación con el ser humano era mucho, MUCHO más peculiar.

El Muro de Emisión de Beishan:
Para entender el por qué del muro de Beishan, hay que saber que tanto este cubo, como el vecino de Mashan, se levantan en la isla grande de Kinmen: un pequeñísimo archipiélago junto a China, pero de soberanía taiwanesa.

Esto de aquí.
Kinmen fue el centro de las hostilidades del final de la Guerra Civil China, que duró desde 1927 hasta 1949.

Una vez que el Partido Comunista de China tomo el control del territorio continental, empujó a Chan Kai Shek a retirarse a Taiwan.
Sin embargo, Taiwan está a varios centenares de kilómetros del continente, mientras que Kinmen está AL LADITO de China.

A apenas 6 kilómetros y esencialmente rodeada del continente.
Por eso, tras la 2ª Guerra Mundial, las fuerzas de Mao y la República Popular China intentaron conquistar Kinmen más de una vez.

La más cruenta se produjo a finales de octubre del 49 cuando el ejército de Mao intentó tomar la playa de Kinmen.
Pero no salió bien.
Bueno, no salió bien para Mao, para Chan Kai Shek fue una victoria. La victoria que terminaría definitivamente con las hostilidades.

Aún hoy hay recuerdos de la batalla en la playa de Kinmen. Recuerdos de varias toneladas...en serio.
Tras sufrir más de 4.000 bajas, China decidió no volver a intentar la invasión de Kinmen...

...pero no abandonó la guerra.

Sencillamente, decidió que ya no atacaría con armas.
Atacaría con propaganda.
A partir de 1950, China anunció que bombardearía Kinmen solo los días impares, cosa que hizo.

Por su parte, la artillería taiwanesa respondería solo los días pares.

Y en ambos casos, los proyectiles no portarían carga explosiva, sino panfletos de propaganda.
Los pósters que caían desde la artillería chinas (iz.) eran bastante agresivos: "¡Liberad Taiwán!.

En cambio, los del lado taiwanés (dr.) eran bastante más sobrios, algo así como Taiwán mola, ven a comprobarlo.
Pero la guerra de propaganda no se limitó a los proyectiles con pósters. Hubo otro despliegue armamentístico que cruzaba cada día los cielos del estrecho de Taiwán: la radiodifusión.
Las emisoras chinas lanzaban cada día proclamas a favor de la unidad nacional y animando a los soldados taiwaneses a que cambiasen de bando.

Los taiwaneses alternaban los ataques a Mao y al Partido Comunista con discursos sobre lo ricos y prósperos que eran en la isla.
Ah, y desde Taiwán, también emitían muchas veces al día, las canciones de Teresa Teng, una joven cantante ligera de voz dulce, que era un verdadero éxito allí.
(Ahora sí, se recomienda terminar el episodio de hoy acompañado de esta canción 😬). open.spotify.com/track/3Srw8isg…
Para añadir frikismo al asunto, a los taiwaneses parece que no les valía con dar la turra a través de las ondas radiofónicas, así que decidieron que los chinos que no tuviesen radio TAMBIÉN iban a "disfrutar" de Teresa Teng.

Y construyeron un altavoz de 10 metros de alto.
Construido en 1967, el Muro de Emisión de Beishen es un cubo de hormigón horadado con 48 huecos donde se instalaron 48 altavoces de alta potencia con el sano objetivo de atronar a los vecinos chinos.
Y cuando digo "atronar" es literal, porque el cacharro desarrolla un pico de decibelios superior al de un avión despegando y su alcance es de más de 25 kilómetros.

VEINTICINCO KILÓMETROS CON TERESA TENG, COLEGAS.
(Recordemos que la costa China está solo a 6 kilómetros).
Pues, al parecer, tampoco les parecía suficiente con el Muro de Emisión de Beishen, porque en el otro lado de la isla construyeron OTROS DOS ALTAVOCES GIGANTES DE HORMIGÓN (aunque uno es más "pequeñito").

Es el denominado Observatorio de Mashan.
Para que os hagáis una idea, los dos puestos de los altavoces están en estos dos puntos del mapa.

Imaginad esos 50 km2 de bahía ensordecida con canción ligera todos los días.

DURANTE DIEZ AÑOS.
Porque el Muro Sónico de Kinmen, que es como se conocía al conjunto de los dos puestos de emisión, estuvo funcionando hasta finales de los 70 (más o menos cuando Aldo Rossi comenzó San Cataldo, por cierto).
Tras la normalización de las relaciones entre China y USA en 1979, el muro sónico dejó de funcionar...

...hasta hace unos pocos años, en que los han vuelto a poner en funcionamiento como reclamo turístico.
Así que si vais a Kinmen y os acercáis por el Muro de Beishen, quizá podáis escucharlo. Según la web, emiten seis veces todos los días: foreignersintaiwan.com/blog-370963385…

Ah, y siguen pinchando a Teresa Teng.
Y con estas cuatro imágenes que resumen muy bien el hilo de hoy, vamos a despedirnos de Kinmen, de los altavoces, de la propaganda, de Teresa Teng y de #LaBrasaTorrijos de esta semana.

Si os ha gustado, hacedme RTs, FAVs, follows o regaladme una casette de José Luis Perales!
Si os gustan las historias como esta y queréis leerlas contadas como nunca las he contado, TERRITORIOS IMPROBABLES es el libro de #LaBrasaTorrijos.

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(Es la hora de pasar la gorra!)
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Y si queréis leer los capítulos antiguos, están
todos archivados en este hilo de hilos de hilos:

Las imágenes del capítulo de hoy son de:

rheins, Nick Aspinwall, Rob Schmitz, chinaposters, Shou Po Chao, Looking for Europe, psywarrior, Sico Wu y Google Maps.
#LaBrasaTorrijos se escribe en directo todos los jueves desde el soleado barrio de Villaverde, aunque el episodio de hoy se ha escrito, también en directo, desde el soleado Carballo, provincia de A Coruña.

(Fin del HILO 🇹🇼📢📢📢📢📢📢📢)
(Y en el episodio del jueves que viene vamos a conocer la historia de cuando levantaron 4 metros la ciudad de Chicago. En serio).
(Aprovecho para enseñaros las nuevas historias que estoy contando en IG, por si os apetece leerlas, que seguro que os van a gustar: instagram.com/p/CUpYn9qFBvA/…).
Pronto empezamos hoy con las codas, las erratas y los errores, señores 🤦‍♂️

1. Por alguna razón, he escrito Chan Kai Shek, en lugar de Chiang Kai Shek (en realidad, lo más adecuado sería Chiang Kai-shek, pero los viejunos lo vimos tantas veces sin guión, que se nos olvida).
2. Aunque la Batalla de Kenmin (también llamada Batalla de Guningtou) marcó el final de la Guerra Civil China, hubo algún escarceo en 1950, además de las dos Crisis del Estrecho de Taiwán, en el 54 y el 58, que sumaron más de mil muertos entre ambos bandos.
3. El póster taiwanés es literalmente una publicidad de galletas. Al parecer, más de una vez mandaron estos carteles presumiendo de vida capitalista. Es más, uno de los mensajes que lanzaban era "¡Nuestros bollitos son más grandes que vuestras almohadas!".

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Dec 7
El Cementerio de los Ingleses es un pequeño recinto tapiado frente a los acantilados de Camariñas, en A Coruña.

Pero ¿y si allí estuviese enterrado Jack el Destripador? (Y no, no es descabellado).

Esta es una historia de naufragios y patrimonio, en #LaBrasaTorrijos
🧵⤵️
Plymouth, 8 de noviembre de 1890. Un hombre sube al "HMS Serpent" como quien acepta una sentencia cuyo contenido desconoce pero cuyo peso reconoce al instante. Image
@DACTurismo El nombre que dio —Arthur, James, William, el que fuese— quedó casi disuelto en la humedad del muelle porque lo pronunció demasiado bajo, evitando el cruce de miradas con el oficial que anotaba en un registro ya curvado por la lluvia. Image
Read 31 tweets
Dec 1
Lo de que las estaciones del metro de Estocolmo son preciosas es algo digno de comprobarse in situ.

Pero también esconden una historia. Una historia de amor por los servicios públicos, por las infraestructuras públicas, por la gente que las construye y por la gente que las usa cada día:

La historia empieza, como empiezan casi todas las historias buenas de ciudades nórdicas, en la roca. Ni en el hormigón ni en el hormigón revestido de hormigón —que es la tentación internacional—, sino en la roca viva, la roca madre, el granito glacial que hace de Estocolmo una ciudad con vértebras de hielo fósil.

Cuando a mediados del siglo XX decidieron construir su red de metro, optaron por la solución más directa, casi geológica: excavar, dinamitar, abrir la montaña e insertar trenes. Y en algún momento de esa operación de ingeniería a mano armada surgió una pregunta casi infantil, tan evidente y, a la vez, tan peculiar que era muy raro que alguien se la preguntase: ¿y si dejamos la roca vista?

La respuesta tiene que ver con estética, sí, pero también con política y con época. Tras la Segunda Guerra Mundial, Suecia —como buena parte del norte de Europa— estaba articulando un nuevo pacto social: bienestar público, accesibilidad, democracia cotidiana.

Uno de los engranajes de ese pacto era la convicción tranquila, pero tenaz, de que el arte no debía ser un lujo sino un derecho. Así que, si el metro iba a convertirse en el gran espacio público donde cientos de miles de personas bajarían cada día, ¿por qué no convertirlo también en un lugar donde el arte descendiese con ellas? Un soporte para democratizar la belleza, para hacer país desde el subsuelo.

Esa respuesta convirtió al metro de Estocolmo en la frase con la que lo definen: la galería de arte más larga del mundo. Algo que va más allá del eslogan turístico; es una decisión conceptual. Si vas a perforar la ciudad, abraza sus entrañas. Si vas a mover a tanta gente bajo la tierra, ofréceles algo más que azulejos blancos y tubos fluorescentes.

Haz país. Haz estética. Haz política blanda —que es la mejor política—.Image
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La línea azul es el ejemplo más evidente. Basta bajar desde T-Centralen para entenderlo: la bóveda, pintada de azul profundo, conserva la piel rugosa de la roca. Tiene algo de caverna prehistórica, pero intervenida con brochazos gigantes. Parece la obra de un pintor expresionista que hubiera vivido aquí encerrado con un cubo de acrílico y demasiadas horas de invierno.

Además, en esa bóveda aparecen siluetas de obreros: un homenaje directo a los trabajadores que construyeron la red hace 75 años y que la mantienen cada día.

Tres cuartos de siglo de ciudad subterránea.
Sigue uno bajando por la línea y llegas a Solna Centrum, la estación más fotografiada de Suecia (y probablemente una de las más fotografiadas del mundo). Un túnel rojo, intensamente rojo, un rojo que no te abraza sino que te engulle.

Parece una bajada al infierno, sí, pero es un infierno con una intención: el mural, pintado en 1975, denuncia la deforestación sueca. El rojo del cielo frente al verde de los bosques como un aviso urgente en un país que hoy presume de sostenibilidad, pero que lleva décadas pensando en estas cosas.

Estando allí me pregunté si hoy ese mural se lee de otra manera. Si ya no habla solo de árboles sino del planeta entero.
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Nov 27
Estoy en Estocolmo, moviendo las manos porque hace tres grados bajo cero, y esto que tengo detrás es el ayuntamiento, el Stadshuset.

Visto así, con su ladrillo rojo, su torre alta y esta logia abierta al agua, parece un edificio medieval, casi un híbrido entre castillo nórdico y palacio veneciano. Podría colar como gótico italiano, o como algo que te encontrarías entrando en la plaza de San Marcos por la puerta equivocada.

Pero la gracia es precisamente que no es medieval en absoluto.
Es un edificio del siglo XX: se construye entre 1911 y 1923, lo diseña el arquitecto Ragnar Östberg y es uno de los grandes ejemplos del Romanticismo Nacional sueco, una arquitectura que mezcla referencias históricas con una idea muy moderna de lo que debe ser un edificio público.

Por eso está aquí, pegado al agua. Si esto fuera de verdad un ayuntamiento medieval, lo lógico es que estuviese bien adentro del casco antiguo, protegido por murallas, alejado de cualquier ataque por mar. Pero, en los años veinte, Suecia ya no está pensando en cañones y asedios: está pensando en democracia, administración y ciudad abierta.

El Stadshuset se coloca en la punta de Kungsholmen, justo donde el lago Mälaren se abre hacia el archipiélago que conecta con el Báltico. Es un gesto urbano clarísimo: el poder municipal se asoma al agua porque el agua es lo que organiza Estocolmo.
El patio donde estoy tiene ese aire muy veneciano: arcos de medio punto abajo y esa sensación de plaza porticada que se abre directamente al embarcadero. Te giras y podrías estar esperando que aparezca una góndola, pero lo que llega son ferris y hielo.

La torre, además, está claramente emparentada con el campanile de San Marcos, solo que coronada por las Tres Coronas doradas de Suecia, para que no haya dudas de quién firma el skyline.

Y luego está la obsesión material. El ayuntamiento está construido con unos ocho millones de ladrillos rojos, de los cuales cerca de un millón se hicieron a mano, precisamente para conseguir esta textura vibrante, nada uniforme, que ves en fachada: el típico ladrillo de monasterio nórdico, colocado alternando testas y tizones para que el muro nunca sea del todo plano ni del todo predecible.

Ragnar Östberg era bastante maniático con la textura: quería que el edificio, visto de cerca, tuviera una piel casi viva, con pequeñas variaciones en cada pieza.
Read 7 tweets
Nov 26
Estoy en Stortorget, la plaza central de Gamla Stan, el casco medieval de Estocolmo.
Hoy hay mercadillo navideño, con luces y turistas, pero bajo toda esta postal hubo, hace siglos, bastante menos encanto.

En esta plaza tuvo lugar la Boda Roja original:

Como sabréis por las novelas de George R. R. Martin y la serie Juego de Tronos, la Boda Roja es uno de los episodios más traumáticos de la historia. Martin lo escribió inspirándose en varios hechos históricos, uno de ellos fue el "Baño de Sangre de Estocolmo" de 1520.

Ese año, el rey Cristián II de Dinamarca conquistó Suecia y, para celebrarlo, organizó una gran coronación en el casco antiguo de Estocolmo. Tres días de fiesta, banquetes, vino caliente, diplomacia y buen rollo oficial. Hasta que, al tercer día, Cristián ordenó cerrar todas las puertas de la ciudad vieja.

Entonces empezó la matanza.
Entre ochenta y noventa personas —nobles, clérigos y ciudadanos influyentes de Estocolmo— fueron ejecutadas. Muchos fueron decapitados y sus cabezas expuestas en picas aquí mismo, en la plaza, durante semanas.

En este lugar tan bonito, tan instagrameable, con chocolates calientes y guirnaldas, a principios del siglo XVI se montó una escabechina monumental.

(Sí, ya sé que en el video digo 1580, es que me bailan las fechas más que Gene Kelly en El Pirata)Image
Hoy, Stortorget tiene otra cara.

Además del mercado de Navidad, uno de los edificios que dan a la plaza alberga la Academia Sueca, la institución que concede cada año el Premio Nobel de Literatura: el lugar soñado de Murakami, para entendernos.

Y, claro, aquí se levantan también las famosas Casa Roja y Casa Verde, dos fachadas del siglo XVII que, además de fotogénicas, son bastante tramposas.

La casa verde, por ejemplo: esas líneas blancas alrededor de las ventanas parecen molduras de piedra, pero en realidad son pintura. Querían simular nobleza, apariencia de sillería cara, pero no había presupuesto, así que resolvieron el asunto con pigmento.

En el fondo eran casas normales, con bodega abajo y almacén arriba. De hecho, la famosa ventana redonda superior no es un capricho barroco, es simplemente una forma eficaz de iluminar ese almacén.Image
Read 6 tweets
Nov 21
El Sexto Panteón del cementerio bonaerense de la Chacarita es, sencillamente, uno de los lugares más bellos y más estremecedores del mundo.
Un espacio casi desconocido que esconde un viaje de luz, emoción y la historia de una mujer.

Os la cuento en #LaBrasaTorrijos 🧵⤵️
A mediados del siglo XX, cuando Buenos Aires miraba a la modernidad como una hacia el futuro, una arquitecta recibió un encargo que, para cualquiera de su generación, ya habría sido enorme, pero que para una mujer en los años 50 era casi un desafío a la gravedad social. Image
Se llamaba Ítala Fulvia Villa y entraba en las reuniones de las oficinas municipales —llenas de ingenieros varones— con un cuaderno, algunos planos y esa paciencia feroz que sólo pueden tener las personas que saben que su talento será discutido antes incluso de ser visto. Image
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Nov 12
El edificio Kavanagh, en Buenos Aires, fue el primer rascacielos de Sudamérica.

Parece neoyorquino, pero tiene algo que los rascacielos de Nueva York no tienen: una leyenda. Porque el Kavanagh se construyó por un despecho amoroso.

Esta es la historia:
🧵⤵️
A principios de los años treinta, Corina Kavanagh, una rica heredera, compró una parcela frente al Parque de San Martín, junto a Puerto Madero, y mandó construir un rascacielos. Image
Inaugurado en 1936 con proyecto de Sánchez, Lagos y de la Torre, el Kavanagh, con su estilo Art Decó, recuerda ciertamente a los rascacielos de Nueva York, como el Chrysler o el Empire State.

Aunque este “solo” llega a 120 metros y 31 plantas. Image
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