El primer recuerdo que tiene de violencia familiar fue a los 4 años.
Ella viajaba en el asiento trasero de un auto mientras su padre, que iba manejando golpeaba a su mamá. Escenas que se repetían una o dos veces por semana. Gritos, maltratos, golpes se habían vuelto cotidianos.
La Madre sólo decía que "había que aguantarle el genio, porque era el papá".
La hija mayor tenía que esconder en un armario a sus hermanos más pequeños para que el padre no los golpeara cuando regresaba alcoholizado.
Algunas veces la policía acudía a "auxiliar" pero el juez, amigo de fiestas del padre, dejaba libre al golpeador.
Unos años más tarde, el padre lanzaba piedras y ladrillos en contra los cristales de la casa provocado por un ataque de delirum tremens.
Esa noche de cristales rotos, la madre tomó a sus hijos y huyeron de la casa por la puerta trasera. Una de las hijas de tan solo 16 años manejó kilómetros durante toda la noche, buscando poner distancia.
Pero meses después el padre los localiza y convence (como siempre) a la madre de que no se volvería a repetir y que la vida sería diferente en adelante y regresaron con él. Pero un iracundo golpeador vuelve a surgir una y otra vez.
No había ley ni justicia que protegiera a esta familia porque desde hace años como entonces, los que deben impartir justicia y hacer cumplir la ley se escudan en el viejo pretexto "así son las cosas aquí" o "tenemos demasiado trabajo".
La violencia en México terminará cuando se proteja de manera eficiente a la familias, cuando la formación a través de los valores vuelva a a los salones de clases y a las conversaciones políticas.
Existen registros en los códices Mayas y Aztecas sobre la Celebración del Día de Muertos que tal vez datan de 2000 o 2300 años atrás
Los purépechas, totonacas, mexicas, mayas celebraban rituales para conmemorar a sus antepasados.
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Mictecacihuat, la Señora de la Muerte y Mictlantecuhtli, Señor de la Tierra de los Muertos, encabezaban las celebraciones al ser los encargados de llevar las almas de quienes partían a su destino.
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Al principio de todo esto llegué a pensar que rifar el avión se quedaría en puntada, como muchas cosas de esta administración.
Aquí va una propuesta que quizá podrían considerar antes de que sigan quebrantado leyes y reglamentos:
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Según datos del INEGI hay 32.6 millones de Mexicanos no tienen acceso a los Sevicios de Salud (2017).
¿Qué tal si en lugar de comprar un cachito de lotería donde quizá sólo 100 resulten ganadores y algunos caigan en la tentación de lavar dinero, .....
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.. qué tal si se afilian al INSABI al menos 8 millones de mexicanos aportando esos $500.00 como cuota de inscripción? Y todos ganan!
Existe en la Ley la figura que regula estas aportaciones como captación de Recursos Propios.
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