Existen registros en los códices Mayas y Aztecas sobre la Celebración del Día de Muertos que tal vez datan de 2000 o 2300 años atrás
Los purépechas, totonacas, mexicas, mayas celebraban rituales para conmemorar a sus antepasados.
2)
Mictecacihuat, la Señora de la Muerte y Mictlantecuhtli, Señor de la Tierra de los Muertos, encabezaban las celebraciones al ser los encargados de llevar las almas de quienes partían a su destino.
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Los Antiguos Mexicanos creían que los rumbos destinados a las almas estaban determinados por el tipo de muerte que habían tenido y no por su comportamiento en vida:
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Al Tlalocan (paraíso de Tláloc) se dirigían los que habían muerto ahogados o por efectos de las lluvias. Allá viajaban los que fallecian por enfermedades de los riñones. El Tlalocan era un lugar de reposo y Abundancia. Los cuerpos eran enterrados para germinar la tierra.
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Al Omeyocan (paraíso de Huitzilopochtli, Dios de la Guerra) llegaban las almas de los guerreros en combate, los prisioneros que morían a causa de las batallas. Allá también irían las mujeres que morían en el parto.
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Aquellas que morían dando a luz eran consideradas unas guerreras tambien y al igual que los guerreros acompañaban al Sol desde el amanecer hasta que se ponía. Habitar en el Omeyocan era un privilegio porque ahí había música, cantos y bailes.
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El Mictlán recibía a todos los que morían de muerte natural. Quienes así morían eran sepultados con ofrendas de flores, perfumes, mantas e hilos y su perro que les ayudaría a cruzar un río.
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El alma debía presentar estas ofrendas al Mictlantecuhtli, quien decidía si el se quedaba a descansar o desaparecía
9)
Todos los niños llegaban al Chichihuacauhco, el lugar donde de las ramas de árboles goteaba leche que los alimentaría. Los niños vivirían ahí hasta que la raza ya no existiera. Entonces ellos regresarán a habitar de nuevo la Tierra.
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Año con año, alrededor del 5 de agosto los Antiguos Mexicanos ponian ofrendas y encendían fuego para recibir a las almas que de la mano de la Señora Mictecacihuat venían a visitar a los vivos después de la puesta del Sol.
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A la llegada de los españoles y con algo de esfuerzo de parte de los frailes católicos la celebración se cambió al 1o. y 2 de noviembre para que coincidira con el Calendario Eclesiástico pero esta celebración ha conservado muchos rasgos de lo que fue.
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El primer recuerdo que tiene de violencia familiar fue a los 4 años.
Ella viajaba en el asiento trasero de un auto mientras su padre, que iba manejando golpeaba a su mamá. Escenas que se repetían una o dos veces por semana. Gritos, maltratos, golpes se habían vuelto cotidianos.
La Madre sólo decía que "había que aguantarle el genio, porque era el papá".
La hija mayor tenía que esconder en un armario a sus hermanos más pequeños para que el padre no los golpeara cuando regresaba alcoholizado.
Algunas veces la policía acudía a "auxiliar" pero el juez, amigo de fiestas del padre, dejaba libre al golpeador.
Unos años más tarde, el padre lanzaba piedras y ladrillos en contra los cristales de la casa provocado por un ataque de delirum tremens.
Al principio de todo esto llegué a pensar que rifar el avión se quedaría en puntada, como muchas cosas de esta administración.
Aquí va una propuesta que quizá podrían considerar antes de que sigan quebrantado leyes y reglamentos:
1)
Según datos del INEGI hay 32.6 millones de Mexicanos no tienen acceso a los Sevicios de Salud (2017).
¿Qué tal si en lugar de comprar un cachito de lotería donde quizá sólo 100 resulten ganadores y algunos caigan en la tentación de lavar dinero, .....
2)
.. qué tal si se afilian al INSABI al menos 8 millones de mexicanos aportando esos $500.00 como cuota de inscripción? Y todos ganan!
Existe en la Ley la figura que regula estas aportaciones como captación de Recursos Propios.
3)