Vamos a adentrarnos en una isla.
Una isla donde habita el silencio. Y las almas.
Esa barca va camino de la pasarela.
Se respira calma.
El barquero es Caronte, lleva un alma envuelta en un sudario. En la proa hay un ataúd adornado con flores.
Es el suyo.
Caronte es un genio del mundo infernal, su misión es pasar las almas por el Aqueronte hasta la orilla opuesta del río de los muertos previo pago de un óbolo.
Por eso se enterraba a los muertos con una moneda en la boca.
Custodian la pasarela unos acantilados con unas excavaciones que asemejan nichos.
Encima de esta especie de puerta hay unas iniciales, A. B; Arnold Böcklin, el autor de la pintura.
Y como no podía ser de otra manera, hay un espeso conjunto de cipreses, árboles relacionados con la muerte y el duelo.
El alma hace su último viaje. Quizá le espere otra vida, quién sabe.
La isla de los muertos, Arnold Böcklin.
El pintor no explicó el significado de la obra; la pintó en cinco ocasiones aunque se conservan solo cuatro.
Esta en concreto se encuentra en Berlín.
Es una de las obras más famosas de Böcklin y obsesión de muchos personajes como Lenin, Freud y hasta Hitler, que la adquirió.
Rajmáninov le puso banda sonora.
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Vamos a ver una serie de pinturas sobre los sentidos que son una colaboración entre Rubens y Brueghel el Viejo, en la que Brueghel representa el escenario y Rubens incorpora las figuras como alegorías de los sentidos acompañadas de amorcillos.
Todo un espectáculo para los sentidos, nunca mejor dicho.
Vemos a este amorcillo mostrando un cuadro y a la joven mirando la pintura religiosa de la curación de un ciego.
Está todo lleno de objetos y pinturas que poder observar, como esta Bacanal, de Rubens.
¿Quiénes son estos dos hombres que parecen escuchar atentamente una conversación?
Son Júpiter y Mercurio (Zeus y Hermes).
Visitaron Frigia haciéndose pasar por humanos para ver la hospitalidad de sus habitantes, llamaron a muchas puertas y fueron rechazados en todas ellas.
Excepto por Filemón y Baucis, una pareja de ancianos.
Ella tiene alas de mariposa. Es Psique, el alma. Su cara es plácida. Duerme.
En las creencias populares, el alma se imaginaba como una mariposa que escapaba del cuerpo después de la muerte y jugaba con Amores.