Hoy os traigo una historia con un triste final. Una historia que no debería resultarnos familiar. Una historia para la que el TRES será un número maldito. Una historia con una sorpresa oculta que no te dejará indiferente.
Hoy os voy a hablar de Alberto, un niño de 7 años muy especial y con un futuro prometedor. Todo parecía indicar que tenía altas capacidades y, como a todos los que las hemos tenido, al principio parecía más una dificultad que una ventaja.
En Alberto, sus peculiaridades se manifestaban en forma de una pronunciación y un vocabulario peculiar, algo que podía situarlo en el punto de mira de los acosadores de su colegio.
La cosa no fue preocupante, hasta que su vida escolar lo llevó a cruzarse con Petra. Ella no comprendía las peculiaridades de Alberto y reaccionaba de mala manera ante ellas. Las señalaba delante de todos los niños de la clase.
Cuando la mamá de Alberto hizo lo posible para que el colegio frenase aquella situación, Petra, en lugar de parar su acoso, lo recrudeció: situaba cada día al niño como objeto de sus burlas (y las de toda la clase).
Alberto aguantó TRES años aquella persecución. Si el niño hubiera sido un chico sin su perspicacia y sensibilidad, quizás no habría percibido tan bien el sarcasmo y el cinismo de Petra. Pero Alberto era especial: Lo entendía (y sufría) todo.
Como resultado de aquel hostigamiento sin cuartel, no solo sufrió la salud académica y mental del pequeño: somatizaba su terror a ir a clase con fuertísimos dolores y estrés.
Vivía un infierno.
Aquel acoso diario dio pie a que su madre moviera cielo y tierra para busca una solución adulta. Tras el final del último curso y con la proximidad del siguiente, Dirección, que era consciente de estos problemas, le dijo que no se preocupase:
Petra y Alberto no volverían a coincidir en un aula. “Confía en mí”, le dijo Dirección.
Ella lo creyó.
No fue buena idea tener fe en aquellas palabras. Alberto tenía 10 años el día de su presentación.
Cuando lo recogió su madre, le dijo muy seriamente: “Tengo una mala noticia. Volvemos a coincidir”.
A su madre se le cayó el mundo encima.
Alberto solo aguantó TRES días de aquel fatídico nuevo curso. TRES días tras los que, tras unas vacaciones de vuelta a la normalidad, el regreso a la tortura sistemática sin descanso se volvió insoportable.
No hubo un cuarto día de clase.
Aquella mañana fue ante su madre y le pidió, por favor, que no lo llevase al colegio: “Sé que me vas a decir que no. Sé que es imposible. Pero tengo que intentarlo. Por favor: no me lleves al cole”.
Su madre, que sufría enormemente, pero que sabía que tenía una obligación y que debía hacer que su hijo superase aquello (mientras luchaba por buscarle alternativas que nunca terminaban de materializarse) le dijo que tenía que ir a clase.
Advierto que bloquearé sin debate previo a todo el que se permita poner en cuestión a esta mujer: estaba haciendo lo que tenía que hacer y, a su pesar, lo que era correcto. Ella no fue la responsable de que la tortura que sufría el pequeño lo llevase a pedírselo de nuevo.
En total, Alberto intentó convencerla TRES veces.
No hubo un cuarto intento.
Alberto se acercó a la ventana, la abrió, descorrió la cortina y buscó la forma más segura de dejar de sufrir.
Hoy, Alberto descansa de su dolor tras dejar a una madre desolada, pues, aunque era un angelito, no tuvo alas con las que evitar el desenlace.
Alberto no se suicidó. Es verdad que él dio el último paso que lo precipitó, ¿pero podríamos concluir que morir fuese su voluntad?
Eso es tan simplista como decir que la última pieza de este efecto dominó cae por culpa de la penúltima. Físicamente, puede ser. Pero aquí, el verdadero responsable es el tipo que da el toquecito a la primera ficha: Es quien actúa por voluntad y podría haberlo evitado todo.
Petra.
Petra, que golpeaba la primera ficha a diario.
Petra es la mayor responsable de todo esto.
¿Quieres que te desvele la sorpresa que oculta este hilo?
Ahí va.
Vuelve a leerlo entero, pero ahora, ten presente este dato que me he guardado para el final:
Petra no era una compañera de clase de Alberto.
PETRA ERA SU PROFESORA.
Y si el TRES te ha parecido un número maldito en este relato, aquí van TRES verdades que te dejarán la sangre helada:
⚠️No, Alberto no se llamaba Alberto.
⚠️No, Petra no se llama Petra.
⚠️No, esto no es un cuento.
En esta cuenta se lucha contra el #bullying. Desde todos los ángulos.
Cuando ha tocado concienciar sobre agresores, se ha tratado sin reparo.
Cuando ha sido el turno de hablar de Equipos Directivos, lo he hecho.
Lo mismo con la legislación y las familias.
Este mes toca profes.
Un día tendremos que hablar de esa sensación de culpa que se implanta en las víctimas (y en las familias de las víctimas, en casos de menores) y de cómo todos los estamentos, que supuestamente están para ayudarlas, en su lugar… la fomentan.
Otro día habrá que hablar de cómo las víctimas son las que tienen que pasar por un calvario y millones de trámites para conseguir justicia, mientras que los agresores se limitan a esperar a que se cansen de luchar.
Otro día habrá que hablar de esos profesionales que están para atender a las víctimas y que, sin embargo, afrontan su labor intentando justificar al agresor y haciendo sentir responsable de su agresión al agredido.
Vale. Ya.
Me ha costado un poco más recuperarme del último, pero ya tengo las pilas cargadas y vuelvo al toro.
No puedo hablar claro del caso, porque tendrá recorrido judicial (espero). Pero sí quiero contaros una cosa.
¿Sabéis esos menores que se exhiben mucho en las redes?
Poses, posturas o ropas (ausencia de) híper sexualizadas…
Hay menores cuya perfil de IG o TL de TikTok parece querer emular un catálogo erótico…
A veces, esos menores no superan ni los 12 años.
A veces, hablamos de peques (niñas sobre todo) que aún no han alcanzado ni los 7 años y que sus padres exhiben así en cuentas gestionadas por ellos (y de las que obtienen beneficios).
Pues tenéis razón. Privado pre-denuncia.
Quieren pruebas con las que sustentar diligencias.
La familia de Lola (su madre biológica y su padrastro) llevaban días notando a la pequeña diferente: menos trato, un aviso de los profes sobre bajo rendimiento, irritabilidad…
¡¡¡TikTok ya responde a los requerimientos judiciales y de las FFCCSE!!!
¿Que este cambio a qué se debe?
Bueno, ha habido mucha gente dando caña con esto 24/7, y ByteDance (los dueños) saben que quedan mal. No obstante, mientras los servidores siguieran en China, no podían hacer otra cosa, pues la ley les prohíbe cooperar.