Thread by @robertayque

El video que Paula Petersen lanzó por la via de un despacho de abogados, diciendo que se fue de su casa por su propio pie y que no está manipulada, es prueba de lo contrario; primero que nada, porque no debemos olvidar que ella tiene 16 y él 32.

Recordemos que no es en modo alguno fuera de lo normal que las víctimas de abuso emocional, dentro de grupos de alto control, mientras están sometidas a sus guías, pastores, gurús o enamorados, defiendan con todo a sus verdugos, mintiendo para protegerlos.

El grupo que finalmente terminó acusando a Maciel en el 97 mintió sobre su toxicomanía y sobre sus abusos cuando, 20 años antes, la Santa Sede lo investigó por primera vez.

Las esclavas de Raniere, privadas de sueño, de comida y sometidas a humillaciones constantes, mentían ante las cámaras diciendo que Raniere era célibe y asceta, y glosaban la superación y el empoderamiento femenino que estaban adquiriendo allí. Y muchas eran mayores de edad.

Las señoritas consagradas de Maciel, las “Misses”, vivían diciendo con sonrisa congelada lo felices que eran sirviendo a Dios y la santidad que emanaba de “Nuestro Padre”, mientras padecían depresiones y trastornos de ansiedad sin que se les brindara la menor atención médica.

Aliarse con el captor o verdugo se conoce, famosamente, como síndrome de Estocolmo. En este caso no cabe la menor duda del juego sucio: oootra vez, la niña tiene 16 y el tipo 32, y la huída fue planeada a espaldas de los padres y mintiéndoles él de su relación con ella.

Miguel Ángel Benítez, aka Oziel Cienfuegos, aka Otto Zucker, no ha dado la cara. Benítez tiene una larga historia de mentiroso compulsivo; desde explicar su cambio de nombre porque un tío suyo mafioso habría matado a su padre y estaría persiguiéndolo a él y a su falso hermano,

Hasta desaparecérsele a las chicas de las que abusaba cuando eran menores de edad para luego decirles que su ausencia fue debida a que el padre (de ellas) lo había mandado golpear (siendo esto falso).

O jurarles que quien ellas veían en fotos besando a otras, o asumiendo otras identidades, o cuando recibían testimonios devastadores de víctimas previas, no era él, sino su hermano gemelo malo, muy malo, el que estaba en contubernio con su tío malo (es en serio).

Así que si bien es cierto que Paula se fue por su propio pie, es mentira que no esté manipulada. Lo está, comenzando con que TIENE 16 AÑOS Y ÉL 32, y que él le mintió tan redondamente sobre su persona e intenciones como antes hizo con la docena de chicas de quienes también abusó.

Hay que repetirlo hasta el infinito y más allá: mientras Paula esté con Benítez, corre peligro. Hay que entender a los depredadores y abusadores como a la heroina: que la gente se la meta por su propia voluntad no significa que sea saludable o deseable…

Y el camino hacia la rehabilitación es largo y duro, con no pocos adictos resistiéndose con hostilidad a cualquier intento de mantenerlos sobrios. No por eso la sustancia no deja de serles tóxica, dañina y quizá mortal.

Otra cosa que da al traste a la linda historia de amor rebelde que se inventan los ingenuos o los machitos: Benítez es un mentiroso compulsivo, un abusador serial y una persona de rasgos paranoides y controladores. Y, va de nuevo: tiene 32 años y la niña 16.
Hay que encontrarla.

De entrada, si Benítez fuera una persona bienintencionada y mínimamente decente, insistiría en que Paula regresara con su familia, por no decir lo obvio: nunca se la hubiera llevado a escondidas y habiéndolo planeado todo a espaldas de los padres.
Repito: hay que encontrarla.