Se cuenta que, la mañana del 2 de mayo de 1808, el fraile Antonio de la congregación de San Gil, reunió a una masa de madrileñas y madrileños, a los que arengó con gran oratoria y pundonor contra la invasión de las tropas napoleónicas.
Y también se cuenta que esa arenga sirvió de acicate (o tal vez pistoletazo) para el levantamiento de ese mismo 2 de mayo.
Es posible que la arenga no fuese el mismo día 2, que quizá fuese anterior o incluso algo posterior a ese día.
Lo que sí sabemos es que el fraile Antonio la pronunció en una modesta barandilla a media altura del Arco de Cuchilleros, a la entrada de la Plaza Mayor de Madrid.
La "arenga del púlpito", tal y como se la conoce, fue uno de los hechos históricos que ha visto y que ha vivido la Plaza Mayor.
Una plaza que en 1808 ya tenía 200 años de antigüedad, aunque, en realidad, no llevaba ni 20 años en pie tal y como la conocemos.
Hace quinientos años, donde ahora está la Plaza Mayor de Madrid había una laguna, la Laguna de Luján. Hay que entender que, en realidad, tampoco había Madrid.
O sí, que lo había, pero era apenas un pueblo grande de unos cinco mil habitantes.
La laguna estaba justo en la parte exterior de la muralla, en los arrabales; así que cuando se desecó, en ese terreno floreció un mercado. El mercado del Arrabal.
Y floreció por picaresca. Justo fuera de la muralla se podía comerciar sin pagar los tributos de la ciudad.
Al principio, el mercado del arrabal se conformaba con casetas y carromatos pero, con el tiempo y la prosperidad, se fueron construyendo edificios a su alrededor.
Estamos a mediados del XVI y acaba de nacer la Plaza del Arrabal, que era el embrión de la Plaza Mayor.
La Plaza del Arrabal era de forma bastante irregular y de aspecto no demasiado regio, aunque ya contaba con dos emblemas arquitectónicos: la Casa de la Carnicería y la Casa de la Panadería.
Este edificio.
(Por cierto, que las Casas se llamaban así por su uso original: una concentraba el comercio de carne y la otra servía de almacén de trigo y tahona de la ciudad).
Sin embargo, el resto de la plaza era una cosa un poco chusca y deslavazada.
Así que, a principios del XVII, Felipe III decide demoler el entorno de la Plaza del Arrabal, para construir un espacio urbano acorde con el espíritu, digamos, imperial de los Austrias.
Y ese espacio se lo encarga a Juan Gómez de Mora, discípulo principal de Juan de Herrera.
Tras los derribos y demoliciones, Gómez de Mora entrega al rey (y a Madrid) un recinto urbano que es un prodigio del Barroco.
Es 1619.
Nace la Plaza Mayor.
¿Y por qué es un prodigio del Barroco?
Pues no solo por las cubiertas y los chapiteles. Tampoco porque unificase las fachadas interiores y regularizase el espacio.
Es un prodigio del Barroco, sobre todo, porque entiende que la plaza es un recinto estático al que "se llega".
Como ya he contado otras veces, el Barroco en arquitectura se manifiesta, sobre todo, por la comprensión del tiempo y el recorrido.
Los espacios no son entes estáticos, sino que forman parte de un recorrido.
En la Plaza Mayor no solo se está; a la Plaza Mayor se llega.
Porque es justo eso: un espacio enorme y abierto al cielo al que se llega desde callejuelas estrechas, y donde la simetría de la Casa de la Panadería cobre especial protagonismo al contemplarse en escorzos desde los accesos a la plaza y en los propios recorridos por ella.
Pero la plaza no duró mucho con la configuración de Gómez de Mora. La Plaza Mayor no dejaban de ser viviendas, no palacios, y como todas las viviendas de la época, estaba construida sobre todo con madera.
Por eso, en 1631 sufrió su primer gran incendio.
(Dadle al play ▶️)
No sería el primero.
Cuarenta años después arde la propia Casa de la Panadería casi por completo.
Para intentar que no se repita el desastre, la reconstruyeron con soportales de piedra. El resultado será muy similar al actual.
Esta reconstrucción duraría casi cien años.
Sin embargo, la madera seguía siendo el material fundamental de los edificios, y el 16 de agosto de 1790, un nuevo incendio destruye casi la mitad de la plaza.
Es el más devastador de todos y es el que la cambia para siempre.
La ingente empresa de volver a reconstruir la Plaza Mayor recae en Juan de Villanueva, magnífico arquitecto neoclásico y autor del Museo del Prado.
En la licencia de obra de 1791, Villanueva va directo al problema: hay que cambiar los materiales.
(Play, que esto mola mucho ▶️)
La licencia de obra de 1791 es este PRECIOSO documento reproducido (¡la portada es la original!), donde Villanueva dice que se debe sustituir la madera por piedra y otros materiales ignífugos, introduce cortafuegos de granito y, además, unifica estéticamente toda la plaza.
Villanueva define los balcones, el ritmo de las ventanas e incluso el color de las fachadas, pero también reduce una planta en altura, precisamente para que LLEGASE EL AGUA A LOS ÚLTIMOS PISOS y pudiese usarse en caso de incendio.
Fijaos como ahora tiene una planta menos.
Pero además, aunque Villanueva era neoclásico, toma otra decisión que vuelve INCLUSO MÁS BARROCA la lógica de la Plaza Mayor: convierte los accesos en arcos.
Los accesos, que antes eran abiertos al cielo, como se ve en el plano de Texeira, ahora son arcos cerrados.
El camino de lo comprimido a lo expansivo es ahora más lógico y más dramático. Es más genuinamente barroco.
La Plaza Mayor se convierte en un símbolo.
Pero no es, y nunca ha sido, solo un símbolo. Antes de los incendios y después de los incendios, la plaza ha tenido cien vidas.
Ha sido mercado, ha habido corridas de toros, autos de fe, ha sido estación terminal de los tranvías...
...ha sido jardín en el XIX y jardín artificial cuando SPY la colonizó con césped en 2017, ha sido aparcamiento en superficie hasta que se construyó el parking subterráneo y ha sido (y es) uno de los mercados navideños más concurridos del mundo.
Y tras sus fachadas siempre ha habido viviendas y en sus soportales hay uno de los ecosistemas de cafeterías y restaurantes más famosos del mundo.
Te puedes tomar un, ejem, café con leche, aunque yo prefiero el chocolate con churros.
Por eso, cuando Ferrovial se enfrentó a las obras de rehabilitación tanto de la plaza como de la Casa de la Panadería, el trabajo era MUY delicado.
Había que acometer una empresa muy minuciosa en un entorno protegido y afectando lo más mínimo a vecinos y a comerciantes.
Tuvieron que limpiar las fachadas. Rehabilitaron los tejados, sustituyendo canalones y todas las piezas de pizarra. Levantaron las losas del suelo para impermeabilizarlas...
Todo ello detrás de lonas miméticas para así afectar algo menos la experiencia urbana.
Y lo de levantar las losas no fue precisamente una tarea cómoda porque son enormes.
Aquí lo explica Laura Soler, jefa de obra de Ferrovial.
(En serio, parecen pequeñas pero pesan más de 100 y 150 kilos. Tuvieron que usar un sistema mecanizado de ventosas para levantarlas)
Tras la rehabilitación, y sobre todo gracias a la limpieza, la Plaza Mayor es sensiblemente más luminosa. Algunos la prefieren con más árboles, otros dicen que sus comercios son muy caros.
Quizá tienen razón.
Quizá la plaza siempre quiso ser solo un mercado.
Quizá lo importante son los accesos y los recorridos.
Quizá los tiovivos...
O quizá todo.
Porque 400 años después de nacer, y tras ser mercado, jardín, laguna, aparcamiento y estación de tranvías, la Plaza Mayor es, por encima de todo, el verdadero símbolo urbano de la ciudad.
Un espacio abierto al mar de Madrid.
Un espacio abierto al cielo.
Si queréis saber más sobre la historia de la Plaza Mayor, tenéis que escuchar este episodio de "Sonidos de Infraestructuras", el podcast de @ferrovial_es en el que he colaborado, y que es verdaderamente magnífico.
(Que el podcast es estupendo lo digo completamente en serio, no tiene nada que ver con esta colaboración. En mi opinión, es uno de los mejores podcast corporativos del mundo).
Y con estas tres fotos que resumen muy bien el episodio de hoy, vamos a despedirnos la Casa de la Panadería, del Barroco, de la Plaza Mayor y de #LaBrasaTorrijos de hoy.
Si os ha gustado, hacedme RTs, FAVs, follows o invitadme a una relaxing cup...bueno, a lo que queráis.
Si queréis conocer más territorios improbables, todos los episodios de #LaBrasaTorrijos están archivados en mi tuit fijado, que es este hilo de hilos de hilos:
Sebastian Dubiel, Google Maps, Diario de Madrid, Jorge Franganillo, Gary Campbell-Hall, Carlos Teixidor, Ed Schipul, David Melchor Díaz, Jean Pierre Dalbera, Manuel M. V....
..., Patrick Mueller, Marcos Mas, El fosilmaníaco y un montón cortesía de Ferrovial.
El episodio de #LaBrasaTorrijos de hoy es una colaboración con @ferrovial_es. Tienen tienen un equipo de comunicación cojonudo que entiende que una empresa no es solo lo que "fabrica" y al que quiero agradecer desde aquí la confianza en el proyecto.
#LaBrasaTorrijos se escribe en directo todos los jueves desde el soleado barrio de Villaverde.
(Fin del HILO 🏡🏡🏛️🌇🏦🏡🏡)
Como ya he contado antes, este es el último capítulo de la primera parte de esta 3ª temporada. #LaBrasaTorrijos se toma un descanso hasta el 13 de enero, cuando volverá con más Territorios Improbables y las historias que los crearon.
¡Nos vemos en 2022!
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Esa era la frase que corría por los vecinos de Granadilla a principios de los 60, cuando las aguas del nuevo embalse de Gabriel y Galán comenzaron a subir por la ladera hacia el promontorio donde se levantaba el pueblo.
En 1980, Patrimonio Artístico comunicó al arquitecto José María García de Paredes un encargo esencial para la historia de España.
Solo había una condición: debía mantenerlo en absoluto secreto, porque NADIE PODÍA SABER que el "Guernica" volvía al país.
Esta es la historia:
"Querido amigo, es nuestro deseo encargarte el proyecto y realización del montaje para su exposición del Guernica de Picasso en el Casón del Buen Retiro". Así rezaba la carta que Javier Tusell, Director General de Patrimonio Artístico, envío a García de Paredes. Y añadía:
"Solo el director del Museo del Prado y un corto número de colaboradores míos saben este propósito nuestro, que seas tú la persona para llevar a cabo este tema".
Tal y como había pedido el propio Picasso cuando colgó el cuadro en el MoMA, su obra maestra regresaría a España en el momento en que se instaurase la democracia. Habían pasado dos años desde el referendum de la Constitución y el gobierno consideró que ya había llegado el momento del regreso.
Pero la España de 1980 era aún un país muy convulso y en Patrimonio Artístico sabían que el Guernica no podía exponerse como si fuese cualquier otro cuadro porque, desde luego, no era otro cuadro cualquiera.
Por eso, el encargo era bastante específico: construir una urna que protegiera al Guernica de posibles ataques en su nueva localización del Casón del Buen Retiro. Una estructura que resguardase el cuadro pero que a la vez permitiera verlo sin reflejos ni distorsiones.
Y García de Paredes diseñó un objeto FORMIDABLE: un joyero levemente inclinado para evitar los reflejos pero cuyos vidrios podrían resistir hasta el lanzamiento de un granada.
Como esos vidrios pesaban un quintal la urna se sujetaba por una estructura de acero sobre dos peanas de hormigón (estructura calculada, por cierto, por una jovencísima Ángela García de Paredes).
Y sin embargo, pese al canto y al grosor que necesitaba, esa estructura apenas se aprecia y, cuando se ve, sirve para enmarcar un cuadro que se exponía desnudo.
Y allí, al fondo de una sala, suspendido, casi flotando bajo fresco del Toisón de Oro de Lucas Jordán, el Guernica se convirtió, otra vez, en historia de España.
Esta es solo una de las historias que contamos en el último episodio de "Cómo suena un edificio" el podcast del @museoico que me encargo de dirigir y presentar.
Se llama "La atmósfera y la matemática" y es quizá el mejor que hemos hecho.
El Hotel Belvedere, en Suiza, es uno de los edificios más fotogénicos del mundo.
En medio de una carretera alpina, parece de una peli de Wes Anderson y, sin embargo, está cerrado y abandonado por culpa del coche y del cambio climático.
Esta es la historia: en 1882, el empresario Josef Seiler construyó una pequeña posada en una horquilla de la recién abierta carretera del Furka Pass, en los Alpes Suizos.
La carretera era cada vez más transitada, así que Seiler amplió varias veces la posada hasta que, en 1907, se convirtió en un hotel con 90 habitaciones. Lo llamó "Hotel Belvedere".
En esa época, el hotel era básicamente un establecimiento de lujo donde paraba la alta sociedad, entre otras cosas, para acercarse al glaciar del Ródano, que estaba a apenas unos cientos de metros de la carretera.
Con la popularización del alpinismo, el Hotel Belvedere vivió sus momentos de mayor gloria, pero, sin embargo, su declive no tardó en llegar. Tras la 2ª Guerra Mundial, la modernización del coche privado, que permitía cruzar los Alpes en un solo día e incluso menos sin necesidad de hacer paradas para dormir, comenzó a hacer que el Belvedere perdiese atractivo.
Su aparición en "Goldfinger", la peli de James Bond del 64, insufló una cierta nueva vida en el Belvedere, pero no fue suficiente porque, para los años 70, el glaciar se había retirado más de un kilómetro de la carretera y las vistas desde el edificio eran mucho menos espectaculares.
En vista de la cada vez mayor ausencia de huéspedes, el hotel se cerró en 1980. En 1988 se restauró y volvió a abrirse y, a partir de 2010, encontró un cierto revival precisamente gracias a lo instagrameable que es su imagen.
Pero no parece haber sido suficiente. En 2015, el Belvedere volvió a cerrar y ahora solo es un resto abandonado de cuando la montaña era un lugar al que ir y no un decorado por el que pasar a toda velocidad.
Cuando el Chrysler Building coronó su estructura, ningún periodista estaba allí para contarlo. Todos sabían que había fracasado en la carrera por ser el edificio más alto del mundo.
No podemos recuperar las vidas que se han perdido en la DANA. Por eso, yo creo que ahora habría que concentrarse en evitar que la tragedia se repita.
Para ello, lo suyo sería actuar en tres ámbitos:
Urbanismo, ingeniería y narrativa.
¿Cómo lo hacemos?
🧵⤵️
(Disclaimer: posiblemente, lo que vais a leer ya lo hayáis leído en otros hilos u otros lado, pero igual es interesante recopilarlo de algún modo, que es lo que yo hago en este hilo).
URBANISMO.
Estos formidables mapas de @esme_mys nos enseñan las zonas inundables de la zona afectada (Horta Sud) superpuestos sobre el plano de los municipios desde 1956 hasta 2024.
Como se ve, en 1956, las áreas inundables eran esencialmente huertas.