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Agesilao

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17 Dec, 32 tweets, 33 min read

[HILO] ¿Qué fue de Aníbal tras la derrota de Cartago?

Tras la derrota en la Batalla de Zama (c. 202 a. C.), Cartago se vio obligada a firmar una paz que desarticulaba todo su imperio. A pesar de esto, durante la década siguiente, Aníbal siguió teniendo bastante importancia en la ciudad africana, por ejemplo, en el año 195 fue

elegido Sufete (uno de los dos principales magistrados de la ciudad). Sin embargo, Aníbal contaba con bastantes enemigos en Cartago, por lo que, avisado de que había una confabulación para entregarle a Roma se vio obligado a ir al exilio ese mismo año.

El destino natural de un exiliado del nivel de Aníbal era la corte del rey seléucida. El otro poder del Mediterráneo en esos momentos pues Cartago y Macedonia habían sido derrotados por Roma y Egipto se encontraba en una situación muy delicada. Más aún, el Imperio Seléucida se

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encontraba en su mejor momento gracias a las recientes conquistas hechas por Antíoco III, su rey. Sobre ellas escribí un hilo⬇️

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Una situación en la que hay dos potencias emergentes que vienen de cosechar importantes victorias no puede acabar bien y, prácticamente, forzaba a una guerra entre ellas. Sin embargo, para esto faltaban aún algunos años. Volvamos con Aníbal.

En el año 195 llega a territorio seléucida, a Tiro, concretamente. No es casualidad que se dirigiera a la ciudad fenicia pues había sido la fundadora, siglos atrás, de Cartago, por lo que, inevitablemente, fue muy cálidamente acogido. Sin embargo, este no era su destino final.

De ahí se dirigió a la principal ciudad seléucida, Antioquía y, finalmente, sobre el año 194 a. C. acabó en Éfeso, ciudad costera de Asia Menor donde en esos momentos estaba la corte de Antíoco III.

A pesar de que, a priori, pudiera parecer que la presencia de Aníbal

era toda una suerte para Antíoco en su guerra fría con Roma, la realidad es que en la corte seléucida no fue visto igual ya que se temía que el gran carisma de Aníbal pudiera eclipsar la legitimidad como rey de Antíoco. Antíoco era bastante vanidoso y no le gustaba ser eclipsado.

La posición de Aníbal se convirtió en verdaderamente delicada cuando una delegación romana en el año 193 a. C. en la que se presionó mucho a Antíoco para que entregara a Aníbal. No cedió, por supuesto, pero Aníbal se vio obligado a inventarse una historia de que

su padre, cuando él era pequeño, le había obligado a jurar solemnemente que siempre odiaría a los romanos y que siempre lucharía contra ellos. Eso, al parecer, convenció a Antíoco y le permitió que se quedara en su corte con una confianza renovada.

Con esta embajada romana viajó también Escipión el Africano, que había derrotado a Aníbal en Zama. Se menciona que durante la estancia de Escipión en Éfeso, tuvieron la oportunidad de hablar entre ellos. Este encuentro, recogido por Tito Livio, Escipión preguntó a Aníbal

quiénes consideraba él que eran los mejores generales de la Historia, a lo que Aníbal responde que, en primer lugar, Alejandro Magno porque había derrotado a gigantescos ejércitos, en segundo lugar a Pirro de Épiro por su forma imaginativa de usar al ejército y, en tercer lugar,

a él mismo. A lo cual, Escipión extrañado, le pregunta que en qué posición se hubiera puesto de no haber sido derrotado por él mismo en Zama a lo que Aníbal, en un alarde de amor propio dice que en primer lugar. Sin duda, una anécdota muy curiosa entre dos de los mejores.

Ese mismo año, las aguas del Egeo volverían a temblar al responder afirmativamente Antíoco a una llamada de ayuda de los etolios frente a los romanos. Antíoco pide ayuda a Aníbal para que le informe sobre la organización y tácticas del ejército romano, lo cual le ayudaría.

Sin embargo, a la campaña griega de Antíoco (donde sale escaldado y de la que hablaré en otro hilo) no le acompaña Aníbal, sino que, se le atribuye el cargo de comandante en jefe de la flota fenicia. Aníbal se queda unos años construyendo una flota en Seleucia.

Tras un par de años supervisando su construcción, finalmente, sobre el año 190 a. C. Aníbal cuenta con una flota de 47 buques, la mayoría de ellos superiores a un trirreme, lo cual era una flota bastante maja.

Por esos años, la situación de la guerra entre Roma y seléucidas

había pasado de castaño oscuro para los seléucidas pues habían sido expulsados de Grecia con relativa facilidad, un reino que hasta entonces había sido neutral, Bitinia, se declara aliado de los romanos. La guerra estaba en ebullición. Es por eso, que cuando Aníbal tiene su flota

terminada se dirige hacia el Egeo por la costa de Asia Menor con la finalidad de unirse a la otra flota seléucida que estaba en Éfeso. Sin embargo, es interceptada por la flota rodia (aliada de los romanos) en Side y luchan una feroz batalla donde, la superioridad de experiencia

naval de los rodios compensa su menor número de barcos y acaba en un empate. Aníbal no tenía ninguna experiencia naval previa, es muy chocante que Antíoco derrochara las capacidades de Aníbal asignándole un puesto así. Esta sería su única batalla relevante bajo los seléucidas.

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Posteriormente, los romanos, con la ayuda de Pérgamo, invaden Asia Menor y se enfrentan a los seléucidas en la Batalla de Magnesia, de la cual hablé⬇️

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La Batalla de Magnesia supone una derrota sin precedentes de los seléucidas que se ven obligados a firmar el Tratado de Apamea. Es bastante extraño comprobar que Aníbal no tuvo ninguna influencia en esta batalla que estuvo totalmente dirigida por Antíoco III.

En este tratado de paz, una de las cláusulas establecía que Aníbal (junto con otros enemigos de Roma que se hospedaban con los seléucidas) debía ser devuelto. Lo cual disparó todas las alarmas de Aníbal y se vio obligado a huir a Armenia, donde se comenta que colaboró en la

fundación de Artaxata, la que sería la capital del Reino de Armenia. Después. se dirigió al Reino de Bicinia para ayudar al rey Prusias I que estaba en guerra con Eumenes II, rey de Pérgamo y aliado de Roma. Aquí Aníbal volvió a demostrar sus capacidades al derrotar

en varias batallas navales a Eumenes (incluso una de ellas utilizando serpientes como proyectiles) y volvió a comandar ejércitos de tierra, derrotando también a los pergameneos. Sin embargo, Roma presionó a Prusias para que entregara a Aníbal, a lo que Aníbal acabó suicidándose.