Thread by @chayito09

Cuando una nueva variante del SARS-CoV-2 aparece, siempre existe una preocupación: si las vacunas seguirán siendo efectivas.

Científicos de todo el mundo han constatado que los linfocitos T - y en particular los citotóxicos- todavía reconocen a la variante Ómicron.
Hilo.
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En medio de la preocupación por la pérdida de las defensas de los anticuerpos, muchos investigadores argumentan que se debe prestar más atención a las células T (eso siempre lo hemos sabido).

Cuando inmunólogos se enteraron de la variante Ómicron en noviembre pasado,
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sabían que tendrían que encontrar las respuestas a algunas preguntas importantes. El genoma de Ómicron presenta varias mutaciones (más de 30 en la región que codifica la proteína Spike, y que fue utilizada en las vacunas contra COVID-19), lo que significa que la eficacia
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de anticuerpos producidos contra otras variantes podría verse comprometida.
Estos científicos estudiaron variantes anteriores y descubrieron que, aunque los coronavirus emergentes debilitaron las defensas de anticuerpos de las personas, otro camino del sistema
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inmunitario, mediado por células especializadas llamadas células T, podría todavía reconocer estos patógenos. Pero Ómicron tiene más mutaciones que cualquier variante conocida. ¿Cómo podría esto afectar la inmunidad, ganada a través de vacunas e infecciones previas,
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con la que cuentan las poblaciones para disminuir el golpe de las oleadas de COVID-19? Con dos o tres veces más mutaciones que las anteriores, los hizo pensar que debían responder esas preguntas con rapidez.

Desde entonces, las respuestas han llegado de varios laboratorios de
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todo el mundo, y todos convergen en el mismo mensaje. “La imagen que está surgiendo es que las [nuevas] variantes siguen siendo muy susceptibles a las respuestas de las células T”. Eso incluye a Ómicron.

Cuando se trata de la inmunidad contra el coronavirus, los
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anticuerpos siempre han estado en el centro de atención. Los investigadores monitorean los niveles de ellos, en particular los "anticuerpos neutralizantes" que evitan de manera directa que el virus se replique. Una caída en los niveles de anticuerpos neutralizantes se
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correlaciona con un mayor riesgo de infección sintomática. Los anticuerpos también son más fáciles de estudiar que las células T, lo que facilita su análisis en grandes ensayos internacionales de vacunas.

Pero el aumento de las variantes del coronavirus ha demostrado cuán
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frágil puede ser la inmunidad basada en anticuerpos frente a un virus cambiante. Los anticuerpos neutralizantes se unen a varias regiones en la proteína Spike del SARS-CoV-2, que se usa como "molde" para muchas vacunas contra el COVID-19.

Cuando esos sitios de la proteína
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Spike mutan, la protección de anticuerpos disminuye. Las células T, sin embargo, son más "resistentes". Estas células realizan una variedad de funciones inmunitarias, incluida la de células "asesinas" que destruyen a las células infectadas por el virus. Al matar a las
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células infectadas, las células T pueden limitar la propagación de la infección y, potencialmente, reducir la posibilidad de una enfermedad grave.
Los niveles de células T no tienden a desvanecer tan rápido como los anticuerpos después de una infección o vacunación. Y debido
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a que las células T pueden reconocer muchos más sitios de la proteína Spike que los anticuerpos, pueden todavía "atacar" a las variantes que mutan. Lo que suena como muchas mutaciones no afecta la respuesta de las células T.

Hasta ahora, los análisis informáticos y de
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laboratorio sugieren que este es el caso de Ómicron.

Varios grupos de investigación han cruzado las mutaciones en Ómicron con sitios en el genoma del SARS-CoV-2 que son objetivos ya conocidos de las células T. Han descubierto que la mayoría de los sitios que reconocen las
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células T están presentes en Ómicron.

Otros estudios analizaron las células T extraídas de personas que recibieron una vacuna contra COVID-19 o que se infectaron con una variante anterior y descubrieron que estas células T pueden responder a Ómicron. La respuesta de células
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T permanece mayormente intacta, y eso es una buena noticia. La pregunta que queda es: ¿cómo será en la vida real?
Las respuestas de células T se han correlacionado con una mayor protección contra COVID-19 grave en modelos animales y estudios clínicos en personas. Se
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sospecha que las células T son responsables de la eficacia de las vacunas fabricadas por Pfizer-BioNTech y Janssen, para prevenir la hospitalización debido a una infección por Ómicron, ya que ninguna de estas vacunas aumentó los niveles de anticuerpos neutralizantes
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contra Ómicron. Los datos de eficacia que estamos viendo en Sudáfrica, probablemente se deban a las células T. Esto a veces hace que el enfoque de los investigadores en los niveles de anticuerpos sea frustrante.

El mes pasado, Pfizer y BioNTech anunciaron que
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su vacuna COVID-19 no logró desarrollar una respuesta de anticuerpos suficiente en niños de entre dos y cinco años. Como resultado, la vacuna no ha sido autorizada en los Estados Unidos para niños menores de cinco años. Ni siquiera observaron la respuesta de las células T.
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Y los ensayos iniciales de vacunas en adultos no recolectaron suficientes muestras necesarias para analizar, si las respuestas de células T pueden correlacionarse con la eficacia de la vacuna. Esto no era escalable, no se puede realizar un estudio de vacunas en todo el
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mundo y esperar que cada grupo conserve las células de manera viable, esto es imposible. Desarrollar nuevos ensayos, que sean más factibles para estudiar las células T podrían hacer que esto sea un trabajo rutinario en el futuro.
Las células T también podrían recibir más
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atención a medida que surjan más variantes, y si el mundo comienza a cambiar su enfoque de la cantidad de infecciones a la gravedad de la enfermedad. ¿Estás interesado en la infectividad? Entonces, los anticuerpos podrían ser la medida más importante que hay que hacer.
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Pero si estamos interesados en enfermedad grave, que puede ser el caso de COVID-19, las células T se vuelven mucho más importantes.

Muchas gracias por su lectura, y sigan cuidándose que la variante Ómicron está ahí afuera, más contagiosa que las anteriores.
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Fuente:

doi.org/10.1038/d41586…