En la Costa Azul hubo una presa que apenas estuvo en activo 5 años antes de colapsar. Fue una tragedia y, sin embargo, permitió que, 60 años más tarde, un hombre pudiera casarse con su novio.
A las 21:45 del 13 de noviembre de 2015, cuatro terroristas del Estado Islámico entraron en la sala Bataclan de París y abrieron fuego indiscriminadamente contra las 1500 personas que asistían a un concierto de la banda Eagles of Death Metal.
Mataron a noventa.
El resto de los rehenes, los heridos y quienes lograron escapar del infierno de Bataclan fueron atendidos por varias unidades de la Gendarmería. Uno de los policías que respondieron a las llamadas de aviso fue Xavier Jugelé, este hombre.
Jugelé había nacido en 1980 pero ese no era el principio de su historia.
Aunque él no lo sabía, su historia había comenzado mucho antes y en otro lugar. En un pueblo paradisiaco de la Costa Azul llamado Fréjus.
Y había comenzado con otra tragedia.
La madrugada del 1 al 2 de diciembre de 1959, una intensa gota fría había dejado lluvias torrenciales en el valle del río Reyran, al norte de Frejus.
El río que alimentaba la recién llenada presa de Malpasset.
La mañana del día 2, y en vista de que el nivel del agua subía rápidamente, el vigilante André Ferro solicito permiso para abrir las exclusas y aliviar la presión de la presa, pero le fue denegado.
Mientras, el nivel seguía subiendo.
Abajo del curso del río se estaban levando a cabo las obras de la nueva autopista Esterel-Côte d'Azur y, si abrían la exclusa, el torrente de agua obligaría a detener las obras por vete a saber cuánto tiempo...
El problema es que las lluvias no paraban y el agua seguía subiendo.
A las 18:00h, cuando el nivel apenas estaba a 28 centímetros del borde de la presa, las autoridades permitieron, al fin, abrir las exclusas.
Pero ya era demasiado tarde.
El caudal de descarga de 40 m3/s era demasiado lento para vaciar el enorme volumen de agua a tiempo.
A las 21:13 h, la presa colapsó.
La presa de Malpasset había comenzado a proyectarse en 1946, justo tras la 2GM, y su construcción se llevó a cabo desde 1952 a 1954.
Era una presa de doble curvatura y radio variable de 222 metros de largo por 66 de alto y sujetaba 50 millones de metros cúbicos de agua.
Gracias a la geometría, el sistema de doble curvatura y radio variable permite construir presas relativamente delgadas. La de Malpasset *solo* tenía 6 m de grosor en la base por 1.5 m en el borde.
Esto no debería haber supuesto demasiado problema y, de hecho, muchas de las presas modernas usan este sistema.
Lo único importante es que la zona de cimentación sea lo más consistente posible, cosa que, aparentemente, no sucedía en el caso de Malpasset.
Con un presupuesto demasiado ajustado propio de la posguerra, los estudios geológicos y geotécnicos no fueron demasiado extensos y, aunque no se oponían a la presa, sí que recomendaban que se construyese más arriba y, a ser posible, que fuese una presa de gravedad.
El problema es que, claro, las presas de gravedad son MUCHO más masivas y, por tanto, mucho más caras.
(Iz, presa de gravedad. Dr, presa de doble curvatura)
Cuando se terminó en el 54, la presa de Malpasset parecía perfecta y, aunque tardó años en llenarse pues el río Reyran era muy poco caudaloso, cuando alcanzó su nivel medio, toda esa agua sirvió para irrigar el valle y también como suministro potable para más de 100.000 personas.
Pero, en realidad, todas estas circunstancias —los someros estudios geológicos, la falta de presupuesto y que el Reyran fuese muy poco caudaloso— estaban construyendo una tragedia.
Según se supo después, gran parte de lo que había bajo la cimentación del lado izquierdo de la presa era gneis: una roca metamórfica relativamente impermeable.
Los estudios geológicos no habían detectado el gneis y el Reyran llevaba muy poco caudal, nadie se había dado cuenta de una de las propiedades más perjudiciales, en este caso, de la roca: es sensiblemente impermeable.
Esa impermeabilidad hacía que el agua se fuese acumulando no solo en la pared de hormigón de la presa, sino también en la cimentación Y BAJO la cimentación.
Por eso, el lado izquierdo desapareció por completo. Porque prácticamente se descalzó.
El colapso del 2 de diciembre del 59 provocó una ola de 40 METROS de alto que se movía a 70 km/h. Arrasó a su paso con las pequeñas villas de Malpasset y Bozón pero es que, cuando llegó a Fréjus, 10 km río abajo, aún medía 3 metros de alto.
La catástrofe fue colosal.
La tragedia de presa de Malpasset fue portada en los medios galos, y no era para menos: costó la vida de 423 personas y era (y es) la mayor catástrofe civil que se produjo en el siglo XX en territorio francés.
Entre los fallecidos se encontraba Frédéric André Capra, un joven de 18 años que se acababa de comprometer con su novia, Irène Jodart, de tan solo 17.
La chica de la derecha de esta foto.
Pese a la enorme tristeza, Jodart estaba decidida a continuar el matrimonio con Capra. No solo porque le amase de verdad, también porque estaba embarazada de él, y sin la protección del matrimonio, su futuro y el de su hijo, estaba en serio peligro.
Por eso, cuando De Gaulle visitó la zona de la tragedia una semana después, Jodart le pidió que, por favor, le permitiese casarse con su novio muerto.
De Gaulle, siendo De Gaulle, le dijo que sí.
Al cabo de un mes, la Asamblea Nacional promulgaba una ley permitiendo al Presidente de la República autorizar la unión matrimonial aunque uno de los dos esposos esté muerto "siempre que se establezca inequívocamente que el finado había dado su consentimiento".
Jodart se casó con Capra y los medios la llamaron "la pequeña novia de Francia".
Murió en 2019 con 77 años de edad.
A día de hoy, en el lugar donde se levantaba la presa de Malpasset hay una parque para visitar los restos de la catástrofe, con una placa que hace referencia a lo que se vivió allí.
Pero no es su único legado. Cada año se celebran unas cincuenta bodas postumas en Francia. La mayoría tienen algún motivo económico similar a la primera que se ofició.
En otras, su fundamento es exclusivamente sentimental.
La más famosa es la de Etienne Cardiles.
El 20 de abril de 2017, un año y medio después de la masacre de Bataclan, un terrorista islámico disparó contra una furgoneta de la gendarmería apostada en los Campos Elisios. Hirió a dos policías y mató a un tercero.
A Xavier Jugelé.
Jugelé tenía 37 años y, tras Bataclan, se le consideraba un héroe de la nación. También era gay y activista LGBT.
Al poco del ataque, su novio, Etienne Cardiles, solicitó al entonces presidente saliente François Hollande que autorizase su matrimonio postumo.
Normalmente las ceremonias póstumas son muy tranquilas y recogidas. A la de Cardiles y Jugelé asistió Hollande, la alcaldesa de París Anne Hidalgo y el recién nombrado presidente Macron.
Y se retransmitió a todo el país.
Y con estas cuatro imágenes que resumen muy bien el hilo de hoy, vamos a despedirnos de Malpasset, de Fréjus, de los matrimonios póstumos y de #LaBrasaTorrijos de esta semana.
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⚡️Si os gustan las historias como esta, he contado algunas de las mejores en TERRITORIOS IMPROBABLES, el podcast de #LaBrasaTorrijos.
¿Os habéis fijado en que todos los centros de las grandes ciudades son iguales? Todos se han convertido en un gigantesco anuncio.
¿Y si os dijese que la culpa es de Walt Disney y de uno de los mafiosos más sanguinarios de la historia?
Veámoslo en #LaBrasaTorrijos.
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Es 26 de diciembre de 1946 y diez mil bombillas crepitan y chisporrotean por primera vez en un estilizadísimo letrero a un costado del South Las Vegas Boulevard.
Es el comienzo de una era.
Benjamin «Bugsy» Siegel acaba de inaugurar "The Flamingo Hotel & Casino" en el Strip, el primer casino de Las Vegas y, tal vez sin saberlo, también acaba de dar forma al futuro de las ciudades.
Voy a aprovechar el hilo de ayer para hablar muy brevemente sobre un edificio que la gente menos versada se extraña cuando les digo que es uno de los mejores edificios del mundo: la Biblioteca Beinecke de Yale.
Para entender por qué el edificio es TAN distinto de exterior a interior (y por qué es uno de los mejores edificios del mundo), hay que saber qué es exactamente la Beinecke.
Yo no califico a menudo un edificio como "feo" o "bonito"; suelo distinguirlos en edificios buenos y edificios malos.
¿Pero cómo saber la diferencia?
Veámoslo con estos dos ejemplos muy similares y, a la vez, muy distintos.
Os cuento en #LaBrasaTorrijos.
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Vale, lo primero es entender que para saber distinguir la buena de la mala arquitectura requiere de un proceso bastante largo que permita formar un criterio. E incluso los criterios puede diferir (aunque no demasiado).
Por eso, para esta explicación voy a usar dos casos que ejemplifican muy bien la diferencia: la torre del BBVA y las torres KIO.
Ambos son edificios de función y tipología similar, ambos se proyectaron por arquitectos e ingenieros de primer orden y ambos se levantan muy cerca.
En 2019, el FBI comenzó la búsqueda de dos niños.
Pero había un problema: habían desaparecido en la Zona de la Muerte de Yellowstone. Un lugar donde puedes cometer cualquier crimen (incluso asesinato) SIN QUE PUEDAN JUZGARTE.
¿Cómo es posible? Lo vemos en #LaBrasaTorrijos
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El 26 de noviembre de 2019, la policía de Rexburg, Idaho, hizo públicas las fotos de dos hermanastros desaparecidos: Tylee Ryan, de 17 años y JJ Vallow, de 7.
Llevaban desaparecidos desde el 8 de septiembre, pero las pesquisas no avanzaban.
Fue entonces cuando entró el FBI.
¿Por qué entró el FBI? Pues porque las últimas imágenes que aparecieron de Tylee las registró una de las cámaras del Parque Nacional de Yellowstone.
En 1928, Henry Ford construyó una ciudad entera en medio de la Amazonía.
Una nueva Detroit en la selva, y cuyos habitantes debían ser vegetarianos y abstemios, pero acabó destruida en una revuelta de nativos semialcohólicos.
En #LaBrasaTorrijos, Fordlandia.
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En 1876, el explorador británico Henry Wickam robó 500 kilos de semillas de árbol del caucho y las trasladó de contrabando desde Brasil hasta el sudeste asiático.
Allí, los árboles crecieron con rapidez, desbancando enseguida a los terrenos de látex brasileños.
Para el año 1920, Brasil ya había perdido el control del mercado del caucho en favor de un cártel de productores europeos que recolectaban en Asia. Y como dominaban el mercado, podían fijar los precios.
Algo que no gustó nada a un señor de Detroit llamado Henry Ford.
Hace diez generaciones, el odio y la xenofobia dejaron a una etnia sin tierra y les obligó a vivir en el agua.
200 años después, sus tataranietos construyeron el campo de fútbol más bonito del mundo (gracias a Maradona).
Os cuento la historia en #LaBrasaTorrijos
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Como nos enseñó Gerardo Olivares en su divertidísimo documental/no documental "La Gran Final", un Mundial de fútbol afecta a la vida hasta en los lugares más remotos: el Sahara, la Amazonía o el desierto de Gobi.
hay veces en las que un acontecimiento deportivo universal altera la vida y cambia el territorio del lugar más insospechado.
Especialmente cuando en ese acontecimiento se produce uno de los momentos más bellos y más decisivos de la historia del deporte.