Al final de la batalla del cabo de San Vicente de 1797, el navío San Nicolás de Bari, a pesar de que su comandante y gran parte de sus oficiales estaban muertos o malheridos, todavía conservaba izado su pabellón. Un granadero de Marina lo defendió "a sangre y fuego".
El navío San Nicolás de Bari se había batido en apoyo del San José contra más de 4 navíos enemigos durante horas. La última orden que había recibido el granadero Martín Álvarez Galán de su comandante, el brigadier Tomás Geraldino, era que el pabellón no fuera arriado.
Poco después, el brigadier Geraldino fallecía en el cuerpo a cuerpo del abordaje a causa de un bayonetazo y oficiales españoles que quedaban vivos al verse rodeados decidían rendir el navío. Pero según la convención, si el pabellón ondeaba el navío seguía en el combate.
Precisamente, los granaderos de Marina era el cuerpo de élite de cualquier guarnición naval, pocos hombres pero extraordinariamente fieros y aguerridos. Elegidos los más altos y corpulentos entre los batallones de Marina, se situaban en la toldilla, el peor lugar del navío.
En el coronamiento de popa, donde se encontraba la driza de bandera siempre se quedaba uno de ellos dispuesto a pasar por las armas a quien tratar de arriar el pabellón sin orden inequívoca del comandante, amigo o enemigo. Una norma que el granadero Galán iba a cumplir.
Tras despejar el cubierta principal y el alcázar en el abordaje, un oficial inglés observó que el pabellón español seguía ondeando y ordenó a varios de sus hombre seguirlo para poner remedio a esto. El granadero español les dio el alto desde la toldilla.
El inglés consideró que estando el navío perdido esto era mera bravuconería y no le hizo caso. El sable de marina del granadero lo trinchó y lo clavó a un mamparo cercano. Al no poder sacar el sable, clavado con fuerza, Galán la emprendió a culatazos contra los soldados.
Mató a otro oficial inglés y a dos marines. Esto provocó que otro oficial acudiera con una brigada de soldados y marineros al alcázar pero Martín Álvarez Galán saltó desde la toldilla y cargó contra ellos. Le acribillaron a tiros. Nelson había visto todo lo ocurrido.
Conmovido por el valor del español se acercó al cadáver. En ese momento los ingleses estaban despejando las cubiertas tirando a los muertos por la borda y Nelson ordenó que se cubriera el cuerpo con el pabellón que tanto había defendido. Pero no estaba muerto.
En reconocimiento a su labor, Nelson ordenó que el pabellón no fuera arriado. Posteriormente, el granadero Galán sería requerido como testigo en el consejo de guerra para investigar lo sucedido en la batalla del cabo de San Vicente. Lo siguiente es parte de su interrogatorio:
Fiscal mayor general Manuel Núñez de Gaona.
Fiscal: - ¿Se encontraba en el navío San Nicolás de Bari con ocasión de rendirse este barco a los ingleses?
Martín: - Yo no he estado nunca en el San Nicolás de Bari en ocasión de rendirse a los ingleses.
Fiscal: - ¿No te encontrabas en el San Nicolás de Bari el 14 de febrero?
Martín: - Sí, señor.
Fiscal: - ¿Y no fuiste después a poder de los ingleses?
Martín: - Sí, señor.
Fiscal: - Entonces, ¿por qué niegas haber estado en el San Nicolás de Bari con ocasión de rendirse a los ingl
Martín: - Porque el San Nicolás de Bari no se rindió...
Martín: Sino que fue abordado y tomado a sangre y fuego.
Fiscal: - ¿Y a qué llamáis entonces rendirse?
Martín: - Yo creo, señor, que no habiendo ningún español cuando se arrió su bandera, mal pudieron haber capitulado.
Fiscal: - ¿Pues dónde estaba la tripulación?
Martín: - Toda se hallaba muerta o malherida".
Al granadero Galán se le ascendió a cabo y le fue concedida una ventaja de 4 escudos mensuales, aproximadamente el doble de su sueldo diario como infante de Marina.
Bibliografía:
González-Aller, J. I. (2004). El combate de San Vicente y sus consecuencias. Madrid: Instituto de Historia y Cultura Naval.
Láminas:
Carlos Parrilla
Augusto Ferrer-Dalmau
José María Bueno
Nota: el término marines hace referencia en este caso a los Royal Marines, que no se debe aplicar a los españoles que son Infantes de Marina.
Los granaderos de Marina españoles fueron muy temidos por los ingleses, razón por la que siempre que podían evitaban los abordajes.
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Tal día como hoy, 25 de diciembre de 1492, unas corrientes hacían encallar a la nao San María al norte de la isla La Española, lo que hoy se conoce como Punta Santa. El destino conspiró para que se estableciera el primer asentamiento español en el Nuevo Mundo: el Fuerte Navidad.
Cristóbal Colón navegaba desde el cabo de Santo Tomás hasta Punta Santa para conocer al cacique Guacanagarí. Al anochecer, los oficiales se retiraron y se dejó el gobierno de la nao a un mozo, un grumete. Unas corrientes empujaron a la nao Santa María hacia un banco de arena.
A eso de las 12:00 de la noche, el mozo dio alarma y la tripulación trató de evitar el naufragio, ya inevitable. La tripulación se salvó en parte gracias al cacique Guacanagari, que acudió al rescate con canoas. No hubo bajas, pero la nao Santa María quedó varada e irrecuperable.
Tal día como hoy, 4 de julio de 1776, las Trece Colonias se declaraban independientes del Reino Unido, como los Estados Unidos de América. España apoyaba a los estadounidenses con grandes sumas de dinero, uniformes, armas, y tropas. Sin ella nunca lo hubieran conseguido.
Desde 1775, a través de la empresa Roderique Hortalez y Cía y con intermediación del gobernador de la Luisiana Luis de Unzaga, Diego de Gardoqui y Pierre Caron de Beaumarchais, España envió a los patriotas la friolera de 6.150.000 Reales en monedas de a ocho, el spanish dollar.
Además, a través de las empresas y filiales de Roderique se enviaron 216 cañones, 27 morteros, 30.000 mosquetes y bayonetas, 51.314 balas, 300.000 libras de pólvora, 12.868 granadas de artillería, 30.000 uniformes, 32.000 varas de paño, 18.000 mantas y 4.000 tiendas de campaña.
Tal día como hoy, 9 de junio de 1770, la división española de 4 fragatas del capitán de navío Ignacio de Madariaga expulsaba a los británicos de las islas Malvinas. Los británicos habían bautizado su asentamiento como Port Egmont; los españoles como Puerto Soledad.
Aunque los franceses del conde de Bougainville habían sido los primeros en asentarse en las islas, el archipiélago pertenecía legítimamente a España. Así terminarían evacuándolo. Los británicos tratarían en varias ocasiones de hacerse con ellas por su importancia estratégica.
Este asentamiento, aunque intentó ser ocultado por los británicos, no pasó desapercibido en España, y el espionaje español consiguió localizarlo; el rey Carlos III ordenó que los británicos fueran desalojados con la división naval del río de la Plata.
Tal día como hoy, 4 de mayo de 1588, una flota de 200 buques y con 23.375 ingleses se presentaba en Coruña para tomar la ciudad. La heroica defensa de Juan Pacheco de Toledo con 1.500 hombres, y mujeres, la derrotaría. El desastre fue tal que se llamó la Invencible Inglesa.
Isabel I había organizado una grandísima escuadra compuesta por 6 galeones reales, 60 mercantes armados, 60 filibotes, 20 pinazas y un gran número de transportes de tropas, en total unos 200 buques; la tropa eran 23.375 hombres, entre soldados y marineros.
El mando de tan impresionante contingente lo ostentaba Francis Drake, con apoyo de John Norreys, Walter Raleigh y Robert Devereux, los principales almirantes y cortesanos ingleses. Por su parte, la expedición estuvo financiada por capital real y privado, incluyendo holandés.
Tal día como hoy, 30 de abril de 1657, una escuadra inglesa de 23 navíos de guerra atacaba la Flota de Indias en Santa Cruz de Tenerife recién llegada de La Habana y Veracruz. Si bien los ingleses destruyeron 2 galeones y 7 mercantes, Diego de Egües había desembarcado la carga.
A pesar de la superioridad numérica, pues la Flota de Indias estaba compuesta por 21 mercantes y sólo 2 galeones de escolta, los ingleses no pudieron cumplir con su objetivo. Por esta razón ambos contendientes se atribuyeron la victoria, recompensando a los participantes.
España perdió parte de su Flota de Indias y escolta de galeones, si bien consiguió desembarcar la carga que era la prioridad, teniendo más bajas. Inglaterra sufrió desperfectos en su flota aunque consiguió salir de puerto sin grandes bajas, pero sin lograr su objetivo.
Tal día como hoy, 27 de abril de 1521, en la batalla de Mactán que se libró en la isla de Cebú, murió Fernando de Magallanes al enfrentarse con 49 de sus hombres a 1.500 nativos del caudillo Lapulapu. El resto de los expedicionarios observaban desde sus naves la batalla.
A causa de la orografía rocosa de la isla, Magallanes no pudo desembarcar directamente, ni recibir apoyo de la artillería de sus naves, por lo que tuvo que anclar en la distancia y llegar en botes hasta la playa. Para la misión, Magallanes eligió a 48 hombres, sobresalientes.
Los sobresalientes eran soldados embarcados, un tipo de infantería anterior a la de Marina. Usaban espada, rodela y media armadura. Al desembarcar, tuvieron que andar casi un km y tenían el agua por encima de la rodilla. Los nativos se lanzaron contra los fatigados soldados.