Una de las principales y más graves intrusiones patriarcales en el movimiento feminista es la legitimación de la explotación sexual de las mujeres. Hilo 🧵
Y no, no hablamos de ser "anti trabajadoras sexuales". Esa es una falacia misógina que busca quitar el foco de donde debe estar: los compradores de sexo y el porqué los hombres compran sexo.
En un sistema de opresión sexual, donde las mujeres somos consideradas objetos de consumo, la oposición a la compra de sexo debe ser vehemente por parte de grupos que se consideren feministas.
Modelos pro-proxeneta y pro-prostituyente (anti-mujeres) mantienen la demanda de sexo a costa de la vida de las mujeres. Denominar "Feminismo" a la defensa de estos modelos es una victoria patriarcal.
Defender la explotación sexual de las mujeres es una bofetada a las mujeres más vulneradas y marginadas de la sociedad. Defender desde el privilegio a ese sistema ignora completamente las consecuencias de convertir el sexo y a las mujeres en una mercancía.
Defender el sistema prostituyente ignora las consecuencias físicas, psicológicas y sociales que esta industria misógina comete contra las mujeres en situación de prostitución.
Las mujeres NO somos mercancía.
Las mujeres NO somos objetos sexuales.
Las mujeres NO se compran.
Prostitución es misoginia.
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Después de las elecciones del domingo nos ha tocado ver posturas misóginas no solo por parte de los típicos hombres que siempre hemos sabido que odian a las mujeres, si no también de personas que se consideran feministas, o activistas LGBT.
Para nosotras es claro que el resultado del domingo es una bofetada para todas las mujeres, un ataque, porque al menos para nosotras no es confirmación de que a las mujeres se nos odia, eso llevamos años sabiéndolo.
Y no solo sabiéndolo, sino organizándonos colectivamente contra el hostigamiento sexual, el acoso callejero, por el derecho a decidir, Ni Una Menos, etc. Además, estos espacios han sido impulsados y se han acompañado por las realidades del resto de países de América Latina.
La vestimenta NO es la responsable de las agresiones de la que somos víctimas las mujeres. Las mujeres JAMÁS vamos a poder vivir en paz mientras no se responsabilice a los hombres de la violencia que ejercen.
Estas medidas del INAMU y el ICT además de revictimizantes, son absolutamente ignorantes de la realidad que rodea la violencia masculina contra las mujeres. Invisibiliza que la violencia sexual no ocurre solamente en las costas cuando andamos “poca ropa”.
Los hombres nos viOlan cuando estamos en pañales, con pocos días de nacidas. Nos violan en las aulas con uniformes escolares. Nos violan en la universidad con suéter y pantalón. Nos violan cuando usamos burka y cuando usamos traje de baño.
Ojalá tuviéramos las palabras para poder expresar con certeza lo que nos causa cada historia de violencia masculina contra las mujeres.
Ver las noticias, comentarlo con tus amigas, con tus hermanas, con tu mamá. Ver las reacciones en redes sociales: rabia y dolor por parte de unas, burla y revictimización por parte de otros.
Recordar cuando estuviste cerca de ser una víctima, o revivir la agresión que sufriste años atrás y que aún callás. Con rabia, comentar, compartir, buscar información, difundir reclamos, exigir justicia.
Analizamos el voto parcialmente disidente de Elizabeth Odio en la sentencia del Caso Vicky Hernández y otras vs. Honduras. Sentencia: drive.google.com/file/d/1pO2CJH…
La Convención de Belém do Pará no aplica para las mujeres trans porque entiende que la violencia contra las mujeres es por ser mujeres. NO se puede decir que a una mujer trans la matan porque no se le reconoce su identidad de género y a la vez decir que la mataron por ser mujer.
Esto NO es coherente y oculta y distorsiona las causas de los asesinatos de las personas trans, limita la capacidad de identificar y resolver estas problemáticas desde la raíz. Niega hasta la condición trans de estas personas.