Hay una línea delgada entre tener una opinión no favorable hacia aquellos temas publicados de MOTOMAMI, y desmerecer a Rosalía mediante acusaciones y clichés misóginos, sencillamente por no conectar musicalmente con la etapa artística en la que se encuentra.
En mitad del aluvión de críticas está gestándose una narrativa de condescendencia -eminentemente machista- en la que, incluso, se atribuye el giro compositivo de MOTOMAMI con respecto de El Mal Querer a la presunta monopolización de C. Tangana como letrista en este último.
Ni siquiera es cuestión de hacer hincapié en las comparaciones apropiadas. Por inverosímil que resulte, MOTOMAMI se halla respaldado por un deseo de realización artística mucho más genuino y auténtico que El Mal Querer, pese a lo que sus respectivos contenidos aparenten albergar.
El Mal Querer es una pieza clave de la música contemporánea en la era post-globalización, y uno de los álbumes más memorables que se hayan podido gestar en España, pero no olvidemos que es un acto de musicalización inspirado en una novela, cuyo pretexto es más bien académico.
Su valor artístico es inconmensurable, pero el grado de implicación de Rosalía para con él responde a un grado de implicación ambicioso que, con MOTOMAMI, se extrapola a un anhelo inherente de expresión que, en términos creativos, es mucho más orgánico y espontáneo.
Estoy haciendo alusión a que MOTOMAMI, al margen de las expectativas de proyectarse en la escala internacional, será fruto de la verdadera materialización de todo cuanto Rosalía haya pretendido orquestar para configurarse a sí misma en términos artísticos, sonoros y estéticos.
Atendiendo únicamente a este trasfondo, se presentan motivos más que justificables como para no incurrir en un desmerecimiento que, en esencia, es falaz. Los símiles son inevitables pero, en este caso en particular, tampoco existen suficientes correlaciones como para permitirlos.
Por no hablar, además, de la visión tan previsiblemente conservadora de quienes desmerecen SAOKO (el ejemplo más ilustrativo) en pos de un constante enaltecimiento de El Mal Querer que, si bien se justicia por su valía, no se sostiene por anclarse a ciertas percepciones arcaicas.
SAOKO es un despliegue fascinante a todos los niveles, independientemente de que pueda adecuarse en mayor o menor medida a gusto del oyente.
Sus versos albergan un trasfondo bastante más enrevesado que cualquiera de las estrofas presentes en El Mal Querer, sin ir más lejos.
Resulta evidente que, en forma, las figuras estilísticas de El Mal Querer son más desbordantes en estética, pero ello no implica que SAOKO no sea, por sí misma, un ejercicio agudo, inteligente y más que sopesado de aunar referencias de manera brillante.
El vídeo explicativo de Genius del pasado miércoles es más que ilustrativo.
Rosalía ha conseguido disfrazar de informalidad e incluso de infantilización sus procesos de abstracción y, lejos de despertar fascinación, los oyentes solo se han limitado a observar la fachada.
No contentos con ello, han pretendido ridiculizar a una de las artistas más ambivalentes, multidisciplinares e íntegras que han surgido en los últimos años, mediante la perpetuación de la misma estereotipia patriarcal cuya crítica es simbolizada por la propia figura de Rosalía.
Aprovecho esta ocasión para recuperar mi hilo de análisis acerca de El Mal Querer, por si alguna persona desea leerlo al haber llegado hasta este tweet.
El 26 de febrero del 2016, Charli XCX pisó el acelerador del futurismo, y anticipó una corriente explosiva de pop de vanguardia.
Vroom Vroom, a pesar de ser un EP que apenas sobrepasa los 10 minutos de duración, sintetiza a la perfección su propuesta innovadora.
Una de las artífices de su producción avant-garde fue Sophie, quien falleció en el año 2021, y que se encargó de encauzar la identidad artística de Charli XCX a un plano sonoro menos convencional, trasladado a las fronteras más experimentales entre el pop y la electrónica.
El giro que efectuó la artista británica desde su proyecto predecesor, Sucker (2014), se definía por la excesiva fortaleza del sintetizador, que resultaba especialmente palpable en el corte homónimo, Vroom Vroom: una absoluta bomba de relojería.
El 22 de febrero de 1998, Madonna se postuló como la gran artífice de la popularización de la música electrónica, mediante un retrato de maternidad y espiritualidad.
24 años más tarde, Ray Of Light supone la obra maestra definitiva de la historia del pop femenino.
Abro hilo.
El nacimiento de Lourdes León -más conocida como Lola- tuvo lugar el 14 de octubre del año 1996. Poco después del parto, Madonna comenzó a involucrarse en la gestación de su séptimo álbum de estudio, que acarreó su proceso de grabación más longevo hasta aquel entonces.
Ray Of Light desembocó en el cese del silencio artístico más prolongado de su discografía, tras su incursión en los dominios del R&B por medio de Bedtime Stories (1994); si bien su reputación se había incrementado en 1996, gracias a su papel protagónico para la película de Evita.
El 20 de octubre de 1992, Madonna editó Erotica, e introdujo un cambio de paradigma con respecto del rol de la mujer en la industria musical.
Su 29º aniversario contribuye a tomar conciencia de hasta qué punto las reglas del juego habían cambiado para siempre. Abro hilo.
Erotica trajo consigo el primer fracaso de Madonna. Seis millones de copias no es una cifra baladí, pero Vogue se había consagrado como el himno absoluto del año 1990, y The Immaculate Collection, su último recopilatorio, había logrado comercializar más de 30 millones de copias.
¿Cuáles fueron los desencadenantes de su rendimiento comercial tan pobre? Sin duda, su tonalidad sexual desempeñó un papel relevante, pero el elemento más influyente fue Sex: el libro con fotografías de Steven Meisel en el que Madonna relataba sus fantasías y vivencias sexuales.