Por desgracia, aunque hemos salido del laberinto, las sensaciones continúan allí.
Muchos visitantes (yo) experimentan durante el resto del día una ligera desorientación y mareos.
Lo único que puedo recomendar en esos casos, es tomar la primera salida que veamos hacia el patio de cristal para poder descansar, tomar aire y reconocer el privilegio de haber nacido donde hemos nacido y en la época que hemos nacido.
Me informan de que el apellido del arquitecto es Libeskind y yo, que soy muy de querer a los niños, lo he escrito a la forma alemana: Liebeskind, que significa el niño amado o querido y es un apellido muy común... pero Libeskind es polaco y no alemán.
Perdónenme.
Por cierto número 1:
Desde hace un año el museo es gratuito.
Repito, GRATUITO.
¿Por qué?
Creo que no hace falta explicar por qué. Me hizo mucha ilusión ver la semana pasada el museo lleno (pero lleno) de clases de institutos.
Me parece una muy buena iniciativa.
Por cierto número 2:
Si tenéis hijos, como es mi caso, también podéis hacer una visita al museo judío, aunque a un espacio más agradable.
Frente al museo adulto, han creado un museo para niños el Anoha. No he estado, pero el arca de Noé tiene muy buena pinta:
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En el corazón de Berlin hay un edificio que no pasa desapercibido. Resume, entre sus cuatro paredes, la historia de la ciudad en los últimos 100 años:
Guerra.
Hambre.
Techno.
Y diseño.
Hoy en #berlinespobreperosexi: DER BUNKER.
La arquitectura en Berlín es casi una religión. En la ciudad puedes encontrar obras de Mies, Le Corbusier, Chipperfield... pero ninguno me ha impresionado tanto como la primera vez que pasé por delante de "El Búnker".
En Berlín no es tan extraño encontrarse aún búnkeres de la IIGM. Cuando vivía allí, por ejemplo, al final de mi calle había uno.
Lo más divertido de ese búnker es que es indestructible, hubo intentos de dinamitarlo y nada... Así que hay viviendas sobre él.
En Estados Unidos hay cientos de personas viviendo en un centro comercial.
Viven en pisos, encima de las tiendas
Y la culpa de todo la tiene Tiburón, la película.
Os cuento esta historia de urbanismo, cultura y aires acondicionados en este hilo.
Hace unos días leí un artículo (interesantísimo) de Jorge Dioni López (el Jorge bueno) sobre el urbanismo y la importancia de los espacios donde compartimos cultura.
Y acababa haciéndose una pregunta metafórica
¿Se puede vivir en un centro comercial?
Como soy muy tonto, me lo tomé al pie de la letra y busqué si alguien ya vivía en uno. Me imaginaba una historia como La Terminal, en la que un individuo tiene que vivir por razones absurdas en un espacio así.
Pero no.
La gente vive allí porque los centros comerciales quieren.