Mirad el cuadro que describe @NikSamotracia, leed su hilo.
Después quizá queráis volver a este #HiloYTal para descubrir que muestra una enfermedad en un tiempo en el que aún pasaba desapercibida.
Alimaña incluida en una obra de arte como una parte para un todo infinito.
Tres mujeres.
Felices.
Disfrutando del hecho de ser retratadas por la mano de alguien que iba a convertir en inmortal su piel y sus cuerpos.
¿Qué regalo supera a ese?
Iban a viajar en el tiempo hacia el infinito.
IBAN A SER HABITANTES LA ETERNIDAD.
Día tras día posando para unos ojos que lo ven todo.
Ojos que mapean cada centímetro de piel y lo trasladan desde el pincel al lienzo.
Colores que estallan y se contienen.
La felicidad de ser un regalo para la humanidad.
Y es entonces cuando quizá nos fijemos en una de ellas.
De perfil y a nuestra derecha una mujer muestra sus mejillas sonrosadas y su mirada lánguida.
Tiene la fortuna de ser reconocible.
Tiene la valentía de querer ser recordada.
Tiene el infortunio de estar terriblemente enferma y no saberlo.
Porque para reconocer su enfermedad hay que viajar en el tiempo.
Al futuro.
Ser ojos de hoy capaces de ver en su pecho izquierdo una retracción.
Ser ojos de hoy para ver qué más arriba, cerca de su axila, se intuye un bulto que esconde ganglios bajo la piel.
No es un borrón.
Es dolor hecho pinceladas.
Ser ojos de hoy para encontrar en “Las tres Gracias” la palabra cáncer escondida entre los viajes del pincel, las manos del artista y la feliz ignorancia que es no saber que todo cambió después de terminar el cuadro.
Cáncer de mama.
Tres palabras como tres son las protagonistas de un cuadro que se forjó desde la belleza y para la eternidad.
El arte copiando la vida y sus terribles caminos a ninguna parte.
Ahora os dejo la obra.
Para que os recreéis en todo lo que muestra y esconde.
Para que sonriáis pensando que ahí está la trágica belleza del arte.
Su don.
El pasaporte único que obras como esta regalan a sus protagonistas.
Son inmortales, como la enfermedad.
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El doctor Finlay espera un barco en la Habana.
Acuna su tesis mientras lee el libro que fue su semilla.
En él François Bally narra la catástrofe que sesenta años atrás asoló Barcelona.
Aquella que empezó con el chapoteo de un cuerpo tirado por la borda...
29 de junio de 1821
... el capitán del "Gran Turco" mira el cuerpo caer.
Son muchos los marineros muertos desde la Habana. Incontables los lanzados al agua.
Siente la fiebre y camina hacia su camarote.
Hombre grande, piel morena.
Cuando se tumba escucha un grito.
- ¡Barcelona!
30 de junio
El "Gran Turco" descansa en el puerto de la Barceloneta.
Imponente junto a los pesqueros.
Los marinos regresan a sus familias en tierra.
El capitán, amarillo y cansado, dormirá la fiebre en casa Paca.
Ha pedido a los calafateros que revisen y limpien el barco.
El 7 de abril de 1912, en Luisiana, un párroco y un chamán observaban un cuerpo dormido bajo la luna.
Se miraron y asintieron.
Después clavaron una estaca en su pecho.
El hombre abrió los ojos, pidiendo clemencia.
El párroco y el chamán no se detuvieron hasta romper su corazón.
En Nueva Orleans la primavera de 1912 fue pegajosa.
La gente sudaba sal.
Humanos con sed entre moscas.
Y así, envueltos por el calor que todo lo pudre, surgió la primera víctima.
Una mujer joven.
La encontraron tras la puerta de una habitación en una pensión sucia y mugrienta.
Buscaba un mejor futuro.
Encontró la muerte.
Desnuda y desmembrada.
Sin sangre en su cuerpo.
Tres hombres para cambiar la vida de 3000 niños.
Padre.
Médico.
Amigo.
Esta es un #HiloYTalRevisitado que comienza con frío, un frenazo y un grito...
New York, Invierno de 1960
Hace frío, la gente al respirar crea fantasmas con su aliento.
Pocos pasean y las calles parecen vivir de los coches.
Llama la atención una pareja con un carrito.
Exploradores bajo el abrigo de la felicidad.
Su bebé.
Cruzan la calle.
Sonríen.
El viernes 5 de noviembre de 1976 Geoffrey Platt manipulaba muestras de laboratorio procedentes de individuos africanos.
Estos habían sufrido una mortal enfermedad hemorrágica.
En un descuido se pinchó.
Se quedó quieto.
Sabía que algo terrible le acababa de ocurrir.
Su mente dio un salto en el tiempo.
Él, inmóvil, y todo vibrando alrededor.
Retrocedió apenas 10 años, momento en el que se había iniciado una cuenta atrás inexorable y, por supuesto, absolutamente imperceptible para la mayoría de la población.
En 1967, fallecieron 7 personas producto de una rara enfermedad.
Se aisló el ARN de un virus desconocido. Unos monos procedentes de Uganda fueron el origen del brote.
Los casos ocurrieron mayoritariamente en Marburg, Alemania.
Se describe así la enfermedad de Marburg.