El hilo de comida que no pidieron: diez experiencias "étnicas" auténticas en Buenos Aires. No comida fusión, no (necesariamente) platos gourmet. Restaurantes que se especializan en cocina genuina de algún lugar puntual y la hacen bien. Algunos te fajan y otros no. Vamos.
1. RUSA. El Molino Dorado, en Almagro (Quito y Treinta y Tres Orientales). Comida rusa casera y vodka, mucho vodka. Atiende Dimitri, su dueño: hay que ir con ganas de charlar. Prueben de entrada la Olivier, la verdadera ensalada rusa. Precio: te faja un poco pero no tanto.
2. GRIEGA. Theos Souvlaki, en Palermo (J. Álvarez y Gorriti). La carta es tan chiquita como el local: gyros –la versión griega del shawarma, digamos–, musaka y unas papafritas con pimentón increíbles. El que poco abarca mucho aprieta. Sin servicio de mesa, precios muy accesibles.
3. COREANA. Me interesa recomendarles particularmente Sinko (Rivadavia 7728, Floresta), una especie de galpón-salón de fiestas muy usado por la colectividad donde se come hasta reventar en plan banquete: los platos vienen solos y todo es buenísimo. Te faja, pero salís rodando.
El gusto por lo coreano explotó últimamente así que hay un montón de buenas opciones. Como soy algo adicto recomiendo un par más: el clásico Una Canción Coreana, en Bajo Flores; Kyopo, para algo más rápido e informal, en la zona de Av. Avellaneda; Mr. Ho y Fa Song Song en Retiro.
4. ARMENIA. Sarkís iría de cajón, pero denle una oportunidad a las cenas de viernes y sábados en la UGAB (Armenia 1322, Palermo). Ayudás a los pibes a viajar, viene con demostración cultural y la comida es buenísima. Si hay flan de coco, llevá. Precio algo alto pero no abusa.
5. JAPONESA. Un rubro muy bastardeado. Me gustó Furaibo (Alsina 429, Monserrat), una casona antigua con altar budista y salón de masajes. Muy auténtico, carta amplia, gran sabor. Te faja fuerte. Más barato y genial: Nueva Casa Japonesa, San Cristóbal. Ramen: Orei, en Belgrano C.
6. MEXICANA. Buenos Aires está llena de falsas taquerías con burritos que no llegan ni a tex-mex. En Juan Pedro Caballero (Thames 1719, Palermo) les juro que los tacos tienen el mismo sabor que en CDMX. Carta acotada, sin servicio de mesa y muy barato, sobre todo para la zona.
7. VIET/THAI. Saigón me gusta mucho y es barato, pero desconfío de los lugares que se hacen cadena. Cang Tin (Dorrego 2415, Palermo) tiene una carta más corta, acaso más auténtica e igualmente exquisita. El pho es un camino de ida. Es salado en relación a lo informal del salón.
8. JUDÍA. Puede ser polémico porque es carísimo –sólo ir después del aguinaldo y para un aniversario que lo valga–, pero Mishiguene (Lafinur 3368, Palermo) vale su fama. Los platos son una fusión de la cocina sefardí (mediooriental) con la aquí más usual askenazí (centroeuropea).
9. PERUANA. De lo más caro a un clásico para todo bolsillo: La Conga (La Rioja 39, Once) es un bodegón donde, después de posiblemente hacer cola, podrán probar platos enormes con el sabor que encontrarían en un chifa de Lima. Oportunidad para comer ceviche sin dejar el sueldo.
Otro extremo de comida peruana: Tanta (Esmeralda 938, Retiro), emprendimiento del Marido de Pampita con el chef Gastón Acurio, ofrece una carta de gastronomía peruana reversionada que personalmente me voló bastante la cabeza cada vez que fui. Es caro, pero es más careta que caro.
10. FILIPINA. Cantina Sunae (Humboldt 1626, Palermo) es una puerta a la cocina filipina, que integra ingredientes del sudeste asiático con elementos tan familiares como la empanada o el tamal: vestigios de nuestro pasado colonial común. Hay fusión, pero hay mucho filipino. Caro.
También vale la pena el otro restaurante de la chef Christina Sunae, Apu Nena, en la zona hoy muy de moda de Chacalermo o Palermo Dead. Mucho más informal, con barra y mesas en la vereda, y platos pensados como tapas. Algo más barato que Cantina Sunae, que es más "romántico".
Hasta aquí llegamos porque dije diez cocinas, y once no son diez. Algunas más: Tandoor es una excelente opción de comida india pero siempre pedí, nunca fui a salón. Dobar Tek, croata, en San Telmo. Y para árabe la tradicional panadería El Horno de Medio Oriente, en San Cristóbal.
Reitero, la consigna no fue sólo restaurantes que me gusten (¡Narda!) sino de especialidad. Seguro me olvidé varios. Acepto las puteadas por porteño puto. Pero qué se le va a hacer, el PBI de esta ciudad depende de la gastronomía. Espero que les guste y les dé alguna idea.
Las fotos son propias menos de La Conga que no tenía y se la hurté a TN. Aprovecho para comentar que a pesar de que el puntaje en Google no impresiona he pedido mil veces peruano a domicilio en Huanchaco (también en Once) y siempre más que bien. También Status, en Congreso. Fin.
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Aquí @fedebillie pregunta al GCBA sobre la posibilidad de fomentar vivienda accesible además de emprendimientos de lujo. Le dicen que no: "El instrumento de distribución de riqueza urbana es el convenio urbanístico". En otras palabras: toda distribución será a favor de los ricos.
En Berlín o Hamburgo los grandes desarrollos inmobiliarios están obligados a un porcentaje de vivienda accesible. En Viena el grueso de las viviendas del casco histórico son públicas, para que sea habitable. Aquí la única idea es distribuirle riqueza urbana a los que tienen todo.
Buenos Aires vive un boom de construcción especulativa (reserva de valor) que arrasa con el patrimonio construido y estresa una infraestructura urbana estancada (hola, subte). Pero NADA de esa energía de mercado se intenta orientar ni un poquito a mejorar el acceso a la vivienda.
Vamos con otro ranking innecesario que no sabías que necesitabas, o que tenías en la cabeza pero nunca te animaste a comentarle a tus amigos. Coches del subte de Buenos Aires, de peor a mejor. El criterio es un capricho, por supuesto: promedio a ojo entre iconicidad e idoneidad.
Salvo error, están incluidos todos los modelos que tuvo el subte porteño desde su inauguración en 1913, con exclusión de series muy cortas o modelos especiales que vendrían a distorsionar la clasificación. Entre paréntesis el año de entrada en servicio en Buenos Aires. Empecemos:
16. CAF 6000 (2015). La cercanía del PRO con el PP español justificó esta compra de coches usados a Madrid. No tenían nada en común con la línea B. Debió modificarse toda la alimentación por unos pocos trenes: cambiar la casa en lugar del enchufe. Algunos siguen sin funcionar.
¿Qué fueron las plazas porteñas antes de ser plazas? ¿Se lo preguntaron? No todas fueron baldíos. Algunas fueron cementerios, otras escenarios de matanzas. Quizás la plaza de tu barrio es bastante más turbia de lo que pensabas. Repasemos las plazas malditas de Buenos Aires.
Empecemos por las plazas de Buenos Aires que fueron cementerios: Florentino Ameghino, Los Andes, Elcano, 1° de Mayo, Marcos Sastre, Roberto Arlt. Y también la elegante Plaza Vicente López de Recoleta, en algún sentido. Veamos brevemente cada una.
Hasta la fiebre amarilla de 1871 Buenos Aires tenía dos cementerios, el de la Recoleta y el del Sur. Era tal el nivel de entierros que este literalmente rebalsó de cadáveres. Luego se convirtió en el Parque Florentino Ameghino, donde un lúgubre monumento recuerda a las víctimas.
Llegó el hilo innecesario definitivo. Eso que seguramente pensaste pero nunca te animaste a hablarlo con tus amigos: el ranking de esquemas de pintura de los trenes metropolitanos de Buenos Aires. ¿Cuál es el más clásico? ¿Cuál es el más fulero? ¿Cuál el más versátil? Veamos.
25. Metropolitano Heladera. La nefasta concesionaria se caracterizó por ahorrar en todo: asientos "antivandálicos" de metal, ventanillas de madera (para robarse el aluminio)... y lógicamente pintura. Su último esquema fue un símbolo de su desprecio por los pasajeros.
24. TBA Milka. TBA también se patinaba los subsidios pero siempre cuidó su imagen. Su última elección fue un corte violeta con franja plateada y detalles en rojo, un pastiche empeorado aún más por la tipografía a medio camino entre futurista y Comic Sans del nombre de la empresa.
Hete aquí un hilo exploratorio e innecesario: 12 lugares de Buenos Aires que pasaron de moda. Alguna vez fueron el lugar para salir, para pasear o para comer, pero hoy están muertos o son una sombra de lo que fueron. Costanera Sur, Lavalle... a ver si se nos ocurre alguno más.
1. Costanera Sur. El Balneario Municipal se convirtió en la gran atracción de los fines de semana a partir de 1918. Cayó en el olvido víctima de la contaminación y del relleno del río, hasta que el GCBA la remozó en los dosmiles. Años mozos: desde mediados de los 20 hasta los 60.
2. Costanera Norte. Menos popular, menos masiva y menos accesible, la otra costanera porteña también tuvo balnearios cuando Costanera Sur entró en decadencia, aunque ya sin bañistas (solarios), carritos, platitos y luego también boliches. Años mozos: de fines de los 60 a los 90.
La Av. Honorio Pueyrredón estuvo estos días en las noticias porque el GCBA va a convertir la mitad de la calzada en un parque lineal. Es una avenida muy agradable, pero parece ir de ningún lado a ninguna parte. ¿De dónde salió? ¿Adónde quiso ir? ¿Por qué es tan ancha? Veamos.
Para entender Honorio Pueyrredón hay que mirar sus dos extremos: la Plaza Giordano Bruno, donde desemboca hacia el suroeste –avenida extraña: se topa de bruces con una plaza–, y la calle Coronel Antonio Susini, un callejón en curva que la une con Dorrego hacia el noreste.
Es que Honorio Pueyrredón no era avenida sino una línea ferroviaria: su traza conecta el FC Sarmiento con el San Martín. Fue construida en 1895 como nuevo ramal a la Chacarita del FCO (Sarmiento) y se usó principalmente para cargas, aunque tuvo ocasionales servicios de pasajeros.