Bueno, amijos, pues como lo prometido HACE TRES AÑOS es deuda, aquí vuelvo con hilos de señoras. Vamos a empezar con tranquilidad que hace mucho que no escribo uno. En este solo hay autobiografías sospechosas, escorbuto y un desdoblamiento de la Matrix. Vamos allá.
Antes de nada debo decir que la fuente principal de este hilo son unas memorias escritas en el XVIII. Hay muchísimas pruebas documentales de que lo que se cuenta en las memorias es real, aunque algunos detalles andan en disputa (más sobre esto luego).
Dicho esto, allé voy.
Nuestra protagonista se llama Mary Lacy y nació en Kent, en 1740. Lo primero que nos cuenta en sus memorias es que su familia era más pobre que las ratas y que ella era un demonio de niña que se pasaba el día en el campo robando caballos (solo un rato, luego los devolvía).
Como esto es el siglo XVIII, a los doce años la ponen a trabajar de criada para ayudar con la economía familiar. Mary odia estar encerrada en vez de en el campo robando caballos y haciendo fechorías, pero intenta adaptarse porque es lo que hay.
A los diecinueve años, en 1759, Mary dice que le mola un chaval que conoce en un baile, el chaval la ignora y a ella le sienta muy mal, así que se vistió hombre y se fue de casa, que son dos cosas que literalmente no se tocan por ningún lado.
Todo esto lo cuenta muy rápido y no viene acompañado de ningún tipo de explicación, así que voy a suponer que cualquier excusa era buena para pillar la puerta.
¿Y hacia dónde vamos? ¿Qué aventura buscamos? No lo sabemos. Ella tampoco lo sabe. Vamos a andar y llegaremos a algún sitio. Un plan sin fisuras.
Mary se pasa unos días andando sin rumbo, enganchándose a carruajes, durmiendo en establos y quedándose sin dinero muy rápido (salió con tres duros de casa, porque ninguna parte de este plan tiene ningún sentido).
A saber dónde habríamos acabado, pero resulta que en 1759 Inglaterra estaba en guerra con Francia. Era la Guerra de los Siete Años. Os lo digo porque “Inglaterra estaba en guerra con Francia” era casi siempre.
La Marina británica estaba loca por reclutar gente, así que un señor le vio a Mary cara de empanada y se acercó en mitad de la calle a preguntarle si quería trabajar en un barco.
Y como Mary literalmente no ha pensado absolutamente nada durante más de tres segundos en todo lo que llevamos de hilo, pues dice que sí.
Para que veáis lo bien preparada que iba, hasta que se subió al barco y le preguntaron cómo se llamaba no llevaba ni un nombre de señor pensado y tuvo que inventarse uno de golpe.
Me imagino a los señores del barco viendo a Mary dudando unos segundos solo para dar su nombre.
Y así fue como William Chandler (el nombre de su padre y el apellido de soltera de su madre) se alistó a bordo de un pedazo de barco de guerra de noventa cañones de la Marina Real británica.
El pedazo de barco de guerra de noventa cañones de la Marina Real británica se llamaba Sandwich.
Tras unos días a bordo le dieron trabajo como aprendiz de carpintería y el carpintero jefe empezó por enseñarle a su nuevo aprendiz las cosas más importantes de la profesión: a hacerle la cama y traerle cerveza.
Increíble el momento en el que el señor le enseña a hacer la cama paso por paso como si estuviera explicándole cómo desactivar una bomba, pensando que al ser un hombre nunca había tenido que hacerlo, y Mary que había trabajado siete años de criada en plan
En el Sandwich (me tengo que parar a reírme cada vez que escribo el nombre) Mary descubrió rápidamente que todo lo que no estuviera bajo llave desaparecía y te caía una paliza hasta por sacarte un moco a destiempo.
Además, los aprendices de oficiales (normalmente hijos de gente de bien y de otros oficiales) tenían la costumbre de humillar a los demás aprendices para divertirse, pero Mary le pegó una paliza a uno y se quitó rápido de esas chorradas.
De hecho, el muchacho al que le había pegado la paliza y ella se hicieron buenos amigos, que es una forma curiosa de entablar amistad pero quién soy yo para juzgar.
Ya más cçomoda con su nueva vida, escribe a sus padres para decirles que está a salvo, que por favor dirijan sus futuras cartas a “William Chandler” y que poco más que contar, firmado “vuestra desobediente hija, Mary Lacy”.
En plan, imagínate desaparecer de casa sin avisar y meses después mandar una carta que básicamente dice “bueno, que estoy ahora haciéndome pasar por hombre en un barco, venga, nada más que contar”. Yo ya.
Al parecer su madre aceptó las noticias con mucha alegría porque pensaba que Mary había sido asesinada.
Porque no os lo he dicho, pero cuando se escapó, en vez de dejar su ropa de señora en casa como una persona normal, Mary fue dejando cada prenda en un seto distinto del campo como si fuera la escena del crimen de un capítulo de CSI.
Un genia.
Durante su tiempo en el Sandwich (está siendo muy difícil escribir este hilo), Mary enfermó de gravedad en diversas ocasiones, sobrevivió a varias tempestades que hicieron partes del barco añicos y se peleó con mucha gente.
Eso sí, de carpintería aprendió poco. Su maestro estaba a menudo borracho y nunca le pagaba, así que cuando Mary enfermó en tierra en 1760 y el Sandwich zarpó sin ella, podríamos considerarlo casi un golpe de suerte.
La alistaron inmediatamente en el Royal Sovereign, un barco de guerra de cien cañones donde pasa dos años aprendiendo sobre la vida en el mar, abriéndose la cabeza al caerse por una trampilla, ligando con las esposas de los oficiales y cogiendo el escorbuto.
Como podéis ver, Mary eligió experimentar la vida del marinero del siglo XVIII al completo, el pack Deluxe.
(Del escorbuto solo se recuperó porque una señora muy guapa le hizo de enfermera, dice Mary. Así es como funciona la medicina en el siglo XVIII, don’t @ me).
Algo malo he tenido que hacer en esta vida porque lo siguiente que pasa en esta historia es que el Sandwich regresa a puerto.
Pero algo bueno tuvo que hacer Mary porque gracias a la influencia combinada de sus compañeros en el Sandwich y el Royal Sovereign consiguió un codiciadísimo puesto de aprendiz de carpintero naval en el astillero de Portsmouth.
Al parecer, en el siglo XVIII no había en todo Portsmouth un solo carpintero naval que no estuviera hasta el cuello de deudas o borracho todo el día, porque Mary estuvo bajo la tutela de cuatro o cinco que siempre acababan arrestados, arruinados o una mezcla de las dos.
Trabajando lo pasa fatal, pero ahora que no está encerrada en un barco con 750 pavos, Mary descubre que tiene bastante éxito con las mujeres en distintos grados de peligro.
Por ejemplo, con las amigas de sus compañeros de astillero (poco peligroso) o con la amante de uno de sus maestros (extremadamente peligroso).
A partir de aquí se suceden las novias y todos sus compañeros y maestros no paran de darle consejos sentimentales terribles, porque se ve que el astillero de Portsmouth era un romcom.
Cuando estaba con una muchacha que se llamaba Betsy, no pararon hasta que dejó de verla porque estaban convencidos de que la muchacha le iba a traer problemas.
Cuando empezó una relación con una sirvienta llamada Sarah, le decían que era demasiado bajito para una novia tan alta, así que seguro que ella le iba a ser infiel (increíbles expertos en relaciones amorosas, los trabajadores del astillero de Portsmouth).
En sus memorias, Mary siempre habla de estas relaciones con mujeres de forma bastante esquinillosa. Las memorias se publicaron en el siglo XVIII y un poquito de picardía está bien, pero hay que tener cuidado con pasarse.
Supongo que esa es la razón de que Mary hable de todas sus novias en plan “tuve que hacerlo, para que nadie sospechara” pero a la vez rompió con una muchacha cincuenta veces y siempre volvía con ella porque es que no podía evitarlo…
…o lo de meterse en la cama con señoras que la van persiguiendo durante semanas, porque si no van a sospechar…
…o lo de estar tantos años saliendo con su novia Sarah que todo el astillero había asumido que se iban a casar…
Que está bien lo de echarte una novia para que no te pillen, Mary, pero ¿cuántas novias hacen falta? ¿Cuántas? Yo creo que estabas bien con una o dos, Mary, yo creo que eso es un número razonable.
Con veintisiete años, ocho después de marcharse de casa, Mary decide por fin hacer una visita a su familia. Ya tocaba.
Les visitó como William Chandler, para intentar no levantar sospechas, pero cuando regresó a los astilleros el rumor había corrido entre la mayoría de los trabajadores de que William Chandler era una mujer. Se masca la tragedia.
Pero oye, poca broma. Se pasaron la mañana mirándola de reojo y de mala manera. Tenía miedo de que la registraran por la fuerza o algo peor. Al final, dos compañeros le fueron a pedir cuentas en nombre de todos y la llevaron a un sitio apartado para comprobar si era un hombre.
Viéndose sin salida después de tantos años de tensión, Mary confesó entre lágrimas de rabia que era una mujer. Y estos señores, que son los MVPs del hilo, le juraron de inmediato que iban a guardar su secreto.
Volvieron con el resto y dijeron que le habían registrado y que el bueno de William era “un hombre y medio comparado con muchos” (se podían haber calmado un poco también) y que cómo se les ocurría pensar que era una mujer, que sois todos gilipollas.
Enseguida saltó un espontáneo a decir que él ya sabía que no podía ser una mujer porque si no “no estaría tan bien con su novia” y otro dijo que él nunca había pensado que fuera una mujer porque había tenido más novias que camisas.
Este hilo está muy bien porque no tengo que escribir ningún chiste, se escriben solos.
En 1770, con treinta años, Mary consigue por fin el certificado que la acredita como carpintera naval, un certificado que le había costado once largos años de palizas, tempestades, enfermedades y pobreza continua.
Desgraciadamente, solo pudo ejercer dos años después de conseguir su certificado. Durante toda su vida había sufrido graves ataques de artritis reumatoide que a veces la habían dejado incapaz de caminar o trabajar durante semanas.
Os podéis imaginar lo que trabajar años como carpintera en el mar, a veces bajo la lluvia o a bajísimas temperaturas, a veces casi 17 horas al día, le hace a un cuerpo con artritis reumatoide... yeah.
Intentó seguir trabajando cuanto pudo, pero al final tuvo que afrontar que la única salida era pedir una pensión por discapacidad al Almirantazgo.
Decidió dejar Portsmouth y mudarse a Londres para poner en marcha los trámites, así que se despidió de sus compañeros, de su novia Sarah y de… eh, sus otras amigas varias… y se marchó a pedir su pensión.
Pero no la pidió como William Chandler… la pidió como Mary Lacy.
Y para mi infinita sorpresa, esta vacilada funcionó bastante bien.
Existe un informe del Almirantazgo en el que se detalla cómo Mary Lacy se vistió de hombre, sirvió a la Marina Real británica durante once años y consiguió su certificado de carpintería naval. Así que claro, había que darle una pensión.
Me quedé bastante rota con esto porque al parecer la Marina no puso pegas ni estaban increíblemente sorprendidos, lo que… genera una serie de preguntas… pero ok, aceptamos barco. Pun intended.
Y este parece el final de las memorias, pero de repente hay dos párrafos en los que inmediatamente después de conseguir la pensión conoce a un señor cristiano, trabajador y que no bebe, virtuoso y de comportamiento ejemplar, y se casan de repente y son felices. Fin.
No es la primera vez que leo una biografía o autobiografía de una mujer que se harta de echarse novias y a veces hay párrafos que no pegan ni con cola para decir que dos mujeres no deberían frotarse y que todo esto era bromita, así que todo en orden heterosexual, circulen.
Incluso los académicos que estudian a Mary Lacy han sugerido que quizás los últimos párrafos fueron añadidos de última hora…
…y una de ellas incluso apunta que el nombre de casada que le dan a Mary (Mary Slade) es bastante sospechoso porque Sir Thomas Slade era uno de los arquitectos navales más famosos de la época y diseñó, de hecho, el mismísimo Sandwich de mis pesadillas.
Lo cual sería terrible y graciosísimo a partes iguales, porque igual que Mary se inventó un nombre masculino sobre la marcha, me puedo imaginar perfectamente que le pidieran un nombre ficticio de casada y soltara el apellido del maestro carpintero más famoso del Reino Unido.
Existen investigaciones más recientes que están a punto de daros tremendo dolor de cabeza, porque sabiendo que tras retirarse Mary vivía en la calle King, en Deptford, varias almas valerosas han intentado saber más de su vida tras las memorias.
¿Preparados? ¿Sí?
Si tenemos que fiarnos de los hallazgos resulta que en 1773 había DOS mujeres llamadas Mary Slade viviendo en la calle King, Deptford, y ambas eran carpinteras, que tiene que ser un fallo en la Matrix como mínimo, porque qué carajo es esto.
Una de las Marys vivía con una tal Elizabeth Slade y construía casas, así que tiene que ser esta, ¿no?
La otra Mary se casó con un tal Josias Slade y tuvo varios hijos, y aparece en el registro como “Carpintera – Sirvió en Portsmouth”, así que… también tiene que ser esta, ¿no?
Todo es jajás y echarse novias y vivir en el Sandwich hasta que llegamos al final del capítulo y de repente la realidad se desdobla y ahora qué hacemos.
Sinceramente, no sé qué pasó con Mary Lacy ni por qué había dos Mary Slades carpinteras viviendo en 1773 en la misma calle.
Hasta he ido a Google Maps a ver cómo de larga es la calle del demonio, a ver si es de larga como Australia entera para que en el siglo XVIII haya DOS MUJERES CARPINTERAS CON EL MISMO NOMBRE ALLÍ.
Pero no, es una calle normal. Es una calle normal.
No sé qué pasó ahí. Puede que conociera un buen señor con el que encontró finalmente una vida tranquila, fuera por amor o porque, seamos sinceros, si eres una mujer casarte es casi siempre el movimiento adecuado en el siglo XVIII.
(…aunque me cuesta imaginar a la Mary Lacy que hemos conocido en este hilo casándose y llevando una vida de esposa convencional incluso si fuera solo por las claras ventajas de la época de ser una mujer casada, pero oye, tampoco me extrañaría.)
O puede que añadieran los párrafos al final para hacer las memorias menos censurables y que Mary pasara el resto de sus días viviendo con la tal Elizabeth Slade y usando sus conocimientos de carpintería para construir y vender casas cuando la artritis se lo permitía.
Pero hiciera lo que hiciera espero que se lo pasara pipa, que siguiera siendo igual de rebelde, indomable e independiente, y que fuera consciente de que era una fuera de serie, porque tremenda vikinga, chavales.
Y colorín colorado, este hilo naval se ha acabado.
Si queréis leer las memorias de Mary Lacy, el título es “The History of the Female Shipwright: To Whom the Government Has Granted a Superannuated Pension of Twenty Pounds Per Annum, During Her Life”, porque los títulos del siglo XVIII no tienen chill.
Ha sido una época complicada, pero os prometo que pasará muy poquito tiempo hasta el siguiente hilo de #SeñorasQueSeEmpotraronHaceMucho. ¡Muchas gracias por leerme de nuevo! 💕✨
Editando el hilo 20 horas más tarde porque soy un as de la publicidad para recordaros que tengo un libro bonito, suave y lleno de historias reales y absurdas de señoras que se comían la cara en el pasado. Gracias por vuestra atención 💕✨

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