Cuando tengo una nueva paciente, siempre les explico cómo es estar en terapia “imagina que vamos en una excursión, donde tú eres la que guía el camino, mientras yo voy con una lámpara mostrando cosas a tu alrededor que, eventualmente, tú decides si quieres o no voltear a ver”..
Estar aquí, juntas, puede llegar a ser muy complicado, y al mismo tiempo, también es un manjar, un buffet de emociones, y decisiones; de respuestas y razones. Es buscar el por qué, el para qué, el cómo, y el y ahora qué, todo en el mismo lugar.
Ir a terapia es encontrar respuestas llenas de preguntas.
La terapia, individual, de pareja, de familia, grupal.. es un ejercicio de conocimiento, de ti mismx, y del entorno. Es un espejo de lo que quieres que se quede, de lo que quieres cambiar, de lo que no vas a poder cambiar, y de lo que ya no deseas en tu vida.
Estar en terapia es estar en contacto contigo, y con las personas que están a tu alrededor que vienen a colación en cada sesión.
Tener un proceso terapéutico también es darte cuenta de cómo has ido cambiando, percibir los cambios en los demás, y al mismo tiempo identificar tanto tus resistencias al cambio como las de ellos.
Estar en terapia es ver tus más grandes demonios a los ojos, sentarte con ellos y dejar que formen parte de tu vida sin que te destruyan, porque has encontrado la manera de que te acompañen sin que te hagan daño.
Al final, llevar un proceso terapéutico es un acto de amor propio, una mirada compasiva en el espejo, un momento de encuentro contigo, y también, un acto de amor hacia quienes te rodean.
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