Hay dos cosas seguras en la vida: todos nacemos y todos morimos.
Salvo que estés en la isla Fernando de Noronha o en la isla de Svalbard, porque en una está PROHIBIDO NACER y en la otra está PROHIBIDO MORIR.
Acompañadme a los confines del mundo en #LaBrasaTorrijos de hoy.
En mayo de 2018, una mujer dio a luz en la isla Fernando de Noronha.
En seguida, la mujer "alegó" que fue al baño y que, de pronto, le salió una cabeza de entre las piernas, que no sabía que estaba embarazada y que no notó nada en esos nueve meses.
(Como pareja de una mujer que acaba de entrar en el octavo mes de embarazo, realmente me cuesta creer el asunto, pero cosas peores se han visto)
¿Y por qué la madre dijo que no había notado nada? Pues porque su hija era el primer bebé en nacer en la isla en 12 años. Porque, a todos los efectos, nacer en Fernando de Noronha está (casi) prohibido.
¿Por qué?
Para entenderlo, hay que entender qué es exactamente esa isla.
Fernando de Noronha es isla más grande y la única habitada del archipiélago del mismo nombre, que se encuentra bien adentro del Atlántico, a 365 km de la costa oriental de Brasil, pais al que pertenece políticamente.
El archipiélago ha experimentado muchos ires y devenires a lo largo de su historia.
Aparece en el mapa de Juan de la Cosa de 1500, aunque el primer hombre que puso un pie allí fue el explorador portugués Fernão de Loronha en 1503 (de ahí le viene el nombre).
Fue refugio de piratas en el XVII y XVIII, escala de Darwin durante su expedición en el Beagle, prisión desde principios del XIX hasta 1957 y base estadounidense antisubmarinos durante la 2ª Guerra Mundial, de la que aún funciona el aeropuerto.
Pero a pesar de todas estas vicisitudes, lo que REALMENTE definió al archipiélago fue su designación como Parque Nacional Marítimo en 1988.
Y tenía todo el sentido porque Fernando de Noronha es esencialmente un paraíso.
Una biodiversidad marina única en el mundo, un clima extraordinariamente benigno y unas playas cristalinas que incluyen la playa de Baia do Sancho, elegida por Tripadvisor como la mejor del mundo durante años.
Y ya os podéis imaginar cual es el resultado de esta ecuación:
En un movimiento tan loable como hasta cierto punto sorprendente, las autoridades brasileñas, junto con los propios visitantes, han decidido que el turismo masivo no destruya la isla.
¿Y cómo lo han hecho? Pues regulándolo de una manera algo sui géneris.
Por un lado (y como pasa por ejemplo en las Cíes), todos los vuelos a la isla incluyen una tasa de mantenimiento del Parque Nacional.
Además, aunque hay unos cuantos hoteles y alojamientos, ninguno es de tipo resort y todas las visitas están limitadas a unos pocos días.
Bueno, no es que estén limitadas, es que por cada 30 días que pases en la isla sin ser residente, tienes que pagar un canon de 1.000 dólares. Lo cual es un poco clasista, sí, pero funciona.
¿Y qué pasa con los residentes?
Pues que apenas superan los 3.000 y, como el turismo es el motor económico principal de la isla, pero ese turismo se mantiene a raya, pues su crecimiento también es muy limitado.
Aún más limitado sobre todo a partir de 2001, cuando la UNESCO declaró a Fernando de Noronha como Patrimonio Mundial y, de paso, el hospital de São Lucas, el único hospital de la isla, cerró la única maternidad que había.
Así que, aunque a nadie le van a poner una multa por nacer en la isla, a partir de la semana 34 de embarazo, todas las mujeres encinta se ven prácticamente obligadas a desplazarse al continente para poder tener un parto lo más seguro posible.
Por cierto, que en un capricho etimológico muy cariñoso, la ciudad donde las mujeres van a dar a luz (o sea, la ciudad continental más cercana al archipiélago), se llama Natal.
Vale, pero un parto se puede más o menos prever y siempre puedes irte a otro sitio.
Pero antes has dicho que hay otra isla llamada Svalbard donde está prohibido morir.
¿Qué pasa si me da un jamacuco repentino allí? ¿Le van a poner una multa al cadáver o algo así o qué?
A ver, no, si palmas en Svalbard no va a ir la poli a esposar al fiambre.
Lo que pasa es que allí no hay ningún cementerio en uso y, de hecho, lo que está prohibido es enterrar a los muertos. Así que, al final, todos los enfermos terminales son derivados a Noruega a morir.
Pero qué gente más chunga, ¿no? ¿Por qué está prohibido enterrar a los muertos allí? ¿Es que tienen miedo que se vuelvan zombis o algo así?
Pues exacto. Tienen miedo a los zombis, pero no a los humanos zombis, sino a los virus zombis.
Seguro que estáis familiarizados con el concepto "pandemia", ¿verdad?
(Ja, ja, ja, qué gracioso, Torrijos, vete un ratito a la mierda)
Pues probablemente también conoceréis cuál fue LA OTRA pandemia más famosa de la historia: La Gripe Española de 1918.
Pues durante la pandemia de la (mal llamada) Gripe Española, en Longyearbyen, que es la capital del archipiélago de Svalbard, murieron 335 personas.
No parecen muchas, pero era casi la mitad de toda la población.
Y todas esas personas fueron enterradas en el pequeño cementerio de la pequeña ciudad.
¿Y qué pasa con ese cementerio?
Pues que está en Longyearbyen, que está en Svalbard y Svalbard es un archipiélago que está más de mil kilómetros dentro del círculo polar.
Y con el frío que hace, resulta que todo el suelo de Svalbard es permafrost (congelado permanentemente), lo cual es fenomenal para albergar cosas tan chulas como la Bóveda del Fin del Mundo.
Pero también es fenomenal para conservar cosas durante MUCHO tiempo. Y esas cosas pueden ser semillas pero también pueden ser virus...
...como los de la Gripe Española de 1918.
Así que, a principios de los años 50, las autoridades de Longyearbyen decidieron cerrar su único cementerio y no "abrir" ninguno más, por si acaso salen virus zombis pandémicos de allí.
Y mira que es bonito el sitio...
Y qué pasa? Pues que los pocos muertos que hay en Svalbard suelen ser por accidentes (o por ataques de osos o focas), porque todos los enfermos terminales o quienes tienen pronóstico difícil son derivados enseguida al continente (antes de que les posea el cordyceps o algo así).
Y bueno, en Fernando de Noronha y en Svalbard no se podrá nacer o morir, pero a tenor de las imágenes, son dos sitios con una pinta estupenda para pasar la vida allí.
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Todas las imágenes del hilo de hoy están acreditadas en la descripción de la primera fotografía de cada tuit. Todas se han usado bajo su correspondiente licencia.
#LaBrasaTorrijos se escribe en directo todos los jueves desde el soleado barrio de Villaverde.
(Fin del HILO 🏖️👶🌨️🧟)
Una CODA como fe de erratas.
La foto de este tuit es de San Juan de Gaztelugatxe pero, al parecer, alguien se ha equivocado al indexarla.
(Por cierto, el uso de la foto se ha ajustado escrupulosamente a los términos de su licencia CC).
Todo el mundo ha emitido ya su opinión PERO OS FALTABA LA MÍA, que es la que verdaderamente necesitáis para cuñadear a gusto en la cena de Navidad.
¿POR QUÉ LA RESTAURACIÓN DE NOTRE DAME ES EQUIVOCADA?
(Y no es porque esté muy limpia).
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Lo primero es lo primero: este hilo es una respuesta a este otro que escribió mi buen amigo @itineratur, en el que afirma que a él le gusta mucho como ha quedao Notre Dame.
Aquí es importante señalar que a @itineratur le gusta mucho todo lo francés: la Torre Eiffel, el Arco de Triunfo, las baguettes, rendirse a los nazis a la primera de cambio...
A veces se nos olvida que los pueblos y ciudades donde vivimos no existen porque sí.
La mayor parte de nuestra experiencia como habitantes depende del territorio donde se construyó el lugar donde vivimos hace cien, quinientos, mil o dos mil años.
¿Sabéis quien fue el segundo español que tocó suelo lunar?
Luis Carrero Blanco.
Sí, en serio. Y esto no es un chiste; es una historia sobre la condición humana y el territorio (y la Guerra Fría).
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Decir que una historia trata de la Guerra Fría, la condición humana y el territorio es básicamente un pleonasmo porque, en mi opinión, la Guerra Fría fue la época de la historia en la que el control del territorio se trató de una manera más sofisticada.
Como entrar en guerra abierta era impensable, las dos superpotencias se dedicaron a tocarse los huevos mutuamente mediante operaciones más o menos en la sombra: espionaje, propaganda, intervenciones militares en terceros países, financiación de revueltas y golpes de estado...
Para solucionarlo, construyeron TRES ESPEJOS COLOSALES que reflejan su luz y la llevan hasta allí durante todo el invierno (y hasta juegan a vóley-playa).
En #LaBrasaTorrijos, Sam Eyde y los Tres Espejos de Rjukan.
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Voy a aprovechar el hilo de esta semana para hacer una pequeña reflexión sobre por qué Gehry condensa todo lo bueno y todo lo malo de los arquitectos-estrella y también por qué esta es mi obra favorita suya (junto a una de las primerísimas).
A Gehry le conocemos todos por el Guggenheim de Bilbao. De algún modo, es su puesta de largo.
Sin embargo, Gehry ya tenia 60 años cuando le encargan el museo de Bilbao. Es más, ya había recibido el Pritzker en 1989, por una carrera que era esencialmente potencial.
En 1989 (con 60 años), apenas había construido un puñado de cosas.
Dicen que cuando a Gehry le encargaron proyectar un edificio en Elciego, un pueblo alavés de menos de mil habitantes, no accedió inmediatamente porque, bueno, su obra pertenecía a las grandes ciudades.